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El CSI español tiene la sede en Las Rozas

El Instituto Nacional de Toxicología recibe muestras de toda España y elabora más de 15.000 informes al año para jueces, Administraciones Públicas y particulares

F. Javier Barroso
Una trabajadora del Instituto Nacional de Toxicología analiza unos restos humanos.
Una trabajadora del Instituto Nacional de Toxicología analiza unos restos humanos.claudio álvarez

La especialista extiende en una mesa blanca una camiseta gris llena de sangre y varios agujeros producidos por las postas de un cartucho. La observa y le da la vuelta. La parte posterior está aún más manchada. El trabajo de esta trabajadora del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF) consiste en determinar desde qué distancia se pudo hacer el disparo. Al lado, su compañera tiene parte del cuerpo cabelludo de un policía muerto de un disparo en la cabeza en el País Vasco. Ese es el día a día de este centro de referencia nacional, con sede en Las Rozas y en el que trabajan 220 especialistas en diversas materias forenses.

Las dos empleadas forman parte del departamento de Criminalística, uno de los cinco que forman el instituto. Este se creó a finales del siglo XIX para ayudar a la Administración de Justicia y, desde entonces, se ha ido modernizando hasta convertirse en uno de los centros de referencia a nivel mundial. Sus trabajos más destacados están unidos a hechos que permanecen en la memoria reciente, según explica su directora, la forense María Dolores Moreno Raymundo.

Sus especialistas han participado en catástrofes como la identificación de las víctimas del accidente del tren Alvia en Santiago de Compostela, en los militares fallecidos en el Yak-42 o en el avión de Spanair incendiado en el aeropuerto de Barajas. Otros son desapariciones o asesinatos como el de las niñas de Alcàsser, la vecina de Alcobendas Anabel Segura o de Lasa y Zabala, entre otros muchos. “Hacemos todo tipo de análisis para los juzgados, para las Administraciones Públicas y para las empresas y particulares si pagan nuestros servicios”, reconoce la directora.

El centro del INTCF está situado en una zona de empresas situada entre la autovía de A Coruña (A-6) y la M-50. El edificio pasa completamente inadvertido desde el exterior, sin que se aprecie la actividad científica del interior. Existen también centros en Barcelona, Sevilla y Tenerife, pero son más pequeños. El de Las Rozas elabora unos 15.000 informes al año, casi la mitad de todo el instituto, y recibe 61.000 muestras de las 150.000 anuales. Dispone en sus 16.000 metros cuadrados y tres plantas más sótano de las más modernas tecnologías del mercado. De hecho, parece más un laboratorio de investigación que un centro toxicológico y forense. “Tenemos una media de 15 juicios al día. Gracias a que tenemos videoconferencia, no tenemos que ir de juzgado en juzgado”, reconoce el director del Departamento de Madrid, Jesús Agudo Ordóñez.

Uno de los departamentos con un olor característico es el de análisis de la droga. En el centro de Las Rozas se reciben muestras de los alijos más pequeños (menos de 2,5 kilos) que se incautan en España. Los que superan esa cifra los estudia la Dirección General de Farmacia. Las formas en las que llega el estupefaciente es de las más variadas. “Lo fácil es pensar cómo alguien ocultaría la droga para pasarla por la aduana y seguro que aquí ya la hemos tenido”, afirma una de las empleadas de este departamento. Analizar cada muestra, lo que incluye su pureza, puede llevar una hora y media de trabajo, tras lo cual se redacta el correspondiente informe para los jueces.

La sección de Química analiza restos de sangre, orina, fluidos gástricos, entre otros, y la posible presencia de tóxicos o medicamentos en ellos. Aquí por ejemplo, llegan las pruebas de la Guardia Civil y de las policías locales cuando hacen un control de drogas y el conductor da positivo. También los tests de personas que hayan podido sufrir una violación o de fallecidos en accidentes de tráfico y los delitos medioambientales.

Pruebas de paternidad

Un trabajo complementario se desarrolla en Biología, donde se pueden analizar los restos orgánicos que haya en “cualquier objeto o superficie”, según sus técnicos. Estos son los encargados de realizar las pruebas de paternidad a través de las muestras de ADN procedentes de los juzgados de primera instancia, además de identificar a las víctimas de catástrofes.

La especialidad del INTCF es tal que permite analizar hasta los restos de pintura en un accidente de tráfico. Su base de datos verifica en cuestión de minutos a qué vehículo, marca, modelo e incluso año, de forma que se acotan las investigaciones. “Cada fabricante aplica hasta seis capas distintas en la pintura de un coche, que lo hace muy característico”, reconoce Agudo. Los análisis no son solo de muestras. También se estudian documentos, como cheques, para saber si las firmas están falsificadas o, por el contrario, son legítimas.

Uno de los estudios más importantes que está haciendo ahora el INTCF trata sobre la muerte súbita, dentro del área de Histopatología. El centro recibe los corazones de las personas que lo han sufrido, siempre que los donen los familiares. En Las Rozas, se disecciona y se estudia cuáles han podido ser las causas.

Un teléfono con 90.000 llamadas al año

El teléfono del Servicio de Información Toxicológica (91 562 04 20) puede ser el más publicitado y el menos conocido de toda España. Aparece en todos los envases de productos con riesgo de producir toxicidad: detergentes, medicamentos, barnices, pinturas y un largo etcétera.

Este servicio está atendido por médicos expertos especializados en toxicología durante las 24 horas del día durante todo el año y recibe una media de 90.000 llamadas al año, tanto de particulares como de servicios sanitarios. “Hola, os llamamos de las urgencias del hospital. Nos ha traído la policía a un detenido que se ha tragado un trozo de marihuana envuelto en plástico durante un registro domiciliario. ¿Qué hacemos?”. El médico que atiende la llamada les dice que si la dosis está bien protegida, la eliminará sin problemas, sobre todo si le suministran aceites vegetales. Eso sí, debe estar en observación.

La mayoría de las llamadas de particulares son por niños que han tomado algún limpiador de manera accidental o por adultos que han consumido más dosis de medicamentos.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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