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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Dos fotos: de ayer a mañana

A Junqueras hay que prestarle atención. Está demostrando ser un hombre de una endemoniada habilidad

Francesc de Carreras
Forcadell, Puigdemont, el Rey, Sáenz de Santamaría y Junqueras el pasado lunes en el Mobile World Congress.
Forcadell, Puigdemont, el Rey, Sáenz de Santamaría y Junqueras el pasado lunes en el Mobile World Congress.ANDREU DALMAU (EFE)

Dicen que no hay nada casual. Yo pienso que sí, que hay muchas casualidades; sin ellas no se explicaría la historia ni tampoco, bien pensado, nuestras mismas vidas privadas. “Fue sin querer, es caprichoso el azar…”, dice Serrat en una bellísima canción. Pues bien, en los periódicos de ayer se publicaron dos fotos, sin duda por casualidad, porque es caprichoso el azar, que reflejan el ayer y el mañana del nacionalismo catalán.

En una de ellas se apelotonan los dirigentes del PDCat, la antigua CiU, para respaldar a Quico Homs en su patética comparecencia ante el Tribunal Supremo. Rostros circunspectos y casi desconocidos, se supone que producto de la renovación del personal al refundar el partido. Cuando uno recuerda a los Pujol, Roca, Trías Fargas, Cullell, Alavedra y tantos otros, advierte cambios. Antes tenían la mirada más inteligente, su frente era más despejada.

En esta foto puede verse, aunque algo esquinado, a Artur Mas. Este hombre está haciendo cosas muy raras. Quizás siempre las ha hecho, especialmente desde su resbalón de finales de 2012, cuando se equivocó al disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones pensando que la calle, las abarrotadas calles de la Barcelona del once de septiembre de aquel año, eran suyas. Fatal error, que está pagando con creces.

Desubicado desde hace algo más de un año, cuando cedió a Puigdemont la Presidencia de la Generalitat, en las últimas semanas ha intentado levantar cabeza, consciente de que el vacío de liderazgo en su partido puede ser una ocasión para volver a ponerse al frente del mismo. Sin embargo, las circunstancias le son desfavorables. No sólo puede ser inhabilitado para presentarse a unas elecciones sino que el famoso caso 3% le está rondando. Ya no es el de la época Pujol sino el de sus años de Presidente de la Generalitat.

Por lo visto, Convergència, llámese como se llame, no cambia su esencia y como siempre ha considerado a Cataluña como suya, se apropia del porcentaje de gasto público que le corresponde. Construyen naciones, ahora quieren construir estructuras de Estado, pero también construyen obra pública, estructuras de hormigón que, por el momento, le son más rentables. Mas está cercado por la corrupción y cualquier día le vemos en los papeles. Su partido y él son el pasado.

Pero se publicó también la otra foto, la enternecedora imagen de un rey Felipe sonriente y a su lado, en plena carcajada y mirando hacia arriba, a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría arropada, casi tiernamente, con las manos en sus hombros, por un sereno y descorbatado Oriol Junqueras, musitando alguna ingeniosa ocurrencia. La anterior era una foto triste y encorsetada, ésta es una foto alegre y distendida. Se me antoja que una es el ayer y otra el mañana.

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En efecto, a Junqueras hay que prestarle atención, cada vez más atención. Está demostrando ser un hombre de una endemoniada habilidad. Nunca contesta a ninguna pregunta comprometida, siempre se escabulle, pero nadie se lo reprocha. Desde que es vicepresidente, permanece en la sombra, menos protagonista que nunca. “Que se quemen los otros”, quizás piensa, “yo me pongo a resguardo para verlas venir”.

Todos saben que no se celebrará un referéndum de autodeterminación pero sólo Junqueras actúa ya contando con ello. Quizás piensa que “eso de la independencia va más lento de lo previsto” y es mejor prepararse para una larga marcha. La meta inmediata debe ser alcanzar la presidencia de la Generalitat, unos años en ella para seguir “fent país”, construyendo nación, más años de paciencia, pájaro en mano, la fruta aún no está madura. Quiere ser un presidente como Pujol pero basculando hacia la izquierda: aliado con los Comunes, si no hay más remedio con la CUP y, seguramente, con la ayuda, siempre inapreciable, del PSC, la mano amiga. Los restos de la antigua Convergència también serán bienvenidos, su colaboración irá paralela a su progresivo desguace.

Junqueras es listo, sin complejos, no debe demostrar, como le sucedía a Mas, que es un independentista de piedra picada: este valor se le supone. Quiere gobernar Cataluña, independiente o autónoma, es probable que lo consiga. Mientras unos se hacen la foto ante el Tribunal Supremo, otros agarran por el hombro a Soraya. El azar y la necesidad. Las casualidades. En este mundo hay de todo, tontos y listos.

Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional.

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