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El último reto de Nil Bohigas

Referente de la edad de oro del estilo alpino, el barcelonés lega caminos de referencia en el mundo de la escalada

Nil Bohigas, durante la expedición al Polo Norte.
Nil Bohigas, durante la expedición al Polo Norte.

El de Nil Bohigas es un nombre sagrado del alpinismo catalán. Nacido en Barcelona el 2 de abril de 1958 y fallecido ayer, a los 58 años, el alpinista deja huella en la montaña, de Montserrat al Himalaya, por las que trepó y voló.

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Formado en el Centre Excursionista de Catalunya, a los 15 años era miembro referente de lo que se llamó New Wave del alpinismo catalán. Compartía inquietudes en las paredes con históricos como Néstor, su hermano, o Toni García, Ricard Herrero, Joan López, Joan Martí y Eric Lucas. Con ellos abrían una vía tras otra por Montserrat y el Pedraforca, por donde miles de alpinistas han aprendido después, caminos por la pared con nombres referenciales, como el de la Choras Piengue, Districte de les Bruixes, Mandrágora, Nasti de plasti, o la Star MacHara.

En tiempos de pelo largo y sueños ligeros, los retos se afrontaban uno tras otro, así que los ojos azules de Nil no tardaron en enfilar los Alpes y la cordillera del Himalaya. En un no parar, llevado en buena parte por la inconsciencia y por una dosis enorme de amor a los retos, tan pronto encadenaba en tres días la Peutérey con el Frêney, en 1983 con la sola compañía de Enric Lucas, como subió en solitario el Chèré al Tacul o participaba en un intento invernal a la norte del Eiger, en 1984, del que fue rescatado. De forma muy pura, muy ligero de material, Boghigas trepó a la cima noroeste del Saraghrar (7.349 m) en 1982, con Juan López y Lucas, intentó la arista norte del Everest dos veces (1983 y 1985) hasta que holló cima en 1988, en la expedición de Conrad Blanch.

Inolvidables para el alpinismo, sin embargo, son sus solitarias al Baruntse y otros dos picos de 6.300 m, el Pethange y el Cho-Polu: “No era muy alto, pero poco después supe que nunca nadie lo había pisado antes”, recordó después. El mayor de sus hitos lo alcanzó en 1984 con la apertura de la cara sur de Annapurna, en estilo alpino, tras pasar ocho días colgado de la pared, junto a Enric Lucas, en uno de los grandes hitos del ochomilismo. “Era un poco alta, pero nuestro planteamiento fue similar a otras expediciones: éramos un grupo de amigos, cuatro hippies (con sus compañeras) que pudieron disfrutar de los paisajes de un campo base a 4.000 metros. Escogimos la montaña por la espectacularidad y porque llegó antes el permiso del Gobierno de Nepal. Nos fuimos a la pared sin saber por dónde subiríamos”, explicó tan pancho en una entrevista a la revista Desnivel en 2009. El año 2011 la cima seguía sin ser hollada por esa vertiente.

Además, Bohiguas, en 1991, se conviertió en el primer español en alcanzar en solitario el Polo Norte magnético tras recorrer aproximadamente 770 km en 78 días de travesía. Las penurias económicas convirtieron la travesía en un verdadera odisea. Nil, que se definía como “un amanye de la montaña”, fue también uno de los precursores del parapente en nuestro país. Su salto más recordado lo acometió desde la arista oeste del Everest, a 7.300 m, en 1988, el año en que llega a la cima del techo del mundo.  “Lo hacía para bajar mas rápido de la montaña” bromeaba. De hecho solía explicar con emoción sus primeros vuelos desde la cima del Aneto, casi con tanta pasión como aquel primer salto desde el camino a la cima del mundo.

Comprometido en la defensa del catalán a través de la Plataforma per la Llengua, con la que colaboró activamente, en las últimas dos décadas se había dedicado al mundo empresarial, siempre con la montaña por referencia. En 1991 fundó No Limit y, junto con su hermano Néstor, creó la pionera Raiverd prueba que consistía en superar 400 Km. en canoa canadiense, a nado, en bicicleta y a la carrera, reto que sentó las bases de las grandes pruebas de fondo de montaña actuales.

Dicen sus amigos que Nil Bohigas era un gran tipo. Ayer sus ojos azules se cerraron y encaró su último reto.

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