Shakespeare lisérgico
Una versión de ‘Sueño de una noche de verano’ de Dario Facal convierte la obra del autor en una experiencia alucinógena
En una escena del Sueño de una noche de verano, algunos personajes como Titania, reina de las hadas, son drogados mediante la colocación en sus párpados del ungüento extraído de una flor mágica, y ahí comienza buena parte del enredo. Por eso en la versión que ahora trae la compañía Metatarso a las Naves del Español de Matadero, el público dispone de unas gafas 3D (de las antiguas, esas hechas con un plástico rojo y otro azul mediante la técnica de anaglifo) a través de las cuales puede mirar la función de una forma más psicodélica. “Con ellas la gente podrá también drogarse a su voluntad y ver una realidad onírica y distorsionada”, bromea el director Darío Facal.
La idea está bien traída porque ya de por sí el más popular y celebrante texto de Shakespeare es una experiencia onírica y algo drogadicta, donde se intercalan varias tramas, la realidad y los personajes fantásticos del mundo de las hadas, y no se sabe bien quién sueña o qué sueña cada uno. “Es una obra que ya en su época [se escribió alrededor de 1595] fue transgresora y rupturista, y hoy sigue vigente”, dice Facal, que ha realizado una nueva traducción del texto junto a su ayudante de dirección Javier L. Patiño. La lucha de los sexos, la impulsividad humana, el animalismo, el travestismo, la pérdida de la identidad o las catástrofes de la naturaleza son algunos de los temas que la compañía ve en el texto.
En las diferentes tramas abunda lo fantástico y la comedia romántica, pero también otros que nos tocan de cerca. “Aquí el bosque no lo leemos desde la inocente influencia de Disney sino como un lugar donde también está el miedo y la oscuridad, lo indómito y lo salvaje. Por eso una enseñanza de este texto para el día de hoy sería el rebelarnos contra el miedo, contra cualquier forma de represión basada en el miedo”, dice el director. “Lo hermoso es que la vuelta la civilización sucede con una representación teatral dentro de la propia obra. El teatro cobra sentido como espejo de la realidad y como fiesta capaz de subvertir las normas sociales y la seriedad”.
La puesta en escena, como la describe la actriz Carmen Conesa, tiene algo de museo de ciencias naturales (con su gran oso y su vigilante lechuza) y, aparte de los personajes fantásticos, los otros llevan atuendos contemporáneos. No faltan elementos muy del gusto del Facal, como una pantalla electrónica donde se leen mensajes, lo que resulta en una mezcla de tecnología y magia, de actualidad y leyenda, muy apropiada para el clásico shakespeariano. Además de Conesa, protagonizan Emilio Gavira y Alejandro Sigüenza. El nutrido elenco se completa con Óscar de la Fuente, Katia Klein, Antonio Lafuente, Vicente León, Alejandra Onieva y Agus Ruiz.
El montaje se presentó en el anterior festival Clásicos en Alcalá y lleva un año de gira por España Por fin aterriza en Madrid, donde se podrá ver a partir de hoy y hasta el 12 de junio. La pregunta que queda es ¿cuándo hay que ponerse las gafas? “Pues lo divertido es que cada uno se las ponga cuando quiera”, dice el director. Recuerda Conesa que en alguna ciudad de la gira una mujer las tuvo puestas durante toda la obra: “No sabíamos si estaba dormida o le pasaba algo, pero al final salió flipada y resulta que le había encantado la función. Yo creo que había tenido un viaje lisérgico”.
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