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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Prisión menor para policías homicidas

Cualquier delincuente pensará: “No está mal; dos años por homicidio y torturas es un buen acuerdo”

Francesc Valls

Menos de dos años de prisión y una multa de 150.000 euros será la pena que recaerá sobre los seis policías culpables de la muerte de Juan Andrés Benítez, un ciudadano que falleció en 2013 tras la “reducción” a que fue sometido por los agentes de los Mossos d’Esquadra. Defensa, Fiscalía y las acusaciones particular, que representa a la familia del fallecido, y popular, en manos de la Asociación Catalana por la defensa de los Derechos Humanos, han pactado que los seis mossos acusados vean generosamente rebajada de 11 —por homicidio y torturas— a dos años la petición del ministerio publico, con el añadido de dos años de suspensión y cinco en que no podrán patrullar.

Cualquier delincuente pensará: “No está mal; dos años por homicidio y torturas es un buen acuerdo”. Sí, ciertamente no es muy edificante que los cuerpos que protegen a los ciudadanos se vayan de rositas o de rebajas con el ministerio público y así se eviten daños mayores. De esta manera, nos ahorramos el engorroso jurado popular y la demagogia de la prensa, y dentro de ella de este diario que reveló en exclusiva —con un escalofriante vídeo— cómo fue reducido Juan Andrés Benítez. Y ello a pesar de que algunos mossos recorrieron los domicilios del vecindario requiriendo —Dios sabe con qué fin y los mortales nos lo imaginamos— las grabaciones sobre la reducción del fallecido. Por cierto otros dos agentes están acusados de obstrucción a la justicia el uno por limpiar las manchas de sangre del suelo —un diligente ejercicio de higiene— y otra por requerir las filmaciones de los vecinos.

Estamos pues ante otra sentencia ejemplar de un proceso ejemplar en el que la juez prohibió filmar a los mossos, que de forma tumultuaria y encapuchada acudieron a declarar ante la justicia. Es muy buena medida preservar el derecho a intimidad de los defensores de la ley.

Con el caso Benítez llueve sobre mojado. Con el Gobierno tripartito descubrimos torturas en las comisarias; luego llegó el caso Ester Quintana —que perdió un ojo por pelota de goma— con hasta una decena de versiones policiales distintas y ahora el pacto sobre la muerte de Benítez, un nuevo capítulo del resplandor de la verdad, la ética y, sobre todo, la justicia.

Cuando se creó el cuerpo de los mossos muchos ciudadanos pensaron que se abría periodo de transparencia policial en Cataluña. Pero no, a lo visto, los vicios tardan poco en contagiarse y lo que era nuevo parece que en pocos años ha envejecido peor que las ideas de orden público del duque de Ahumada. Las flamantes estructuras de Estado se parecen mucho a las viejas y rancias. Gracias a las nuevas tecnologías y a los vecinos sabemos lo que ocurrió en la calle de Aurora de El Raval barcelonés la noche de aquel 5 de octubre de 2013. Al menos, no podrán decir que lo soñamos

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