El Ayuntamiento de Barcelona quiere imprimir un ritmo vertiginoso a una obra que le costó la alcaldía a los socialistas tras una consulta ciudadana y que el convergente Xavier Trias congeló. Lo demostró Colau al ser el primer gran tema que trató con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, tras asumir el cargo. Ayer en el marco de una reunión del Pacto por la Movilidad, la alcaldesa anunció las intenciones de su equipo de gobierno y demandó implicación del resto de administraciones para llevarlas a cabo, tras comprometerse a sacar adelante el proyecto con “consenso y diálogo”. “Desde el Ayuntamiento estaremos preparados”, señaló.
En el inicio de esa reunión, Colau criticó la “inequidad” en el reparto del suelo, al considerar que el 60% de la superficie se destina al tráfico motorizado, cuando la mayor parte de la población se traslada a pie o en bicicleta. Mercedes Vidal, regidora de Movilidad, incidió en esa idea y aseguró que el Consistorio se ha puesto como objetivo reducir un 21% los desplazamientos en vehículo privado como única fórmula para poder asumir los límites de contaminación de la Unión Europea.
Pese a la congelación tarifaria en el transporte público lograda este año, Colau lamentó que se tiene que aumentar la tarificación social porque durante la crisis los precios subieron un 20%. Sin referirse a la T-Mobilitat, el nuevo título de transporte en el que trabaja el consorcio privado al que la Autoridad del Transporte Metropolitano (ATM) adjudicó su desarrollo, Vidal señaló la necesidad de unas tarifas más sencillas