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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Paternidad no transferible

Las fuerzas políticas tendrán que decidir entre regular un cambio de verdad en los permisos por nacimiento o quedarse a medias

Milagros Pérez Oliva

Hay medidas que tienen efecto dominó y por eso son especialmente recomendables cuando lo que se quiere es cambiar de verdad las cosas. España se encuentra a la cabeza de Europa en caída de la natalidad y en la cola en facilidades para tener hijos. Hace mucho que los expertos insisten en que ambas posiciones están relacionadas. Ahora se plantea la necesidad de aumentar el escuálido permiso de paternidad de que disponen los hombres. Está muy bien que al fin se aborde esta cuestión, pero la forma de hacerlo determinará si estamos ante una mera medida electoralista o vamos realmente al fondo de la cuestión.

De momento, el Parlamento español tendrá que decidir entre regular un cambio de verdad, o quedarse a medias. El pasado mes de octubre, el Congreso de los Diputados aprobó por 173 votos a favor y la significativa abstención del PP, una iniciativa promovida por Podemos para implantar 16 semanas de permiso para cada uno de los progenitores, remunerado al 100% e intransferible entre ellos. Dadas las dificultades económicas, la propuesta contempla que la implantación sea progresiva.

Pero el Gobierno se ha limitado de momento a regular lo acordado en el pacto de investidura entre el PP y Ciudadanos, es decir, una ampliación del permiso de paternidad, que pasa de las dos semanas actuales a cuatro. Esta ampliación, con ser positiva, apenas cambia nada y además se limita a cumplir lo que ya estableció la ley de Igualdad de 2007 para entrar en vigor en 2011. Se trata, pues, de una medida ya acordada que llega con cinco años retraso.

Los partidos de la oposición quieren que la reforma se complete esta legislatura. A la hora de concretarla se verá si prospera la propuesta más avanzada de Podemos o la que Ciudadanos introdujo en los pactos de investidura que suscribió primero con el PSOE y luego con el PP. En síntesis, propone establecer ocho semanas intransferibles para cada uno de los progenitores y otras diez a disposición de cualquiera de los dos.

Si se aumenta el actual permiso para los padres por el nacimiento de un hijo pero la mayor parte de las 26 la puedan seguir tomando las madres, la familia tendrá un poco más de respiro, pero habremos avanzado poco en los cambios estructurales precisos para lograr que el coste de la procreación no recaiga sobre la carrera profesional de las mujeres, como ahora, y para que los hombres puedan disfrutar también de la crianza.

Ahora, las mujeres tienen derecho a un permiso de 16 semanas, pero 10 de ellas puede tomarlas el padre. ¿Cuántos de ellos se acogen a esta posibilidad? Apenas el 2%. La realidad indica que solo si el permiso es equivalente en tiempo y absolutamente intransferible se logrará reducir la brecha que hay entre hombres y mujeres a la hora de asumir las cargas laborales de los primeros momentos de la crianza. En la fórmula 16+16, cada uno dispone de esas semanas de permiso sin que pueda transferirlas al otro, lo que no excluye cierta flexibilidad en la forma de usarlo. Esta fórmula permite que primero coja el permiso la madre, lo que facilita la lactancia materna, y cuando esta se reincorpora al trabajo, pueda el padre tomar el relevo. Entre permiso de maternidad y paternidad, vacaciones de ambos y lactancia, podrían encadenar casi un año de atención al bebé.

Pero solo si el permiso es intransferible se producirá la cadena de efectos que se persigue para eliminar la brecha de género. Esta fórmula elimina de golpe el sesgo por riesgo de maternidad que muchas empresas aplican a la hora de contratar a mujeres jóvenes. Si los hombres disponen también de un permiso de 16 semanas que pierden si no lo disfrutan, el riesgo de ausencia será el mismo para ambos sexos, de manera que no tendrá sentido plantearse siquiera la cuestión.

Por otra parte, el permiso paterno facilita la reincorporación de la mujer en un tiempo razonable, y hace que las repercusiones del nacimiento de un hijo sobre la carrera profesional sean equiparables. Pero también tiene efectos sobre la esfera privada: introduce al padre en las rutinas y responsabilidades del hogar, le implica en la crianza de los hijos y facilita el vínculo emocional con el niño, algo que también es muy importante. Como dice el sociólogo norteamericano Michael Kimmel, uno de los principales investigadores sobre masculinidad y roles de género, creador de la revista académica Men and Masculinities, “la igualdad de género es buena para todos, incluidos los hombres”.

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