Diluidos en la mermelada
La izquierda, sin perfil propio, sale ampliamente derrotada de la pugna entre los nacionalismos
Con las elecciones del 27-S prosigue la recomposición del mapa político catalán. Se añade a la conmoción provocada en el sistema español de partidos por la irrupción de Podemos en las europeas de 2014 y por la expansión de Ciudadanos en las autonómicas de mayo. Ahora, la izquierda ha sido barrida en Cataluña por el ciclón independentista. Los socialistas han descendido a su cota más baja desde 1980 y no han podido recuperar ni su condición de primer partido de la oposición, que ERC les arrebató en 2012. Han quedado como tercera fuerza al frente del pelotón formado por cuatro grupos que tienen entre el 12% y el 8% de votos. De Esquerra Republicana, ni se sabe. Su líder, Oriol Junqueras, era desde 2012 el jefe de la oposición pero no ejerció y, ahora, diluido su partido en la mermelada ideológica nacionalista que es la coalición ganadora Junts pel Sí, dirigida por Convergència, resulta imposible ubicar sus votos, o sus escaños, en el lado de la derecha o el de la izquierda. Tal como han ido las cosas, a Esquerra no le queda otro remedio que concurrir a las legislativas del 20 de diciembre junto con Convergència, ya sea reeditando la coalición de Junts pel Sí o con cualquier otra fórmula ideada para el caso. Si así fuera, seguiría diluida en la mermelada.
La otra fuerza de izquierda, Iniciativa Verds-Esquerra Unida ha desaparecido también, subsumida en una coalición con Podemos. Pero la suma de ambas ha resultado ser una resta, puesto que entre las dos han obtenido menos escaños que Iniciativa sola en las elecciones de 2012. Pasar de 13 diputados a 11 cuando uno de los componentes de la coalición aspira a ser alternativa de gobierno en toda España es peor que un fracaso, indica que ha habido ahí importantes errores de apreciación.
La campaña de la coalición Catalunya Sí que es Pot fue hegemonizada por los líderes de Podemos, mientras las figuras públicas de Iniciativa desaparecían literalmente del escenario, en lo que fue percibido por los electores como un auténtico apagón. De manera que este flanco de las izquierdas ha quedado debilitado como en sus peores momentos. El panorama para las tres fuerzas que han representado a la izquierda desde 1980 (PSC, ICV y ERC) es el peor que nunca hayan afrontado: sin perfil ni programa propios, en sus cotas de votación más bajas, incluso sin nombre, ni liderazgos claros. El hecho de que las campañas del PSC y de ICV hayan sido protagonizadas por Pedro Sánchez y por Pablo Iglesias indica hasta qué punto sus respectivas derrotas son consecuencia de debilidades políticas previas.
Los antisistema de la CUP van a tener que madurar en pocas semanas lo que a otros les costó años o incluso décadas
Este desastre no lo compensa el crecimiento de las Candidaturas d’Unitat Popular (CUP), que ha pasado de tres a 10 diputados. Es una paradoja que el único grupo interesado en ayudar a los ganadores y que dispone de los escaños necesarios sea la CUP, es decir, los diputados que se publicitan orgullosamente como antisistema y hasta hace cuatro días eran considerados como totalmente incompatibles con el centro derecha nacionalista.
¿Incompatibles? Los antisistema de la CUP van a tener que madurar en pocas semanas lo que a otros les costó años o incluso décadas. Han quedado en posición de bisagra entre el bloque independentista y los demás y no les queda otra opción que inclinar la balanza. Tienen mucho en común con Junts pel Sí: son igualmente partidarios de quebrar o superar el statu quo constitucional. Eso les une. Su otro objetivo, romper también el statu quo económico, puede esperar. Su candidato, Antonio Baños, no ha dejado de proclamar su retórica rupturista incluso después de las elecciones: desobediencia civil, predica todavía la CUP. Pero negocian.
En el otro lado, Ciudadanos se ha erigido en Cataluña como el sustituto del PP y sus dirigentes sueñan con convertir este resultado en un anticipo de lo que ocurra en el resto de España el 20 de diciembre. Con casi el 18% de los votos, dobla la proporción habitual de las fuerzas del españolismo de centro derecha en el Parlament, ya fuera con la UCD de Adolfo Suárez, la Alianza Popular de Fraga o el PP de Aznar. Le corresponderá el liderazgo de la oposición, otro aspecto relevante de la derrota de las izquierdas. Una vez más se ha verificado que el nacionalismo, los nacionalismos, arrasan a las izquierdas cada vez que se lo proponen o lo necesitan.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.