Así se alquila y se denuncia un piso turístico ilegal en Barcelona
Vecinos de Ciutat Vella reservan un apartamento sin licencia y lo denuncian al Ayuntamiento
Denunciar la existencia de pisos turísticos ilegales en Barcelona... literalmente y desde dentro. Es lo que han hecho este martes un grupo de activistas de la plataforma vecinal Ciutat Vella no está en venta y la Asamblea de Barrios por Un Turismo Sostenible: tras alquilar a través de Airbnb un piso muy cerca de la Catedral, han recogido las llaves, han entrado en el apartamento y han llamado al Ayuntamiento, que ha enviado dos inspectores que han certificado la ausencia de licencia de vivienda de uso turístico. En Barcelona, el 40% de los pisos turísticos son ilegales (6.275).
Los activistas han elegido el piso en una finca donde todos los pisos, siete, son turísticos. Todos sin licencia. Todos anunciados en Airbnb. Y han aportado documentación que muestra que pertenecen a un mismo propietario, que tiene otros cuatro apartamentos para turistas en el Poblenou y otro en el Born.
El portavoz de la Asamblea de Barrios por un Turismo Sostenible, Daniel Pardo, ha explicado que el objeto de la protesta es "denunciar públicamente los nefastos efectos de la proliferación de pisos turísticos en la ciudad y la complicidad e impunidad de Airbnb". Pardo ha asegurado que la existencia de pisos turísticos ilegales "está desplazando a los vecinos por turistas, porque está provocando una subida de los alquileres y convirtiendo los vecindarios en parques temáticos".
Pardo ha señalado la "complicidad de Airbnb, que sabe quien tiene licencia y quien no, pero prefiere no hacer distinciones para explotarlos todos y lucrarse con los beneficios de grandes propietarios, aunque defiende la economía colaborativa, cuando en realidad es especulativa". La plataforma debería echar a estos anunciantes, ha concluido.
Fuentes de la plataforma respondieron citando legislación europea para asegurar que “los países de la UE no pueden obligar a las plataformas a supervisar con carácter general o de manera activa supuestas actividades ilegal”. Y añadieron: “Son las autoridades las únicas que pueden ejercer el papel control y de autoridad. Si las plataformas son notificadas de la existencia probada de algo irregular deben eliminar esa información. Y eso es exactamente lo que hace Airbnb”.
Las mismas fuentes han insistido en el argumento habitual del portal, el mismo que esta mañana ha defendido el director general de la plataforma en España: "Lo que Airbnb reclama es una regulación del home sharing, que reconozca la posibilidad de compartir el propio hogar de manera esporádica y temporal, un marco distinto del de los profesionales. El home sharing, compartir la casa en la que vives, atrae a un turismo responsable y sostenible, que se integra en la ciudad". En Barcelona, algo más del 70% de los anfitriones tienen un solo anuncio, han recordado.
Los inspectores, del equipo de Ciutat Vella del consistorio, han solicitado información sobre la reserva a los falsos turistas. ¿Dónde han hecho la reserva? En Airbnb. ¿Cuánto han pagado? 484 euros por una reserva de dos noches tres personas. ¿Han firmado algún documento de alquiler? No. Con esta información, dictarán una orden de cese, han explicado. Pese a que durante la hora y media en que el grupo ha permanecido en el piso han entrado por lo menos dos grupos de turistas en el edificio --arrastrando maletas-- ninguno de ellos ha querido hablar con los dos inspectores.
Los dos empleados municipales han explicado que para abrir expediente a un piso turístico deben demostrar que la persona ha alquilado por menos de 31 días --más podría ser un alquiler residencial-- y con contraprestación económica. Además, han revelado detalles sobre la dificultad de operar: muchas veces no puedes llamar desde la calle porque no van los interfonos, o no corresponden a las puertas, con lo que no saben donde llaman. "Esta mañana hemos ido a dos que no tienen licencia y no nos han abierto", ha dicho uno de ellos.
La protesta ha finalizado cuando el grupo de activistas ha colgado una gran pancarta del balcón del piso reservado. Los espectadores, decenas de turistas que caminaban entre la plaza del Rei y la Catedral. Los mismos que han asistido estupefactos a la lectura del manifiesto.
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