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La crónica
Crónica
Texto informativo con interpretación

Hasta que el cuerpo aguante

La Barcelona de los años veinte vivió y sufrió una curiosa moda; los maratones de baile

Pareja de un torneo de baile en el Olympia en marzo de 1934.
Pareja de un torneo de baile en el Olympia en marzo de 1934.CARLOS PÉREZ DE ROZAS

La fotografía que acompaña esta crónica forma parte de la exposición dedicada a Carlos Pérez de Rozas en el Arxiu Fotográfic de Catalunya, que se podrá ver hasta el 21 de mayo de este año. Hablando el día de su inauguración con Pablo González (uno de sus tres comisarios junto a Teresa Ferré y Andrés Antebi), reparamos en esta imagen; una mujer con cara de circunstancias, que sonríe al fotógrafo mientras sujeta a su desmayado compañero. Sólo sabíamos de ella que se trataba de una maratón de baile, así que al llegar a casa me puse a buscar la historia que había detrás.

Estos concursos de resistencia fueron uno de esos espectáculos excéntricos y un tanto cafres que se pusieron de moda en la década de 1920, consistentes en una danza sin interrupción hasta que sólo quedase una pareja en pie. El primero que he localizado data de 1924 y se celebró en un entoldado situado junto al Teatro Apolo. Las parejas debían bailar durante un día entero, y ofrecían a cambio un primer premio de 2.000 pesetas y una copa de plata para el segundo. Según la crónica de La Vanguardia, al terminar el concurso los participantes “presentaban un estado lastimoso, con los ojos vidriosos y la cara demacrada”. Pocas semanas más tarde, en el Centro Unión Liberal Instructivo de Hostafranchs se celebró otro baile, aunque esta vez de tan sólo 6 horas. A partir de ese momento se sucedieron diversas iniciativas. Así, en mayo de 1927 el campeón Antonio Ferrándiz participó en una competición similar en la sala Nuevo Mundo del Paral·lel; y una semana después Charles Nicolás anunció que bailaría 240 horas sin tregua en el teatro Talía.

La necesidad de batir records hizo que este espectáculo dejara de ser un pasatiempo amable, para convertirse en una forma despiadada de ganar dinero. La sala que se hizo más popular con esta clase de campeonatos fue el Teatro Olympia, en la esquina entre Ronda de Sant Pau y la calle Aldana. Era un edificio de estructura de hierro con capacidad para 6.000 espectadores, que acogió los primeros conciertos de charlestón y jazz celebrados en Barcelona. Su empresario, Doroteo de Carlos, pactó con el organizador Alfredo Mucci una primera maratón en 1931 que reunió a diversos bailarines profesionales de media Europa. Este primer campeonato del mundo fue muy comentado, pues para acelerar el final se decidió reducir el tiempo que disponían los participantes para descansar. En marzo del siguiente año se convocó una segunda prueba en la misma sala, esta vez a cargo de la empresa Sanvera. Y en febrero de 1933, a imitación del concurso de 1.115 horas que ya había celebrado en el madrileño Circo Price, la promotora Nohr convocó en el Olympia una tercera competición de 1.000 horas seguidas de baile. Pero la prensa tildó la idea de aberración, y finalmente el gobernador civil la suspendió antes de empezar.

La promotora Nohr convocó en el Olympia una tercera competición de 1.000 horas seguidas de baile

La foto de Pérez de Rozas pertenece al cuarto torneo en el Olympia, celebrado entre febrero y marzo de 1934. Lo titularon Marathon Dance Sprint, y ofrecieron un premio de 20.000 pesetas. El organizador Mucci trajo a una serie de campeones europeos de esta especialidad, entre los que destacaban la sueca Helline (de dos metros de altura), a quien emparejaron con el bajito Massip. La competición empezó a medianoche del 13 de febrero, los concursantes disponían de un descanso de 15 minutos por hora, y se organizaban galas regularmente para atraer a más público, con grandes orquestas, cotillón y batallas de frutas. A los bailarines que se quedaban sin pareja les llamaban viudos, estos podían seguir y formar nueva pareja con una viuda. Algunos espectadores ofrecían dinero a cambio de que estos agotados bailarines se marcaran un fox o un vals. El periodista Sempronio comentó el espectáculo en la revista Mirador, diciendo que estos incentivos sólo servían "para satisfacer el poso de sadismo que hay en el fondo de los seguidores del concurso".

Todo parecía ir bien, hasta que la madrugada del 6 de marzo la policía suspendió el campeonato a los 21 días de haber comenzado. Los participantes denunciaron a Mucci, que fue detenido y juzgado. Nadie cobró el premio, y el Olympia tuvo que organizar una gala benéfica a favor de los damnificados. Un día más tarde se despidió a los participantes extranjeros con un sprint forcing de “vals al límite, al estilo americano”. Fue la última maratón de baile que se celebró en Barcelona, aunque muchos años más tarde Sempronio rememoraría el campeonato que en 1938 ganó Massip en la ciudad de Marsella, tras bailar durante 1.658 horas ininterrumpidas. El cronista dudaba de los tintes dramáticos que envolvían estos torneos, y contaba que al finalizar su entrevista le preguntó al campeón si había sufrido mucho. Este le respondió que todavía hizo un sprint de valses que duró cuatro horas, y que al salir de la sala se fue a celebrarlo con los amigotes (contaba el bailarín que la juerga se prolongó todavía 24 horas más).

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