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ESCULTURA

El cánon subvertido

Ahora la estatua del Discóbolo es un hombre de raza negra y la Venus de Médici tiene genitales masculinos y pechos femeninos

Sergio C. Fanjul
Exposición/instalación de Mateo Maté en Sala Alcalá 31.
Exposición/instalación de Mateo Maté en Sala Alcalá 31.

Ahora la estatura del Discóbolo es un hombre de raza negra y la Venus de Médici tiene genitales masculinos y pechos femeninos, es hermafrodita. El artista Mateo Maté (Madrid, 1964) subvierte de esta manera los longevos cánones de belleza y equilibrio haciendo leves intervenciones, con precisión cirujana, en estatuas clásicas grecolatinas. “A veces basta con añadir 20 gramos de escayola para cambiar los significados”, dice el artista. Con estas breves reformas estas estatuas, que representan el ideal humano occidental y patriarcal, se parecen más a España y al mundo. Forman parte de la instalación site specific titulada Canon, que se puede ver en la sala Alcalá 31 (en ese número de esa calle) de la Comunidad de Madrid hasta el 23 de julio.

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Al entrar el visitante se enfrenta a un laberinto en el que, si evita las trampas y los caminos ciegos, llega a recorrer la veintena de estatuas “tuneadas” que también tienen como correlato el trayecto vital y sus diferentes fases. Porque la existencia no transcurre siempre por donde queremos ni resulta ser lo que nos esperamos: no hay vidas canónicas. Por el final el Cadáver de René de Chalon, músculo y hueso, con el corazón (literalmente) en la mano, ejerce de tétrico memento mori.

Calvicie, carnes flácidas, arrugas, mutantes raros: nos encontramos por aquí a un Adonis (obeso), con unos notorios kilos de más, la Venus del Esquilino (embarazada), el Discóbolo en reposo (viejo), el Hipocéfalo, hombre con cabeza de caballo, o un praxiteliano Apolino convertido en Apolina. “Lo que observo es que el canon grecolatino, que está obsoleto y roto mil veces, sigue vigente en nuestras sociedades, por ejemplo a través del cine o la publicidad”, dice el artista. Y no solo en el ideal atlético y soldadesco de las esculturas masculinas: “Las mujeres se representan en el canon griego como veinteañeras aristócratas preparadas para la maternidad y la gestión de un hogar”.

El objetivo es disolver lo apolíneo y mostrar ciertas divegencias significativas; así hacer que el espectador “experimente ese ruido entre lo que uno piensa que vive y lo que vive en realidad, y que la próxima vez que vea este tipo de imágenes las vea ‘manchadas”, dice Maté. “No se trata tanto de romper con estas figuras como de solaparles otra imagen”.

Las reproducciones escultóricas han sido realizadas en el taller de vaciados de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y dialogan con una serie de reproducciones prestadas para la ocasión por el Museo Nacional de Escultura, con sede en Valladolid. “La idea era acudir al origen, a esos moldes originales (que a su vez son copias de copias de copias) que han creado la norma para los artistas”, dice Maté. Son las imágenes que se copian a carboncillo en escuelas y facultades de Bellas Artes y se graban a fuego en la mente de los creadores. Y a partir de ahí hacer ese hackeo. “Concibo al artista como a un tenista, que, de un golpe, desvía la trayectoria de la vida con la misma energía”, apunta Maté

¿Pero no está la diferencia, lo ajeno a lo normativo, cada vez más aceptada en nuestras sociedades? “Es cierto que estamos en ello, y las leyes ya existen, pero esa supuesta libertad para expresarse y comportarse como uno siente o desea a veces solo se da en grandes ciudades y en ciertos países”, opina el artista.

La obra se inscribe en uno de los intereses de Maté, el estudio de la relación del arte con el poder. En este sentido ha llevado a cabo propuestas como la instalación Área restringida, que dibujaba mapas con cintas dentro de las salas de artes, fronteras que eran estrictamente vigiladas por los guardas del museo y las cámaras de seguridad, o Paisajes uniformados, en el que compara los estampados de las vestimentas de camuflaje con la mancha en el lienzo de los pintores impresionistas. “Un invento tan bello como el impresionismo pudo traducirse en códigos militares”, dice el artista. Una denuncia de la obsesión por la vigilancia y el control o la militarización de los espacios artísticos y hasta domésticos.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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