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El ‘pirulí’ de la discordia

El Ayuntamiento manda retirar parte de las señalizaciones de las galerías de arte contemporáneo por no ser de interés público

Colocación en 2013 de uno de los mástiles señalizando una de las galerías del circuito barcelonés.
Colocación en 2013 de uno de los mástiles señalizando una de las galerías del circuito barcelonés.

En 2013 la asociación Art Barcelona promovió una iniciativa pionera en Europa: la creación de un circuito estable, organizado y señalizado, formado por 25 galerías y 12 museos, fundaciones y centros de arte. Una característica distintiva del proyecto fue el pirulí, coronado por una píldora sinónimo de una dosis de energía, que creó el diseñador y coleccionista Josep María Civit. Tras costear la colocación del mástil de dos metros y medio y su manutención anual, ahora los galeristas también deben pagar su retirada, porque según el Ayuntamiento no es de interés público. Por el momento la medida afecta sólo los barrios de Sarriá-San Gervasi y Gràcia. “Según el muy culto consistorio de Barcelona no es de utilidad social, pero no pienso quitarlo”, asegura Alejandro Sales, de la galería homónima, uno de los afectados con Fundació Foto Colectania, que a finales de febrero se trasladará al Born y Ana Mas, que ya se ha ido al distrito cultural de L’Hospitalet.

El martes Sales recibió una llamada del presidente de Art Barcelona, Joan Anton Maragall, comunicándole su obligación de quitar el pirulí o exponerse a una multa por ocupación indebida del suelo público. “Hasta contratamos un abogado, pero pese a las gestiones realizadas solicitando la permanencia del pirulí, acabamos de recibir del Ayuntamiento una resolución que ya no admite réplica”, indica Maragall, subrayando la importancia y originalidad de la iniciativa y su carácter de servicio cultural, social, ciudadano y turístico.

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Frente a la actitud reivindicativa y beligerante de Sales, se sitúa el desencantado cinismo de otro afectado Joaquim Ruiz, propietario de H2O, histórica galería de Gràcia. “Sobramos, nos consideran obsoletos, siempre defendimos una creatividad excelente, pero los mediocres acaparan las primeras planas”, lamenta Ruiz, avalado por 27 años de trayectoria irreprensible, ajena a las modas y las estrategias mercantiles. “Creo que esta medida responde a un gran resentimiento de clase equivocado. Se percibe la galería como un espacio elitista y el galerista como un rico, aunque en mi caso no es ni lo uno ni lo otro”, asegura Ruiz, que trabaja como profesor y acaba de publicar el revelador libro Sabotaje: arte/adrenalina, segunda entrega de una serie sobre los adolescentes de los años 90 en Barcelona.

La retirada del pirulí, impulsada por los distritos, afecta galerías ya penalizadas por encontrarse fuera del centro y de las rutas más habituales. Sin embargo, a diferencia de Sales que está denunciando lo que considera un atropello a través de las redes sociales y rechaza acatar la ordenanza municipal, Ruiz piensa hacerlo. “Desgraciadamente la medida es un síntoma de cierta actitud hacia las galerías. El pirulí en sí me es totalmente indiferente, no creo que me haya traído ni un visitante en tres años”, concluye el galerista que este jueves inaugura Manantial, una recopilación de los trabajos en cerámica del diseñador Martín Azúa.

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