Con dos banjos hacia el cielo
Béla Fleck y Abigail Washburn reivindican el instrumento en el Festival de jazz de Barcelona
El banjo es un instrumento sin dobles lecturas. Su peculiar sonoridad no deja indiferente a nadie: o se ama profundamente o se odia con verdadera inquina. Así, un concierto de banjo solo puede ser por igual un tostón o una delicia, dos banjos sobre un escenario pueden ser la peor de las torturas o llevarnos al mismísimo cielo. Béla Fleck y Abigail Washburn, solos en el escenario del Festival de jazz barcelonés, consiguieron lo segundo dejando claro que el banjo puede ser un instrumento altamente creativo y cercano.
Aunque de origen africano, el banjo se relaciona indefectiblemente con el folk estadounidense pero a finales del siglo pasado el neoyorquino Béla Fleck consiguió sacarlo de esa tradición para llevarlo a los parajes musicales más insospechados, de lo que se denominó bluegrass progresivo a las fusiones jazzísticas o el funk rock más danzante. Ahora, con su banda The Flecktones en hibernación desde hace unos tres años, Fleck ha decidido dar un paso atrás y regresar a la tradición pura y dura y hacerlo de la mano de una de las mayores representantes del banjo old style, Abigail Washburn con la que casualmente está casado.
Béla Fleck & Abigail Washburn
Auditori, 11 de noviembre
La propuesta actual de la pareja se centra en un repertorio de aires tradicionales, en el que se mezclan verdaderas piezas populares con composiciones propias (incluyendo hasta una revisión de los Flecktones), y, sobre todo, en una interpretación altamente virtuosística. La voz de Washburn rompió la posible monotonía de los dos instrumentos en solitario pero quedó como una simple anécdota ante el poderío instrumental de la propuesta. Dos estilos y dos sonoridades muy diferentes que se complementaban a la perfección aunque siempre dominando la fuerza mucho más dinámica y penetrante de un Fleck exuberante que hasta se permitió demostrar su virtuosismo y su sensibilidad con un largo solo acústico con un pequeño banjolele.
Fleck y Washburn dejaron claro que dos banjos solos pueden llenar un escenario y convencer incluso a los más furibundos detractores, si hubieran estado allí, claro (ellos se lo perdieron).
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