Las declaraciones de dos víctimas pusieron a la policía sobre la pista del pederasta de Ciudad Lineal
El inspector jefe responsable de la Operación Candy asegura que tuvieron a 50 sospechosos en el punto de mira
Los datos aportados por dos de las cuatro víctimas del supuesto pederasta de Ciudad Lineal permitieron la detención de Antonio Ángel Ortiz Martínez, de 44 años, como presunto autor de las agresiones. Así lo ha explicado el inspector jefe encargado de la llamada Operación Candy en la tercera sesión del juicio que se sigue contra este hombre en la Sección 7ª de la Audiencia Provincial.
Los móviles dieron los posicionamientos del supuesto autor
Los agentes también hicieron un estudio detallado de todos los datos facilitados por las empresas de telefonía y de los movimientos de los números en los lugares en los que se produjeron las capturas de las niñas. Eso permitió en los cuatro casos de los que es acusado Antonio Ángel Ortiz cual fue el recorrido y las horas, según ha explicado el inspector jefe responsable de la Operaciòn Candy.
Varios hechos puestos en conjunto fueron los que permitieron la detención de Ortiz, entre ellos que siempre calcaba el mismo modus operandi con sus víctimas. La excusa que le ponía a las niñas es que le tenían que acompañar porque iban a gastar una broma a un familiar suyo (un abuelo o un tío). Así lo hizo en al menos tres de las cinco ocasiones en las que actuó, supuestamente, este pederasta e incluso en alguna anterior ocurrida en abril de 2013, que no terminó en una agresión sexual.
Sin embargo, una de las niñas que más detallas dio para la investigación fue la menor capturada el 10 de abril de 2014 cuando salía de una tienda de chucherías en el distrito de Ciudad Lineal. En esta ocasión el pederasta le dijo que había hablado con su madre y que tenía que acompañarle porque tenía que probarse una ropa. Pese a que la niña fue drogada con lorazepam (Orfidal) dio detalles muy precisos de la vivienda y del edificio al que la llevó. Dijo que había unas puertas blancas con tres números y letras, que luego se comprobó que correspondían a los trasteros del piso de los horrores, en la calle de Santa Virgilia, según ha explicado el inspector jefe, entonces responsable del Servicio de Atención a la Familia (SAF) de Madrid. Se puso en marcha entonces la llamada Operción Candy (golosina).
La testigo protegido número 5, capturada el 22 de agosto de 2014, dio la versión más detallada del supuesto agresor, ya que no fue drogada. Estuvo con su agresor una hora y media en la que pudo ver que tenía una verruga en el cuello y que era una persona muy musculosa. Además, fumaba y llevaba un Citroën Xsara Picasso gris oscuro. Eso lo supo la menor de nueve años porque sus vecinos tenían uno igual y pudo identificarlo. Pero aún dio más detalles, como que llevaba una mochila y que tras agredirla sexualmente sacó de ella una toalla de gimnasio con la que la limpió. También llevaba una botella de agua en su interior.
Un testigo de esta agresión, ocurrida en un descampado cercano al metro de Canillejas -donde fue localizada la niña capturada el 10 de abril-, también lo describió un hombre de gimnasio, alto y corpulento. "Era un fanático del gimnasio. Algunas veces llegaba a pasar hasta seis horas", ha explicado el inspector jefe.
Llavero verde
Los agentes cambiaron su forma de investigar y conjuntaron todos los elementos que salían de todas las declaraciones. En lugar de vigilar la calle, se dedicaron a meterse por los gimnasios del distrito para ver quién podía corresponder a esa descripción. Se centraron también en el coche. Las imágenes de que disponían no permitían ver la matrícula, pero sí el color. Otro detalle aportado por la testigo protegido es que llevaba un llavero verde como el utilizado por los concesionarios (una pieza de color con un papel blanco), por lo que pensaron que podía estar en venta.
De nuevo, a puerta cerrada
La magistrada presidenta de la Sección 7ª de la Audiencia Provincial, María Luisa Aparicio, ha ordenado que las declaraciones de los policías que interrogaron a las menores se realicen a puerta cerrada ante el riesgo de que se filtre información y datos sobre las agresiones de las víctimas.
La fiscalía ha sido la que ha pedido esta medida antes de que testificara el subinspector que participó en la coordinación de la Operación Candy. También le tomó declaración a la niña de nueve años que fue capturada el 22 de agosto de 2014, la denominada testigo protegido 5.
Los investigadores hicieron una criba con 50 sospechosos con antecedentes por abusos a menores, pero poco a poco se les fueron cayendo estos. Es más, Antonio Ángel Ortiz no estaba entre ellos porque los antecedentes policiales que tenía eran por detención ilegal. Los responsables de la Operación Candy cerraron al final sus pesquisas en torno a tres hombres, pero los otros dos fueron desechados. "Sabíamos que Ortiz tenía acceso al Orfidal porque lo tomaba su madre y a una tía suya le faltó una caja", ha relatado el mando policial.
Los policías encargados de la Operación Candy llegaron hasta un gimnasio de la calle de Malagón, donde vieron a Antonio Ángel Ortiz. Este cumplía todas las características que habían dado las niñas. Decidieron seguirle y le identificaron en una parada de autobús el 28 de agosto de 2014. Comprobaron que llevaba la mochila con la toalla y la botella de agua. Esto le puso bastante nervioso al supuesto pederasta. "El ardor guerrero llevó a mis compañeros a identificarles, cosa que yo no lo hubiera hecho", ha afirmado el inspector jefe.
Dos días antes de su detención, el 22 de septiembre de 2014, se marchó a casa de un tío suyo, en Santander. Puso la excusa a sus familiares de que iba a hacer una obra, pero los agentes le siguieron allí durante 24 horas y comprobaron que, al igual que en Madrid, no tenía ningún trabajo. Además, dormía de manera incómoda en el salón de la vivienda.
La policía mantuvo abiertas nueve líneas de investigación
La inspectora jefa responsable del Grupo III de Policía Judicial, encargada de parte de la investigación de la Operación Candy (golosina), ha explicado en la tercera jornada del juicio que los agentes tuvieron abiertas hasta nueve líneas de investigación distintas para detener al autor de las agresiones sexuales.
Los investigadores se dividieron el trabajo. Unos se dedicaban a visionar cámaras de seguridad, otros, al posicionamiento de los móviles y otros, a identificar los vehículos identificados, entre otros aspectos.
La inspectora jefe fue la que detuvo a Antonio Ángel Ortiz en Santander el 24 de septiembre de 2014, junto con los Geos. En el domicilio de su tío, donde se encontraba, hallaron un reloj con los números romanos descrito por las víctimas en los ataques, el ordenador del sospechoso y un bote de crema de manos.
La inspectora jefe ha destacado que ella se encargó de tomar la denuncia de la agresión ocurrida el 10 de abril de 2014. La menor dio algunos detalles como la verruga del cuello y la descripción del vehículo usado. En aquel entonces se pensó que era de la marca Toyota, lo que hizo buscar unos 78.000 vehículos de esta marca.
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