Marlango no teme a nada
El dúo hace un emocionante repaso por sus 10 años de carrera en El Matinal de EL PAÍS celebrado en el teatro Nuevo Apolo
Estaban nerviosos. Tal vez más de lo normal. “Igual los tres cafés que me he tomado han sido excesivos”, comentaba ella sin perder la sonrisa momentos antes de salir al escenario. Leonor Watling y Alejandro Pelayo, o lo que es lo mismo, Marlango, han ofrecido esta mañana dos horas de emocionante música en el Matinal de EL PAÍS celebrado en el teatro Nuevo Apolo. “Despertarse a las ocho para que la voz esté bien a mediodía, saber que en el público hay niños, que están nuestros hijos...”, justificaba Watling tras el telón.
Recuperaron dos temas de su primer disco, Enjoy the ride y Maybe, aclarando: “Seguramente alguno de vosotros no había nacido cuando las compusimos”. Marlango juega con su repertorio, lo cambia sobre la marcha y no le asusta improvisar. La cantante miraba constantemente a su compañero, al piano. A veces les bastaba eso para entender cuál era la próxima canción; otras, una pequeña aclaración de palabra; otras, Watling deducía qué tocaba cantar cuando escuchaba los primeros acordes de Pelayo. Complicidad pura la de estos dos músicos.
El concierto resultó un compendio de sus seis discos. Sonaron letras en inglés, español e italiano. Dame la razón, El Porvenir y Puede fueron algunas de las canciones escogidas para mostrar su última etapa, en la que han elegido escribir en castellano. Hacia la mitad, cuando sonó su primer gran éxito, It's all right, Watling ya se había calentado y se sentía en su casa, animando a los asistentes con palmas, chasquidos y silbidos. La audiencia le respondía con entusiasmo. Pelayo, hasta ese momento solo con su piano, comenzó su acercamiento al público. “Quería comentaros la historia detrás del siguiente tema: Hold me tight”, empezó a contar mientras su compañera reía. “Cuando la compusimos, estaba seguro de que habíamos hecho algo que pasaría a la historia. Entonces escuché esta canción en la radio (aquí tocó Clocks, de Coldplay) y resulta que... Esta sí que pasó a la historia mundial”. El público acompañaba con risas la anécdota. “Pero lo importante es los sueños que yo tuve con nuestra canción desde que la compusimos hasta que salió el disco. No importa que al final las cosas se hagan realidad”, acabó.
Con los niños en brazos
El grupo no teme enfrentarse a casi nada. No escatimaron en versiones, todas ellas llevadas a un terreno templado y sereno, muy a lo Marlango: 64, de Paul McCartney; Vía con me, de Paolo Conte; Semilla negra, de Radio futura; y Creep, de Radiohead. “Menos mal que aún nos quedan ellos”, dijo Pelayo antes de presentar este último tema, “para sobreponernos de una época tan dura como la que acabamos de atravesar. Me refiero, por supuesto a Pitbull y el reggaeton”. Zahara se unió al dúo para cantar una contenida Pena, de Lola Flores. El saxofonista Fabrizio también se sumó al espectáculo en varios temas.
En los bises, Watling cantó a cappella una canción que dedicó a “dos personitas”. Otra versión, Obladi, de los Beatles, cerró el espectáculo. Una docena de niños acompañó al grupo en el escenario y una divertida Zahara bailaba como una enana más. Watling y Pelayo acabaron con dos de sus hijos en brazos. Habían cumplido con su público más exigente.
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