En esta carroza reinan los nervios y la alegría
Cuatro hospitales organizan un carruaje para niños enfermos
Empiezan a sonar los villancicos en el aparcamiento de carrozas, junto a Nuevos Ministerios. Y se encienden las luces, y empiezan a volar los primeros caramelos. “¡Que todavía no es!”, le increpa un niño a otro, subidos ambos en la segunda carroza de la fila, la llamada De los libros, un carruaje real dedicado a los niños hospitalizados. “Hemos adoptado esta temática para hacer un homenaje a los pequeños que tienen que pasar o han pasado largos tratamientos en los hospitales de Madrid”, explica Cristina López, una de las portavoces de la Agencia IDS (Impulso-Difusión-Salud), organizadores de este vehículo de la cabalgata y especializados en “humanización sanitaria”.
Mientras se colocan abrigos, gorros y bufandas —hacía frío en la capital— los ojos de los niños empiezan a coger ese brillo que sólo saben tener ellos en estos días. Abajo aguarda Marga, madre de los mellizos, Ruth y Mario. Su mirada de ilusión no tiene nada que envidiar a la de sus hijos de seis años: “Hace justo un año, el día de Reyes, nos dijeron que Mario, después de tres años de tratamiento por leucemia, podía pausar el tratamiento”, cuenta, “por eso para mí hoy es un día doblemente feliz: Mario está disfrutando de algo que la enfermedad le privó, de jugar y mezclarse con otros niños y no ponerse más malito”.
“Vinimos hace tres horas”, exclama la madre de Mario, “está como locos, nerviosos desde esta mañana, esperando a los Reyes”. Cuatro hospitales de Madrid (12 de octubre, La Paz, Gregorio Marañón y Niño Jesús) son los padrinos de esta carroza. Los cuatro llevan varios años juntándose para “reivindicar el día del niño hospitalizado”. Lo cuenta el doctor Javier Cobas, jefe de la unidad maternoinfantil de La Paz. “A pesar de que tenemos un hospital viejo, a la planta de oncología infantil siempre vienen los Reyes”, cuenta. Su compañera de centro, Herminia Ramos saluda a algunas madres de pacientes que se han pasado por la carroza, justo antes de salir. “Estos niños representan a los que no pueden venir; lo hacemos por todos ellos”, reivindica Ramos.
“¡Empieza, se ha metido el conductor, y el helicóptero ya está dando vueltas!”, grita una niña sobre los hombros de sus padres. “Hemos venido a tirar caramelos”, grita Mario, saludando desde la carroza. Todos bailan, dando pequeños botes, agarrados a la barandilla. “¡Ya salimos!”.
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