Falsificadores de cuadros en el Rastro
Un anticuario y un pintor madrileños están acusados de plagiar un centenar de obras de pintores modernistas catalanes
Cuando entraron en el taller, los guardias civiles encontraron el caballete montado, la página recortada de un catálogo del pintor Ramon Casas pegada en un soporte y un trazado a lápiz a medio hacer. En el suelo, apoyado contra una pared, un cuadro igual, acabado. El pintor, un tanto amateur, no pudo seguir trabajando. Acabó detenido él y cinco personas más el pasado 13 de febrero en Madrid, Barcelona y Valencia acusadas de formar parte de una red que falsificaba y vendía obras de pintores catalanes modernistas de finales del XIX principios del XX.
Uno de los arrestados es un anticuario del mercado del Rastro de Madrid que también vendía bisutería. Solía hacer algunos bocetos, sobre todo de cuadros pequeños. Cuando la cosa requería de más sofisticación llamaba a un pintor profesional, de 60 años, también madrileño, que en su día llegó a vender unas cuantas obras propias, según la Guardia Civil. Este arreglaba algunos de los bocetos, daba forma a otros y también se dedicaba supuestamente a falsificar los certificados de autenticidad.
“Tenían un par de sellos que fueron robados de un notario y lo utilizaban para dar fe”, explica el cabo jefe del grupo de patrimonio histórico de la Guardia Civil. Y se esmeraba en hacerlo bien: los agentes encontraron un libro que recogía 165 firmas de autores, y al lado un folio en blanco donde había practicado 15 veces la rúbrica de Sorolla. “Cuando vio que le salía bien, la usó”, explica el investigador. La lista de los plagiados es larga: Ramon Casas, Eliseu Maifren, Anglada-Camarasa, Santiago Rusiñol, Joaquim Mir i Trinxet, Isidre Nonell, Cecilio Pla o Joaquim Sorolla.
Los dos pintores eran prolíficos. En un mes podían pintar cinco cuadros para servir al menos a tres distribuidores. El principal era un anciano de 70 años del barrio barcelonés de Hostafrancs. Solía moverse con chofer y guardaespaldas, una función que ejercía su nieto, y buscaba a sus posibles clientes hasta debajo de las piedras. Pero dieron con la persona no adecuada, el director del grupo inmobiliario Vertix, al que el presunto estafador conoció en la sala de espera de la clínica privada Dexeus.
El anciano se le acercó, le dijo ser anticuario... Y acabó vendiéndole un Ramon Casas por 7.200 euros. El directivo aceptó, pero pasados unos días, dándole vueltas a cómo había conocido a esa persona, al precio de la obra, y al ver que la tarjeta de contacto que le había dado era falsa (nadie respondía a aquel teléfono ni a aquel nombre), se quedó intranquilo. Consultó con su entorno, y finalmente acudió a los Mossos d’Esquadra.
La unidad de patrimonio histórico empezó entonces una investigación de tres meses que ha concluido en la intervención de 100 cuadros, creen que en su mayoría falsos, aunque todavía están pendientes del peritaje. No descartan que entre todas las telas pueda haber algún lienzo verdadero, fruto del intercambio que hacían también con algunos de los estafados. En ese enredo al que les sometían, lograban también que les diesen sus obras para buscarles compradores.
Hasta ahora, los Mossos y la Guardia Civil han localizado a seis víctimas, la mayoría empresarios y médicos. Colocaban algunos de esos cuadros en las salas de reuniones o de espera. Una de las víctimas del distribuidor de Valencia llegó a comprar 26 piezas por las que pagó 76.000 euros. En total, estafaron 117.000 euros a las víctimas. En el proceso, los distribuidores multiplicaban el precio de coste por 10 o por 20. “Los pintores podían hacer una tablilla por 200 euros”, explica el inspector de los Mossos Jordi Ollé, jefe del área central de patrimonio. A partir de ahí, los precios iban subiendo en función de si el cliente se ponía exquisito y pedía también un certificado. Llegaron a vender pinturas falsas por 10.000 euros.
Los policías todavía investigan el papel de una sala de subastas de la zona alta de Barcelona. Allí encontraron siete cuadros, que no habían incluido en el catálogo oficial de la subasta, según explica el jefe de la unidad de patrimonio histórico de la policía catalana. Uno de estos cuadros llegó a venderse. La policía catalana quiere saber el nivel de implicación de la sala con la trama.
Los Mossos sospechan que esta red, unida por el mundo de la venta ambulante y de la pintura, llevaba desde 2010 dedicándose a la fabricación exprés de cuadros falsos. En la investigación, los agentes han detenido también a una persona en Valencia, que solía pedir cuadros más grandes y más laboriosos, que requerían más tiempo y la entrega en mano. En Barcelona, la mayoría se enviaba a través de paquetería. La pregunta que sigue en al aire ahora es clave: ¿Dónde ha ido a parar todo el dinero que ganaron?.
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