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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Venden humo

El gobierno catalán está perpetrando la marcha atrás más famosa de todos los tiempos con el visto bueno de los asilvestrados de la CUP

Ya han pasado 100 días desde que Carles Puigdemont fue nombrado Presidente de la Generalitat con el visto bueno del anterior presidente Mas y con el apoyo de los anticapitalistas, que habían hecho un proceso de consulta y participación entre sus bases muy al estilo soviético (insultos, pseudotransfuguismo y bajas).

El presidente nombra un gobierno que podríamos llamarlo nacional-liberal-anticapitalista. Soy consciente de que suena raro, diría que contradictorio, pero es el resultado de las alianzas de CDC, ERC y la CUP, con un único objetivo: la desconexión administrativa con España en 18 meses. Algunos la consideran una alianza histórica, otros la vemos como una sinrazón.

¿Y a qué dedica el tiempo este gobierno? A vender humo. No crean, tiene su mérito. Han de gesticular, adoptar posturas, mantener prietas las filas sin que se vea que han comenzado el proceso de dar marcha atrás al célebre e histórico proceso de desconexión.

Dentro del gobierno, el grupo mayoritario de CDC se ha quedado con las consejerías potentes —Gobernación, Interior, Empresa, Vivienda, Territorio, Educación— para continuar las políticas austericidas que han venido haciendo desde 2010. Nada se ha movido. El otro aliado, ERC, ha echado mano de personas con perfiles progresistas para que queden bien en las consejerías sociales. Elaboran discursos con alma social pero sin ningún resultado que signifiquen mejoras en los recortados servicios sociales y de la salud. Están a la espera de los nuevos presupuestos que su colega de partido, Oriol Junqueras, debe elaborar.

El flamante conseller de Economía tiene la intención de presentarlos durante el mes de junio (siguiendo la democrática tradición de los gobiernos de Mas de no presentarlos cuando toca, o de prorrogarlos). Ha empezado las conversaciones con el demonio Montoro, que le pide moderación y más recortes; ha continuado con la cuna del anticapitalismo que le pide una auditoria de la deuda y unos presupuestos expansivos en términos sociales; y ha terminado con sus socios de CDC, que piden quedarse como están. El hábil Junqueras combina el “Madrid nos roba”, con la bendición del dinero del FLA que le cede Montoro.

En ningún momento, el sutil Junqueras se ha propuesto hacer que la presión fiscal de Cataluña se acerque a la media de la UE, que está 7,4 puntos por encima. Cataluña es el país de la UE donde los ricos pagan menos impuestos. Tampoco quiere recuperar el impuesto sobre sucesiones, ni el del juego, ni los relacionados con el cambio climático y la energía. Todo lo deja en manos del dios de la desconexión.

¿Se acuerdan ustedes del apelativo de Dragon Khan que se le daba a las tensas relaciones entre los partidos que formaban el gobierno catalanista y de izquierdas (2003-2009)? Pues la relación interna en el gobierno actual es más propia de Mordor, están convirtiendo el Gobierno y el Parlamento en un campo de batalla donde la tensión es constante hasta llegar a situaciones tan disparatadas como la vulneración del Reglamento del Parlamento y su enfrentamiento con los juristas para evitar votaciones que pondrían luz y taquígrafos a sus discrepancias.

En definitiva, el Gobierno catalán está perpetrando la marcha atrás más famosa de todos los tiempos con el visto bueno de los asilvestrados de la CUP. Estos, avergonzados por mantener un gobierno de derechas, ora pactan diluir la ILP sobre la renta garantizada cuando defendían que se tenía que discutir intacta, ora facilitan el copago en la Ley de la Dependencia, ora permiten los conciertos con la concertada que segrega por razón de género. Ya ven, anticapitalistas de derechas, ver para creer.

El Gobierno vive de la gesticulación, de la venta del humo de la desconexión. Lo cierto es que no gobierna, no hace nada o, en el mejor de los casos, continúa haciendo lo mismo que hicieron los gobiernos de Mas durante los últimos cinco años. Lo que tienen claro los de JxS es que deben buscar alguna salida, encontrar algún atajo, aprovechar un descuido del contrario para colar la gran marcha atrás. Ahora se apuntan como clavo ardiendo a la posibilidad de un referéndum vinculante cuando, durante las elecciones, lo habían despreciado.

En Cataluña, nada es lo que parece. Los abducidos por el procés, los revolucionarios de pacotilla y los fundamentalistas culturales, están convirtiendo el país en un páramo.

Joan Boada Masoliver es profesor de Historia.

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