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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Muestrario catalán

El desafío catalán cabalga de nuevo, pero también hay un ejercicio de clarificación en las resoluciones del Parlament

Lluís Bassets
La votación de jueves en el Parlament.
La votación de jueves en el Parlament.EFE

El desafío cabalga de nuevo. Este es el titular. Gusta mucho en ciertos medios de comunicación de ambas orillas. Justifica la apisonadora que conducen los servicios jurídicos de La Moncloa para triturar, de una parte, todas las resoluciones parlamentarias y actos del Gobierno catalán que contradicen o desobedecen a la Constitución y a sus intérpretes, y de la otra, para castigar con penas de inhabilitación a los responsables políticos que las han impulsado. Pero esos titulares estridentes dan también seguridad a los conductores del Procés, respecto a su buena marcha y a su futuro. Piensan que si las cosas anduvieran tan mal, nadie tiraría de las alarmas ni pondría tantos obstáculos.

Estas son lecturas legítimas, aunque son parte indisociable de la realidad de la que se trata. Hay otra posible, más distanciada, que percibe en el desafío una oferta o, incluso mejor, la exhibición de un muestrario. Los catalanes, gracias a la figura del viajante del textil, sabemos mucho de España y de cómo hay que presentar los muestrarios. En esta ocasión es una exhibición implícita y sin desplazarse hasta la tienda donde se escogerá y se hará el pedido. Surge del parlamento en dirección a todos los españoles, que como todos sabemos están representados en el Congreso. De parlamento a parlamento, por tanto.

Al abrir la maleta nos encontramos con cuatro muestras. La primera es la más conflictiva y la que suscita directamente ese rótulo antipático: el desafío catalán. Se trata de poner fecha límite a la celebración de un referéndum, que sus promotores quieren celebrar en cualquier de los casos antes de septiembre de 2017, con una pregunta clara y una respuesta binaria. No contempla ninguna negociación previa y menos todavía un acuerdo con el Gobierno. Es unilateral, vinculante y obviamente inconstitucional. Cuenta con una mayoría de 72 votos sobre 135 escaños de la cámara catalana, los de Junts pel Sí y la CUP, aunque hubo 11 abstenciones de Catalunya Sí Que Es Pot y nadie voto en contra, puesto que PSC, PP y C’s se negaron a participar en una votación que consideraban ilegal y en desobediencia del Tribunal Constitucional.

La segunda muestra es otra resolución en favor de una consulta, esta sin fecha límite ni concreción en los términos de la pregunta, en la que los catalanes “puedan pronunciarse de forma democrática sobre el futuro de su nación y la forma de organización política más adecuada para Cataluña”. Sus promotores quieren “el reconocimiento previo de la Unión Europea y de la comunidad internacional” para que de sus resultados se desprendan “efectos políticos y jurídicos reales”. No da protagonismo al gobierno español, aunque concede que para facilitarla habrá que “impulsar las iniciativa necesarias ante el Estado”. Esta resolución obtuvo la mayoría absoluta de los 73 votos de JxSí y de sus promotores CSQP, 52 en contra de PSC, C’s y PP y 10 abstenciones de la CUP, que legitimaron la votación al contrario de lo sucedido con la resolución anterior.

La tercera es una resolución fracasada. Obtuvo solo los 16 votos de los socialistas que la promovían. Consiste en una reforma constitucional federal, que reconozca el carácter plurinacional del Estado, a someter también a referéndum de todos los españoles. Obtuvo una mayoría adversa de 108 votos en contra, en la que se juntaron PP y C’s con CUP y JxS, y solo CSQP tuvo la deferencia de abstenerse. La propuesta no desborda la Constitución, pero sí desborda la Declaración de Granada —el pacto socialista de reforma constitucional federal—, según se encargaron de señalar portavoces de Ferraz. Algunos incluso han querido leer esta resolución como el pacto secreto de Pedro Sánchez con Miquel Iceta para atraerse a los nacionalistas.

La cuarta muestra no es una resolución, sino una actitud, la de los grupos del PP y de C’s, que se han abstenido de votar o se han opuesto a las otras resoluciones y no han presentado ninguna propuesta respecto al actual estatus de Cataluña en relación a España. Su idea es que nos quedemos exactamente igual como estamos.

Todo esto es en parte un desafío, desde luego, pero también un ejercicio de clarificación. El muestrario permite al conjunto de los españoles situar una de las cuatro opciones en el horizonte, justo en el momento en que se discute sobre la eventualidad de permitir un Gobierno de Mariano Rajoy en minoría o ir a unas terceras elecciones en las que muy probablemente el PP podría ampliar su mayoría y el PSOE, en cambio, iría dividido, dirigido por una gestora y sin ni siquiera candidato a la presidencia del Gobierno.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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