Mariscal: “Hay que buscar otras maneras de conectar con la gente”
El diseñador inaugura una exposición antológica en Barcelona, en la que vende una selección de sus piezas, mientras proyecta una página web de retratos
Desde un rincón de una sala de la galería Ignacio de Lassaletta de Barcelona, Cobiparece que le hace un guiño a su creador, Javier Mariscal. Es el original que sirvió de modelo para la serie de sellos que se imprimió con la mascota olímpica en la Barcelona de los Juegos de 1992. Ahora se expone para ser vendida, como 55 obras de las diferentes etapas del diseñador, especialmente desde los años 90. Acuarelas, carboncillo, ceras, tinta china, óleos y alguna escultura, todas con el sello inconfundible del autor, que se acuerda de que su primera exposición fue en 1977 “cuando pensaba con asombro que en el 2000 tendría ya 50 años, y ahora ya ves, pensando que en el 2050 cumpliré 100”. Con humor, Mariscal quiere cerrar el capítulo sobre sus problemas económicos, aunque no los niega: “Sencillamente, como a tanta gente, artista o no, a la que la crisis les ha dado una buena bofetada”.
Paseando entre sus pinturas y dibujos, Mariscal dice que no ha querido intervenir en la selección de la obra que muestra la exposición, visitable hasta el 23 de enero: “Vinieron al estudio y escogieron libremente. Es un poco contradictorio: por un lado, no quiero venderlas, me da pena porque forman parte de mi vida y si se vende Cobi tendré un disgusto pero, por otro lado, es bonito vender porque significa que alguien valora lo que haces”. Las piezas escogidas son del artista ya consolidado y de las que puedan interesar a coleccionistas de arte. Sus precios: entre los 2.600 y los 20.000 euros. Mariscal no exponía en Barcelona desde que lo hizo en La Pedrera, en 2011.
Las piezas de la galería pueden leerse también como un paseo por la trayectoria del polifacético creador, que puede arrancar por el mismo Cobi y que llega hasta unos grandes óleos de su última etapa como pintor (del año pasado y de este mismo) que tienen a Barcelona como protagonista: desde una panorámica entre árboles vista desde la montaña de Montjuïc a un juego de luces y sombras de la mañana en una terraza de un café del Born.
Los precios de las obras oscilan entre los 2.600 y los 20.000 euros
“Paseo mucho, me gusta seguir descubriendo rincones nuevos, como unas casas bajas del barrio del Clot que parece que se han salvado milagrosamente, o lugares de Gràcia, el mercado de Santa Caterina o Montjuïc”, explica. Muchos de esos dibujos los hace con ipad o con aplicaciones de móvil. “Antes iba con una libreta, ahora prefiero la tecnología; es fantástico, puedes dibujar un retrato y ¡zup! ya ha llegado a la otra punta del mundo... Si hasta el sonido del envío es poético”, bromea. Precisamente, algunos de los proyectos que está ultimando están muy relacionados con las aplicaciones de móviles y de internet. Como el diseño de postales animadas para enviar: “serían series de animación en las que se pueda escribir o poner y quitar a gusto de consumidor”.
Otra idea que está ultimando es el de un servicio directo por Internet —inicialmente tendría un coste de 125 euros— en el que Mariscal realizará un retrato sobre el modelo de una fotografía. Lo explica enseñando algunos retratos de personas que hace en el móvil. Un proyecto para el que está diseñando una web y que está ahora en periodo de pruebas. “Creo que hace falta una nueva manera de distribución de la creación artística y, sobre todo, de conectar con la gente. Y las tecnologías e internet son formas de hacerlo”, comenta, convencido de que el sistema tradicional —la venta en galerías— no tiene mucho recorrido más: “No es que lo diga yo, es que nos ha pasado a todos”.
Una amplia selección de los bocetos y dibujos que realizó para la película de animación Chico y Rita, que codirigió con Fernando Trueba, pueden verse en la exposición, como La calle de la Luz, una de La Habana vieja, y otros que inició con plumilla que sirvieron de modelo para el filme. Hay una Pedrera de Gaudí que tiene “un poco de trampa, como otras vistas de Barcelona: pongo cosas que no están exactamente allí”, bromea. Un conejo de cobre con orejas puntiagudas es una de las esculturas que se han escogido para la muestra; otra pieza singular es la de la maqueta de un Chevrolet Impala de 1959 que cuelga, a tamaño 1x1, en un hotel de Madrid.
Para el creador de muchas de las icónicas imágenes de la Barcelona olímpica, la ciudad es, hoy, más viva y mucho más dinámica. “Es una ciudad con más diversidad, en la que se hablan ya bastantes lenguas, en la que la sociedad civil en forma de asociaciones de barrios y culturales es muy participativa. Es una ciudad que funciona y pasan cosas. Yo no soy, en absoluto, nostálgico”.
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