Meteoro Colau
La confluencia de la izquierda afronta el reto de consolidar en una nueva organización política estable los éxitos de 2015
Las izquierdas transitan en Cataluña por caminos inimaginables hace cuatro o cinco años, cuando fueron desalojadas del Gobierno de la Generalitat, perdieron alcaldías tan importantes como las de Barcelona, Badalona y Girona y, finalmente, también la parte de influencia que tenían en el último Gobierno de Rodríguez Zapatero. 2010 y 2011 fueron pésimos años electorales para las izquierdas en Cataluña y en España. En aquel momento era inimaginable que una coalición a la izquierda de los socialistas impulsada por Iniciativa Verds-Esquerra Unida (ICV-EUiA) fuera a ganar en 2015 la alcaldía de Barcelona con una activista social como candidata. Había que ser muy osado para creer que el movimiento del 15-M cuajaría en un par de años en un nuevo partido capaz de aportar a las izquierdas un impulso ganador, como ha hecho Podemos.
Nunca se había visto que un conglomerado formado por tres partidos y dos plataformas sociales situadas a la izquierda del PSC fuera la primera fuerza en Cataluña en unas elecciones legislativas. Pero sucedió el 20-D ¿Quién podía imaginar razonablemente en 2011 que el PSC, durante 35 años partido hegemónico en la izquierda, ocuparía como ocupa el tercer puesto en el Parlamento catalán, el cuarto en el Ayuntamiento de Barcelona y el tercero en las elecciones generales? ¿Quién podía pensar entonces que una izquierda autodefinida como antisistema como es la CUP iba a lograr la caída de Artur Mas, aunque, en el mismo acto, se constituyera en sostén de un nuevo Gobierno de Convergència y sus aliados?
Dos terremotos políticos simultáneos, los provocados por la crisis económica y el retroceso autonómico, han sacudido y derribado el viejo sistema catalán de partidos. Y han alumbrado uno nuevo. Lo más novedoso en el ámbito de la izquierda es que movimientos sociales y entidades cívicas se han alzado como grandes catalizadoras de los cambios, compartiendo el protagonismo con algunos partidos y arrinconando a otros, hasta el extremo de dar pie a un nuevo partido con ambiciones hegemónicas, Podemos. Esta fenomenal sacudida ha propiciado también la emergencia de una nueva figura política, Ada Colau, que sin embargo no proviene de Podemos y que introduce un cambio totalmente inédito en Cataluña: un nuevo liderazgo que surge como un meteoro a la izquierda del espacio socialista y aspira a consolidar un nuevo reparto del poder político.
Este nuevo escenario está por consolidar, claro. Ayer lo anunció la propia Ada Colau. Vamos a consolidar como un nuevo agente político la confluencia de partidos y organizaciones sociales llevada a cabo en el último año, dijo. Con este anuncio finaliza, o eso parece —habrá que verlo— la excitante etapa de provisionalidad y sucesivas improvisaciones impuesta por el calendario electoral. Si se ha sabido extraer tan excelente rendimiento de la etapa de caos creativo, hay base para creer que se sabrá encarrilar la etapa de consolidación.
¿Qué es lo que ha confluido con tanto éxito electoral? En primer lugar, tres partidos, dos con décadas de historia, y uno acabado de nacer. El nuevo es Podemos. Los otros dos son ICV y EUiA, ambos fruto de distintas evoluciones del viejo PSUC. Estos tres partidos y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PHA) de la que Ada Colau es fundadora, promovieron en las municipales la candidatura Barcelona en Comú, a la que se sumaron el Observatorio DESC, Procés Constituent, la organización encabezada por Arcadi Oliveres, y otras entidades como la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB).
La misma operación se repitió en muchas otras localidades. Su gran éxito electoral les llevó a promover una candidatura con los mismos mimbres para las elecciones al Parlament de septiembre de 2015, con el nombre Catalunya Sí que es Pot. Obtuvo un resultado mediocre. Sin rendirse, repitieron la fórmula en las generales de diciembre de 2015, esta vez bajo el rótulo En Camú Podem, que alcanzó un éxito inédito para las fuerzas que se sitúan a la izquierda del partido socialista. Ganó, y se alzó como la fuerza más representativa de Cataluña en el Congreso de los Diputados.
Y todo esto, cabe preguntarse, ¿se organiza por generación espontánea? ¿Quien lo dirige? ¿Cómo se conjuntan organizaciones tan dispares y de tamaño tan distinto? El lanzamiento de Colau es simultáneo con el inexplicado apagón de los liderazgos de ICV, EUiA y Podem. Esta es ahora la cuestión, el nuevo reto.
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