El ataque de los clones
El cambio de legislatura, que ha durado cerca de 3 meses, ha sido como un centrifugado largo, a resultas del cual tenemos un Parlament más claro y más almidonado
Ha sido Nuet el primer diputado que ha hablado en este primer pleno con Govern formado. Ha pedido la palabra, ha bajado de su asiento en la Mesa del Parlament (donde desempeña el cargo de secretario tercero) y ha subido al atril en nombre de CSQP (que es como un SPQR, pero sin los laureles del César).
Era el primer punto de la sesión y se votaba la situación de compatibilidades de los diputados (y de las diputadas). Joan Josep Nuet ha anunciado que su grupo iba a trabajar mucho y se ha vuelto a la mesa. En realidad, no estaba previsto que nadie interviniese en este apartado; pero a los otros grupos les ha dado envidia y cada cual ha pedido asimismo turno para decir que ellos también iban a trabajar mucho. Una vez hecha justicia verbal, se ha votado la resolución y la han aprobado por unanimidad.
Luego han abordado un par de asuntos más y, a los 10 minutos de iniciada la sesión, el president Puigdemont procedía a presentar la estructura y la composición del Govern. El cambio de legislatura, que ha durado cerca de 3 meses, ha sido como un centrifugado largo, a resultas del cual tenemos un Parlament más claro y más almidonado. ¿Se ha echado de menos a Mas este primer día? La verdad es que no, y ello es producto de que la formación del Govern esté ya resuelta.
¿Se lo pasaba uno mejor cuando estaba Mas? La verdad es que sí, y eso es debido a lo almidonado que queda el hemiciclo. En cierto modo, el president Puigdemont es a Artur Mas lo que la jefa de la oposición Inés Arrimadas a Albert Rivera. En ambos hay algo formal de clon, de imitación, que no se sabe si indica lealtad en el sucesor o falta de valor en el sucedido. El president Carles Puigdemont tiene de Artur Mas, además de impresa su huella digital, la frase igual, la misma repetición enfática de preguntas, y del mismo modo sacude los hombros como saltando después de cerrar el párrafo con un silencio, aunque sobre los hombros de Puigdemont ya no descansa el peso de la familia Pujol. Con Artur Mas se han ido esas sombras, pero también ha desaparecido con él su carácter dramático, su teatralidad, que le daban un punto de ironía a todo este teatro político.
Desde el portavoz de la CUP en esta sesión, Joan Garriga, hasta la portavoz de JxS, Marta Rovira (que sigue la escuela Turull), el tono general de las intervenciones ha anunciado que será una legislatura con más jerga que personalidad. El president Puigdemont tampoco es un dialéctico, pero insiste mucho. Es precisamente el convidado que uno teme encontrar en la silla de al lado durante una boda. Mientras el President invocaba esta mañana una República pensada para las personas, como el aeropuerto de Castellón, el diputado Lluís Llach se quitaba y se ponía la gorra de lana a modo de indicador térmico.
Iceta le ha hecho oposición al Govern y también a la oposición (a Puigdemont le ha advertido que de los 100 días de cortesía le corresponden sólo 37 por un mandato de 18 meses). El derechista de barrio García Albiol ha llamado varias veces terroristas urbanos a los parlamentarios de la CUP y ha regañado a Coscubiela porque en ese momento se le ha escapado la risa. Y el vecino altermundialista Lluís Rabell ha rematado su intervención con una cita de Disraeli (el mefistofélico tory inglés, no el disco de los Cream). Por los pasillos, se comentaba que Mas quiere volver, sino como Napoleón de Elba al menos como Sarkozy con su refundación. ¿Explicará esto el cada vez mayor parecido de Iceta con Hollande? Un verdadero misterio para esta XI legislatura.
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