Juicio al asesino de un narco al que descuartizó y ocultó en un congelador
El macabro crimen se resolvió cuando Frutos se entregó a la policía tras huir a Portugal con la ayuda de un cómplice
La pista de José Jesús Isasis González, de 44 años, con pasaporte venezolano y condenado por narcotráfico, se perdió el 21 de marzo de 2014, cuando le dijo a su familia que iba a Ponteareas a visitar a un amigo paraguayo. Isasis vivía en Gondomar (Nigrán) y había estado estaba enrolado como contramaestre en el barco San Miguel cuya captura con tres toneladas y media de cocaína en 2008 sentó en el banquillo a un conocido clan de presuntos narcotraficantes de Arousa pero el proceso fue archivado al huir el principal testigo de cargo contra ellos.
Casado y con dos hijos, Isasis fue condenado a nueve años de prisión y multa de 110 millones de euros aunque solo estuvo un año en la cárcel como preventivo porque alegó problemas mentales. Fue el único que asistió al juicio de los 15 tripulantes del barco y de la lanzadera, detenidos en alta mar por Aduanas que todavía están en busca y captura. De los 25 acusados en este proceso solo fueron condenados tres.
Quince días después de desaparecer misteriosamente, el cuerpo de José Jesús se encontró descuartizado, dentro de un arcón congelador que estaba cerrado con un candado en el piso de su amigo José Antonio Frutos Ayala, de 56 años, en el municipio de Ponteareas. La hermana de la víctima había denunciado su desaparición dando pistas de su posible paradero a la Guardia Civil. Cuando los agentes entraron en la casa, el principal sospechoso del macabro crimen ya se había esfumado.
Frutos Ayala se entregaba después de permanecer nueve meses fugado y con una orden internacional de detención. Confesó su crimen pero nunca aclaró el móvil aunque la policía barajó todas las hipótesis, incluso un posible ajuste de cuentas. Ahora, el asesino confeso con una posible condena de 16 años será juzgado en la Audiencia de Pontevedra por un jurado popular junto a un cómplice que le ayudó a huir.
Según la reconstrucción de los hechos que hizo la Policía Judicial, en tarde del día 21 de marzo de 2014, José Jesús Isasis acudió al piso de su amigo y acusado para ir a una fiesta. De regreso, ambos iniciaron una discusión que acabó en una pelea en la que José Antonio golpeó a José Jesús con un objeto contundente, probablemente una plancha “que le abrió el cráneo y le destruyó parte del cerebro”, señala el fiscal en su escrito de acusación.
El acusado ejecutó repetidamente vario golpes mortales “violentos, rápidos y repentinos” sin darle a la víctima oportunidad de defenderse del ataque. Para cerciorarse de la muerte de José Jesús, le puso una almohada en la cabeza para cortarle la respiración, aunque los informes forenses concluyen que la víctima ya había fallecido por los golpes.
Dos días después del crimen, con el fin de ocultar el cadáver y evitar su descomposición, Frutos Ayala decidió comprar un arcón congelador y fue a un supermercado a comprarlo. Pero como no cabía dentro, decidió mutilar el cuerpo utilizando una sierra eléctrica con la que le seccionó el cuello y luego ambas piernas a la altura de la rodilla. Una vez depositado el cadáver en el congelador, lo cerró con una cadena y un candado.
Así convivió José Antonio Frutos hasta tres meses en su casa con el arcón congelador conteniendo el cadáver de su víctima. A la hermana de Isasis, que le había preguntado en varias ocasiones por él, siempre le contestaba lo mismo, con absoluta frialdad: “Que se encontraba en perfecto estado y en su compañía”, relata en su informe el fiscal.
El presunto asesino recurrió entonces a su socio David Pumares Abal, implicado en varios procedimientos por presunta estafa, que era apoderado de la empresa Construcciones y Excavaciones Galinort de la que Frutos Ayala era testaferro como administrador único de la empresa. Con el teléfono intervenido y sometido a un constante seguimiento, agentes de la Policía Judicial interceptaron una cita entre Frutos y su jefe en una gasolinera del municipio de As Neves, el 6 de junio, en la que el acusado le confesó a su socio el crimen y le pidió que le ayudara a huir.
Con el vehículo facilitado por su cómplice, el acusado llegó hasta la estación de autobuses de Viana do Castelo, en Portugal, desde donde huyó a Lisboa. Con una orden internacional de detención, la fuga de José Antonio Frutos dio un giro y el día 2 de diciembre, a las nueve y media de la noche, cuando el presunto asesino se entregó en el cuartel de la Guardia Civil de Ponteareas y confesó el asesinato.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.