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La cultura valenciana reclama una respuesta a sus propuestas

Se necesita un proyecto cultural viable y coherente, con sus objetivos a corto, medio y largo plazo, hecho por hombres y mujeres de la cultura y gestionado por profesionales independientes

Un pueblo cuyos gobernantes cuidan la cultura, la ayudan a crecer y la hacen suya, que defiende a sus autores y favorece la creación, es un pueblo afortunado. Los valencianos, en esto, no hemos tenido demasiada fortuna. Con períodos más brillantes que otros, la cultura valenciana siempre ha ido al pairo de los diferentes partidos políticos en el poder. Sus políticas culturales se han ido gestando más por beneficio de unos y de otros, que como un fin en sí mismas y con estas prácticas es muy difícil llevar adelante proyectos importantes y arriesgados. Muchas cosas se han quedado por el camino, algunas tan emblemáticas como RTVV o la Mostra, y la mayoría de los proyectos que siguen en marcha desconocen su futuro inmediato.

Si se da un repaso a la cultura de las últimas tres décadas, su evolución no resulta alentadora. “En los 80 lo mejor fue tener ilusión y provocarla, creer que la cultura era importante, para la sociedad e invertir en la creación de infraestructuras”, explica Rodolf Sirera, escritor, guionista y dramaturgo. “La ilusión, sin embargo,  dio paso a la cultura del escaparate, de la ostentación. Luego, al dirigismo, al amiguismo y la manipulación. Ahora estamos en la fase del escepticismo y la escasez y no sólo de recursos económicos”, añade el escritor.

Sirera, posiblemente uno de los valencianos con más reconocimientos dentro y fuera de la Comunidad, conoce de cerca la cultura y su gestión y se siente desconfiado y preocupado. No entiende el inmovilismo del actual equipo de gobierno y considera que no hay tiempo que perder. “Quiero creer que estamos en standby, pero hay peligro de que se nos acabe borrando el disco duro” afirma Sirera.

En los 80 lo mejor fue tener ilusión y provocarla, creer que la cultura era importante, dice Rodolf Sirera

Su inquietud se extiende a los profesionales de otras áreas de la cultura, como la música. La Comunidad Valenciana cuenta con un patrimonio musical histórico muy importante y posee, además, un patrimonio inmaterial muy singular: la práctica de la música muy extendida en la población y que abarca todos los géneros musicales, coros, bandas, orquestas, jazz…pero con tan buenos mimbres, tampoco se han construido buenos cestos.

”Quedó pendiente profundizar en el tema de la gestión de todo lo que se puso en marcha y se olvidó el criterio cultural con el que debía rentabilizarse el esfuerzo.”, afirma Pep Ruvira, musicógrafo, historiador musical y gestor cultural. Ruvira considera que a pesar de que se ha estudiado y reflexionado mucho sobre las políticas culturales y su gestión, con frecuencia la política tiende a ignorar tales criterios y a hacer de la cultura un juguete en sus manos. “No sólo se necesita dinero, se debe buscar una estabilidad en las instituciones culturales que permitan el desarrollo de sus funciones y contar con profesionales para desarrollarlas”. Añade Ruvira.

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También el cine y el audiovisual esperan expectantes propuestas políticas que ayuden a mitigar el desmesurado paro del sector que, tras el cierre de Canal 9, supera el 90%. “Otro gran problema es que no han creído en nosotros, ni nosotros mismos lo hemos hecho”, opina Giovanna Ribes, cineasta y productora con una larga trayectoria en el audiovisual valenciano. Su última producción Un suave olor a canela ha sido reconocida internacionalmente. “No nos hemos publicitado, ni distribuido, se ha preferido a cualquier otro cineasta de otros lares a los de aquí, otros temas a los de aquí, y no nos hemos defendido” agrega Ribes.

La ilusión dio paso a la cultura del escaparate. Luego, al dirigismo, al amiguismo y la manipulación. Ahora estamos en la fase del escepticismo y la escasez, añade el escritor

En estos momentos los profesionales del mundo de la cultura, los autores, creadores, técnicos y gestores que la hacen posible, esperan de los políticos propuestas concretas. Hasta el momento siguen sin pronunciarse y no se entiende el inmovilismo del actual equipo de gobierno, en quién se depositó tantas esperanzas. “Lo primero de todo, reaccionar. ¿Y si los nuevos responsables políticos, ya que se confiesan diferentes, salieran de su torre de marfil y empezaran a involucrarse de verdad con la cultura?”, plantea Sirera.

Esperemos que esa falta de respuesta por parte de los responsables políticos se deba a una falta de tiempo por problemas e imprevistos surgidos al ocupar sus cargos, y que su voluntad sea la de ponerse en marcha de manera inmediata. Porque se necesita, y se necesita ya, un proyecto cultural viable y coherente, con sus objetivos a corto, medio y largo plazo, hecho por hombres y mujeres de la cultura y gestionado por profesionales independientes. Y esperemos también que en esta ocasión la fortuna nos sea favorable.

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