La ocupación de viviendas asedia a Segur de Calafell
Una explosión en una casa usada como laboratorio clandestino de droga destapa la apropiación por la fuerza de inmuebles embargados
La explosión que destrozó, el pasado fin de semana, un chalet en Segur de Calafell (Tarragona) puso al descubierto un problema que está enquistado en esta zona de la costa: La ocupación de segundas residencias. Los dos jóvenes que se habían adueñado de la casa con piscina donde se produjo la deflagración, que los dejó gravemente heridos, la usaban para cultivar marihuana y como laboratorio para fabricar hachís. El uso clandestino de la vivienda causó sorpresa entre los vecinos, "nunca habíamos notado nada", repetían muchos tras la explosión. Sin embargo, aparentemente solo una minoría mostraba alarma ante el hecho de que los dos chicos, de 26 y 29 años, vivieran en el chalet tras haber accedido a él por la fuerza. "Aquí hay muchas casas ocupadas", confirman fuentes policiales. "Si hay un propietario, el desalojo puede ser ágil, pero si son casas del banco, los trámites se complican", indican las mismas fuentes. La casa donde se registró la explosión había sido embargada por un entidad bancaria. Los ocupantes llevaban más de dos años residiendo en ella. En el Ayuntamiento no constaba ninguna denuncia, però la Sareb asegura en conversación telefónica con EL PAÍS, que sí lo había denunciado, aunque no aporta ninguna documentación que lo acredite. El alcalde, Ramon Ferré, ha admitido que algunos barrios del municipio son un "lugar ideal" para ocupar una casa.
La urbanización forma parte del municipio de Calafell y debe sus formas actuales al crecimiento constructivo desaforado que, durante la segunda mitad del siglo pasado, se desencadenó en el litoral. La carretera parte en dos el núcleo urbano. Los bloques de apartamentos monopolizan las zonas próximas al paseo marítimo y las casas se multiplican colina arriba. La Sareb tiene ahí varios inmuebles a la venta. Por 129.000 euros se puede adquirir una construcción de 219 metros cuadrados con jardín y piscina o, por 228.000 euros, una propiedad de 613 metros cuadrados, cuatro habitaciones y tres baños. La web inmobiliaria Idealista contabiliza más de 600 ofertas en esta urbanización. El alcalde Ramon Ferré no oculta que la profusión de ladrillo ha azuzado la controversia. Las casas deshabitadas, ya fuere por embargos bancarios o por el simple hecho de ser segundas residencias, poco frecuentadas durante el invierno, generan un efecto llamada para los ocupas. A cobijo de miradas ajenas y ante la dificultad que representa para la policía controlar un espacio interior tampoco es extraño, concede el alcalde, que varios de los inmuebles asaltados se conviertan en invernaderos para cultivar marihuana. La casa de la avenida de Anglaterra que estalló el domingo llevaba más de dos años ocupada y escondía un centenar de plantas de "maría".
No solo con los laboratorios caseros de droga debe lidiar la policía. La semana pasada los Mossos tuvieron que atender la llamada de unos ocupas que denunciaban que unos intrusos se habían adueñado de su chalet. Los intrusos eran, realmente, los legítimos propietarios de la casa, que habían aprovechado un ausencia de los ocupas para acceder a inmueble y cambiar las cerraduras. Se trata de una vivienda unifamiliar de dos plantas con jardín y piscina. Fue ocupada hace tres años por una familia con seis hijos. En declaraciones a TV3 la familia admitía estar haciendo un uso ilegítimo de la casa pero descartaba irse hasta que no pudiera acceder a una vivienda social. Ocuparon el chalet cuando pertenecía un banco pero recientemente fue comprado por una pareja. La misma pareja que trató de acceder a la casa "por la fuerza" y que ha sido denunciada por violación de domicilio tras verse obligada por la policía a abandonar la casa y dejarla, de nuevo, a disposición de los ocupas.
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