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René Jacobs, demiurgo

El director abrió la Temporada de Música Antigua en el Auditori con ‘La Creación’ de Haydn

El director René Jacobs
El director René Jacobs

Quizá el caos sólo sea un orden del que desconocemos el algoritmo. En los oídos de los melómanos de principios del siglo XIX la evocación instrumental del caos primigenio con que se inicia el oratorio La Creación de Haydn debía sonar horrible, cacofónico, terrorífico; esa era, al parecer, la intención del autor. Hoy, con todo el siglo XX detrás, con otros algoritmos en la mente, ese inicio nos parece casi dulce. A partir de ese caos original la obra, siguiendo el relato del Génesis y del Paraíso perdido de Milton, evoluciona hacia el orden para culminar en la creación del ser humano. La obra, un inmenso canto al Creador, tiene grandeza épica, proporciona dulce consuelo y, próxima estéticamente, pero, sobretodo, moralmente, a la música masónica de Mozart y al mensaje de amor de La flauta mágica,nunca nos habla de culpa o de temor sino de admiración y agradecimiento.

Con obra tan indicada, abrió el Auditori su Temporada de Música Antiga. La ofició René Jacobs, uno de los más respetados especialistas en música del período al frente de la B'Rock Orchestra que debutaba en Barcelona, un solvente conjunto de instrumentos históricos creado en 2005, con músicos de un media de edad bastante baja, que empezó algo desajustado pero que, atento, concentrado en la labor, pronto se hizo con la acústica del Auditori y acabó sonando muy bien.

En la parte coral, agradecidísima, bellísima, pues siempre les toca hacer de ángeles, tuvimos al mismísimo Collegium Vocale de Gante, una formación de prestigio mítico en la interpretación con criterios históricos que, una vez más hizo honor a las altas expectativas que siempre generan sus visitas.

El trío de solistas vocales integrado por la soprano Sophie Karthäuser, el tenor Maximilian Schmitt y el barítono Johannes Weisser sonó equilibrado y a buen nivel en cuanto prestaciones. Hubo comunión en la intención y en el estilo y sólo podría destacarse que soprano y barítono cantaban más des del texto y su significado mientras el tenor presentaba, quizá, una expresividad más convencional.

Desde el podio René Jacobs, convertido en demiurgo —que es lo que son al fin y al cabo los directores— “creaba" su Creación con gesto meticuloso en lo referido a entradas, tempi y precisiones rítmicas, se mostraba poco intervencionista en todo lo que concernía a la dinámica y el gesto era mínimo en cuestiones de expresividad y fraseo que, sin embargo, estaban presentes, especialmente en el coro.

Probablemente había detrás mucho ensayo y mucha habilidad por parte de todos.

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