Una sirena en el asfalto
La nadadora disfruta su ciudad desde las azoteas, frecuenta parques para desconectar y reivindica los centros deportivos
1. La Bicicleta. Me encanta pasar mis tardes libres por el barrio de Malasaña. Está lleno de bares y lugares con encanto para tomar un café. Aquí encuentras sitios geniales que te hacen descubrir cómo está cambiando el mundo. Ya no es necesario ir a la oficina para trabajar, se puede ser productivo en cualquier lugar. Solo hace falta coger los apuntes o el ordenador, café caliente y… ¡manos a la obra! (Plaza de San Ildefonso, 9).
2. Parque del Buen Retiro. Es mi lugar favorito de Madrid, donde puedo respirar aire puro. Es el gran pulmón de la ciudad. Aprovecho cualquier momento libre para escaparme ya que está a solo siete minutos andando de mi casa. Me doy un paseo escuchando música e incluso me siento en el césped a leer o a relajarme. Sin duda, es mi rincón para desconectar. (Plaza de la Independencia, 7).
3. Real Canoe Natación Club. Mi club de toda la vida, aquel del que antes de nacer ya era socia. Me paso cada día aquí porque es el lugar donde entreno y trabajo enseñando a las más pequeñas lo que he aprendido durante tantos años. Es el mejor club de natación de Madrid y uno de los mejores de España. Lo que más me gusta es que somos una pequeña pero gran familia. Nos conocemos todos y, además, puedes hacer cientos de actividades. Yo ahora me he animado con el boxeo. (Calle del Pez Volador, 30).
4. El jardín secreto. Sobre la riada de turistas, las tiendas de tatuajes y los compradores de oro que se agolpan en esta céntrica calle se encuentra un local diferente, un pequeño oasis urbano donde desconectar. Es un salón de té sacado de un cuento de hadas emplazado en el lugar que menos podrías imaginar: la cuarta y última planta de la tienda Salvador Bachiller. Puedes tomar un simple café, cenar e incluso beber unas copas rodeado de naturaleza. (Calle Montera, 37).
5. Estadio Vicente Calderón. No soy demasiado futbolera, pero acudo de vez en cuando para apoyar a mi equipo, el Atlético de Madrid. Poder ver los partidos en este campo es magnífico, una sensación única. Creo que la colchonera es la mejor afición que he visto nunca, ¡jamás deja de animar! (Paseo de la Virgen del Puerto, 67).
6. Restaurante Ojalá. Lo descubrí cuando vivía en Barcelona. En una de mis visitas exprés a Madrid llamé a mis amigos y me llevaron a este sitio. Es un local de dos plantas. En la inferior el suelo es de arena, lo que evoca al mar. Es la playa de Malasaña. Puedes desayunar, almorzar y por la noche dan unos cocktails muy ricos. Es como si estuvieras en un chiringuito, pero en este caso te puedes refugiar en él tanto en verano como en invierno. (Calle de San Andrés, 1).
7. Parque Madrid Río. No voy tantas veces como me gustaría, pero siempre que tengo un hueco, me acerco. Me encanta visitarlo los domingos por la mañana y ver a toda esa gente compartiendo aficiones: corriendo, patinando, paseando, montando en bicicleta... (Puerta de Toledo, s/n).
8. Soto del Real. Muchos domingos visito a mi tío en una residencia de Soto del Real y luego aprovecho para pasear por el centro del pueblo. Hay una iglesia de piedra, la de la Inmaculada Concepción. Es muy bonita y su torre alberga varios nidos de cigüeña. En la zona se citan los ciclistas para subir a la montaña, que es preciosa. Yo solo hago parte de la ruta. Basta sobrepasar la parroquia para estar ya en pleno campo y respirar aire puro. Dependiendo de la temporada del año, puedes ver unos paisajes asombrosos. (Calle de San Sebastián, 2).
9. Azotea del Círculo de Bellas Artes. Un bastión cultural donde, además, se puede hacer ocio. Suelo ir de vez en cuando, sobre todo en verano. Con el buen tiempo se pone de moda eso de ir de terracitas, pero yo prefiero las azoteas, desde las que puedes contemplar la ciudad. Mi favorita es esta, que ofrece una magnífica panorámica. (Calle de Alcalá, 42).
10. Mercado de San Ildefonso. Desde hace algún tiempo se han puesto de moda los mercados, donde puedes encontrar cualquier cosa. A este voy de vez en cuando con mi familia para picar algo. No solo existe multitud de platos (me encanta la paella de trufa y setas y los crepes salados), además el sitio es muy original y agradable. Tiene una terraza y cuando hace buen tiempo se llena de gente joven. (Calle de Fuencarral, 57).
Una danza de medallas
Después de seis años en el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat del Vallés, Clara Camacho (Madrid, 1994) ha regresado a su ciudad con ganas de redescubrirla. Estudia psicología a distancia y se ha convertido en entrenadora de niñas que quieren seguir sus pasos. Hija del saltador de trampolín olímpico Ricardo Camacho, Clara cambió esa especialidad y sus clases de ballet por la sincronizada con diez años. Ha conquistado medallas en los Europeos de Berlín 2014 y Londres 2016 y en el Mundial de Barcelona 2013.
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