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POP LA HABITACIÓN ROJA

Argumentos para la hermandad

Los valencianos combaten el escaso de público y hacen valer su hábil colección de himnos

Los integrantes del grupo musical La Habitación Roja.
Los integrantes del grupo musical La Habitación Roja.

Escuchar a La Habitación Roja viene a ser el equivalente a una inversión en Letras del Tesoro. Hay poco margen para el sobresalto y una amplia garantía de disfrute, como corresponde a los valores seguros. Cosa distinta, maticemos, es en qué grado llegue el público a cubrir la emisión. Anoche, en la apertura del festival Inverfest, el Circo Price se erigió en metáfora del aturdimiento postnavideño, el destemple meteorológico y los agujeros en las finanzas domésticas. Una pena que los acontecimientos se desarrollaran casi en familia, con la pista medio llena y el graderío despoblado, porque el quinteto sigue siendo una banda directa, amena, honesta, refractaria a las atonías.

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No han querido nunca los chicos de La Habitación Roja enredarse en grandes complejidades argumentales ni sonoras, característica que representa el principal de sus encantos y también el mayor de los peligros. No hay audacias armónicas ni derroches estructurales: las canciones se ven venir, entran solas y, con las mismas, pueden dispersar al oyente menos volcado con la causa. Sobre todo si el público se abotarga en las butacas: nunca está muy claro cuándo favorece la configuración de sala y cuándo la de teatro. "Cómo os imponen los circos", bromeó el socarrón Jorge Martí, un líder siempre más afín a la media sonrisa que al estruendo.

Las incertidumbres se acrecientan ante la evidencia de que el más reciente trabajo del grupo, 'Sagrado corazón', anda titubeante en el capítulo de himnos y no acaba de prender en la memoria colectiva. Ni siquiera la resultona 'You gotta be cool' parece un contraejemplo irrefutable, y es el atípico desvarío ruidista al final de 'Sombras en la oscuridad' lo mejor en el arranque de la noche, lastrado por algunas molestas dificultades técnicas.

Queda, claro, el caudal inmenso de la complicidad, cimentado por tantos largos años compartidos: 22 temporadas y subiendo. Y el apego por esa candidez lírica que transita por el fino hilo entre lo entrañable y lo cursi. "Al final, en la amistad está el camino a la verdad", proclama Martí, con incómodo halo parroquial, en la por lo demás estupenda 'Volverás a brillar'.

Las sinergias se acentuaron a partir de 'L'Albufera' y 'Voy a hacerte recordar', piezas coreables y adictivas que dieron paso a los grandes argumentos para la hermandad: 'Indestructibles', 'Nuestro momento', el éxtasis final con 'Ayer'. Lo más apreciable de LHB, incluso en las noches menos sencillas. Ya se sabe: el valor seguro.

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