Algo más que el metro al aeropuerto
Este viernes se estrena la L9 Sur del metro, que da cobertura en la Hospitalet y el Prat
La red de metro de Barcelona cruza hoy el Llobregat. Los mapas de la red del metro ya hace algunos días que incorporan la traza naranja de la Línea 9 Sur, avanzadilla del estreno de la conexión entre Zona Universitària y Aeroport T1. Un grupo reducido de operarios trabajaba ayer por la mañana en la boca de esta última estación. Es uno de los puntos clave de la primera gran inauguración del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont.
El otro será la estación de Fira, bajo el recinto ferial de Gran Via, donde las autoridades harán los parlamentos. En esas instalaciones un montón de operarios asiáticos ya trabajan en otro escenario, el que acogerá un año más el Mobile World Congress dentro de diez días. El potente salón de los móviles ha jugado un papel clave que hoy sea el día. Su presión ha sido decisiva para que la Generalitat pidiera más de 200 millones de euros a los bancos para que los trenes llegaran este mes al Polígono Pedrosa.
Pero lo cierto es que ayer en esa zona de L'Hospitalet la mayoría de personas consultadas –más de una docena— eran ajenas al estreno. Nadie pudo afirmar que lo usaría. El metro estará listo para el Mobile, pero los organizadores están montando igualmente la pasarela superior en la calle de Les Ciències, una fórmula estrenada el pasado año para que el gentío pueda cruzar la calle en dirección a la Gran Via y a la estación de Europa/Fira de Ferrocarrils de la Generalitat (FGC).
La nueva infraestructura no hará cambiar de planes a Ramon Riba, con domicilio en Sant Andreu y trabajo en L'Hospitalet. “Miré si me iba bien y en un momento la descarté totalmente, ahora y cuando toda la línea 9 [con el tramo central] esté acabada”. Él es de los que prefiere cruzar toda Barcelona con la línea 1 y saltar a los Ferrocarrils de la Generalitat en la estación de Espanya.
Carlos Augusto Canario, que trabaja en la Terminal 2 de El Prat y vive en Santa Coloma de Gramenet, opina lo mismo. “Prefiero ir con la L1 hasta Clot-Aragón y coger allí la línea 2 de Rodalies [uno de sus ramales cubre el aeropuerto con dos trenes cada hora]”, explica. Él cree que si toda la línea 9 estuviera hecha, quizás la usaría. En todo caso, agradece tener alternativas. Sobre todo, por la poca fiabilidad de Rodalies.
La Generalitat repartirá 50.000 billetes gratuitos para que los viajeros puedan probar los 20 nuevos kilómetros de metro, las quince estaciones o los 32 minutos que se tarda para ir de punta a punta. Hay otros cálculos que describen la línea: la década que ha pasado desde el inicio de la obra o los 2.899 millones invertidos.
Pero ahora la línea del metro está lista, sobre todo, para cubrir varios centros económicos del sur de Barcelona. Juan José Iglesias está convencido de que le permitirá ahorrar tiempo y comodidad. “Hace tiempo que debería haber una conexión de metro, porque aquí trabaja mucha gente y hay poca frecuencia de buses”, dice, en referencia a su trabajo en Mercabarna.
También el polígono Mas Blau, al cual le costó arrancar por, entre otras cosas, el déficit de transporte público. Ahora María Isabel Sánchez, que trabaja allí, espera mejoras en sus desplazamientos, sobre todo en el camino de regreso de la tarde, cuando los autobuses que cubren el polígono topan con el colapso de la Gran Via de entrada a Barcelona. Debe ser importante el metro porque el gigante Amazon lo puso como condición para comprar unos terrenos al Incasòl en la zona y construir un gran centro logístico el próximo año. Pero además de servir centros económicos, la línea coserá de norte a sur L'Hospitalet y barrios de El Prat.
Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) admite que el tramo no alcanzará sus mejores números hasta que la línea esté completada. De momento, no obstante, la L9 Sur amenaza con cambiar algunas tendencias en el sistema ferroviario de Barcelona, ya que podría elevar el número de usuarios en las líneas 1 y 5, con las que quedará conectada a través de las estaciones de Torrassa y Collblanc, respectivamente.
Ese es uno de los elementos perniciosos que divisa la Plataforma por el Transporte Público, que denuncia que la L9, que tendrá un coste de 4,5 euros para llegar al aeropuerto para aquellos que no tengan un abono, no será ninguna competencia para los trenes o los autobuses que ahora van hasta el aeropuerto. Jordi Julià, ahora en el Colegio de Camins de Barcelona y exresponsable de Transports de la Generalitat cuando se diseñaba la línea avisa sobre lo que muchos consideran hoy un hito: “La L9 no es una línea concebida para llegar al aeropuerto, esa es una función de más a más”.
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