Una historia de atracción
Inaugurado en 1969, el Parque de Atracciones de Madrid ha sabido adaptarse al paso del tiempo: recibe un millón de visitantes al año y se acaba de publicar un libro que relata su pasado
Son ya varias las generaciones que han viajado al corazón de la Casa de Campo a maravillarse, a que las pongan boca abajo o del revés a toda velocidad, a vivir tremendos subidones de adrenalina, a pasar miedo, a jugar, a pasear, a comer, a divertirse. Allí está, desde hace casi medio siglo, el Parque de Atracciones de Madrid (www.parquedeatracciones.es; Casa de Campo, s/n), preparado una temporada más para afrontar la campaña navideña, que dará comienzo el día 17 de diciembre. “Este parque tiene la particularidad de combinar el encanto de lo vintage con atracciones de última generación”, afirma su director general, Enrique Pérez.
Por estas fechas aparece también el libro Parque de Atracciones de Madrid. Un viaje desde sus orígenes al presente (Ediciones La Librería), en el que se hacen un repaso de la colorida peripecia de este mágico lugar ilustrada profusamente con fotografías que reflejan la evolución de la sociedad española, montada en la montaña rusa de la historia con pantalón de campana y vestidito yé-yé. Los autores son Marco Besas —reconocido autor de libros de temática madrileña y responsable del best seller Madrid Oculto (La Librería), firmado junto a su padre— y Héctor García. “A más de uno le traerán gratos recuerdos de lejanas jornadas trepidantes”, dice Besas.
Fundado en 1969, el Parque de Atracciones es fruto de la época del desarrollismo franquista: “En aquellos tiempos se vive el que tal vez fuera el mayor auge de la clase media en España”, explica Besas, “las familias comienzan a tener dinero para comprar coches y electrodomésticos, y para dedicar a actividades de ocio. Era el momento de inventar cosas para que la gente disfrutase de la vida”. En su inauguración, el 15 de mayo del 69, festividad de San Isidro, se habían construido siete kilómetros de calles, 20 kilómetros de conducciones de agua, electricidad, megafonía o telefonía. Además, se habían removido 200.000 metros cúbicos de tierra, utilizado 750.000 kilos de hierro y 15.000 metros cúbicos de hormigón. Eran los ingredientes de la diversión venidera.
Durante aquellos primeros años el parque de Madrid —ya existían en Barcelona o en San Sebastián— tiene un punto folclórico y popular: aunque hay norias y montañas rusas, se vive un ambiente de feria que era muy del gusto del público de entonces. Así, se celebraban fiestas del vino, del queso y el jamón, o la exitosa fiesta de la cerveza. “Aparte de las atracciones más grandes se completaba la oferta con otras más pequeñas, propiedad de pequeños feriantes privados que iban rotando”, cuenta el autor.
Una de las atracciones que ha quedado grabada en el recuerdo de varias generaciones son 7 Picos, la primera gran montaña rusa construida en España y una de las mayores de la Europa de la época, nombrada en referencia a la Sierra de Guadarrama e inaugurada por Carlos Arias Navarro, entonces alcalde capitalino. Se jubiló en 2005 y ahora se la recuerda con uno de sus icónicos vagones. Jet Star fue la segunda montaña rusa (de 1970 a 1998), donde predominaban las curvas a alta velocidad, y, más calmada, pero de gran éxito, fue Reina de África (de 1973 a 2010), un oscuro recorrido de obstáculos que discurría por dentro de lo que parecía un barco de vapor del Mississippi. La lista podría seguir a voluntad: Pulpo, Laberinto y Espejos, Pista de Karts, Gusano Loco, Camas Elásticas, Tren Fantasma, Alfombra Mágica…
Tal vez la construcción más emblemática fue el Platillo Volante, en forma de disco elevado a 33 metros del suelo que cambiaba el paisaje desde varios kilómetros a la redonda y que albergaba un restaurante circular. En 1978 fue clausurado por no cumplir con la nueva legislación de seguridad y derribado en 2010. Ahora su lugar lo ocupa el Star Flyer, unas impresionantes sillas voladoras que ofrecen espectaculares vistas de Madrid. En el gran Teatro Auditórium (hasta 1999), donde programaba Torrebruno, se vieron conciertos multitudinarios de Julio Iglesias, Raphael, Massiel, Bertín Osborne, Camilo Sesto o Triana, y hasta se celebraron sorteos de la Lotería Nacional. Y en la Boîte Sagitario la jarana duraba hasta bien entrada la madrugada, entre copas y humo de tabaco, con actuaciones de grupos como Los Brincos.
Una revolución de miedo
El parque supo irse renovando con los tiempos hasta la llegada de los años ochenta. “Este negocio siempre ha dado buenos beneficios, precisamente por ello quizás en aquella década se durmieron en los laureles; se frenó la renovación. Fue perdiendo público”, dice Besas, “pero en los noventa se vuelve a inyectar dinero y llega el Pasaje del Terror; un auténtico bombazo”. Durante los años noventa el Parque se pone a punto, se abre la nueva zona noroeste, es el momento de atracciones como Cóndor, Sillas Voladoras, Katapult o El Aserradero. Entre 1996 y 2000, ante la creciente competencia internacional en el sector de los parques temáticos, se invierten 6.000 millones de pesetas en remodelación y tematización, cambiando definitivamente la cara del parque y aumentando el número de visitantes.
Hoy en día la diversión en el Parque de Atracciones, concesión municipal gestionada por la empresa Parques Reunidos, transcurre en atracciones “muy exigentes” como Abismo, Tifón, Vértigo o Tarántula, pero también triunfan otras vertientes. Por ejemplo, en Nickelodeon Land el público familiar disfruta de personajes como Bob Esponja, las Tortugas Ninja, Dora la Exploradora o La Patrulla Canina, siguiendo una tendencia en el mundo de los parques de atracciones que es la de la licencia: adoptar atracciones con personajes conocidos (en este caso del canal Nickelodeon) bajo la supervisión de sus productoras. “Utilizando marcas conocidas mundialmente podemos atraer a gente de toda España convirtiéndonos así en un parque de destino. Antes el público era mayoritariamente madrileño”, explica el director general Pérez. Al año un millón de personas visitan el Parque; predomina el público familiar y juvenil.
Otro éxito contemporáneo es todo lo relacionado con el género de terror, de hecho eventos como los de Halloween (que aporta el 10% de los visitantes del todo el año) o el Horror Fest en junio son hitos en el calendario anual del recinto. También aquí hay licencias: la atracción The Walking Dead Experience, basada en la serie de zombis homónima, es una de las más visitadas y se han abierto temporalmente otras basadas en otras terroríficas sagas cinematográficas como Insidious o Expediente Warren. “Muchas veces las propias productoras nos contactan interesadas en colaborar con nosotros”, dice Pérez.
¿El futuro? Las atracciones basadas en la realidad virtual. “Ya son el presente”, apunta el director, “y el parque las incorporará. Hay que estar preparado para adoptar las últimas tecnologías. Tenemos el poder de hacer a la gente feliz, pero eso requiere su esfuerzo”. Vivimos en tiempos de ocio a discreción, rodeados de videojuegos, redes sociales, plataformas de cine y música online, más distraídos y entretenidos que nunca. Pero el Parque de Atracciones sigue funcionando y luchando por no perder vigen cia en los nuevos tiempos. “No hay nada como sentir la fuerza del viento en la cara cuando uno viaja en una montaña rusa”, concluye el director.
Diversión madrileña
Las actividades navideñas del Parque de Atracciones de Madrid comienzan el 17 de diciembre con la presencia del padre Ángel de Mensajeros de la Paz. El Parque abrirá sus puertas todos los días del 17 al 30 de diciembre y del 2 al 8 de enero (exceptuando el 6). Luego, hasta a la temporada de verano seguirá abriendo todos los fines de semana con normalidad.
Hay más opciones de esta índole en Madrid, por ejemplo el Parque Warner; el Zoo Aquarium de Madrid; Faunia, Micropolix; Madrid Snow Zone; Parque Europa; Carlos Sainz Center o el Teleférico. En el periodo estival abren sus puertas algunas opciones para mojarse: Aquopolis Villanueva de la Cañada, Aquopolis San Fernando de Henares.
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