Un Sert, ‘retocado’
La galería Joan Prats, que reabrirá como comercio de la firma Naútica, conserva el aire del diseño del arquitecto racionalista
Ni está todo tal como estaba, ni tampoco se ha borrado buena parte de la estructura y diseño que hizo el arquitecto Josep Lluís Sert en el interior de la galería Joan Prats, en la Rambla de Catalunya barcelonesa, por encargo de la familia Prats, en 1976. El comercio reabrirá próximamente como una tienda de la marca sport wear y relojes Nautica. La persona que recuerde la antigua galería verá cosas nuevas, como una ventana abierta en la pared justo frente a la puerta de entrada. “Era un tabique que se colocó cuando se hicieron las obras para convertirla en galería para evitar que, prácticamente desde la calle, se viera el interior. Lo sabemos porque nos documentamos bien antes de empezar nuestra intervención”, explica uno de los arquitectos Palou que han realizado las reformas. Tampoco encontrarán una pared que dividía las dos primeras salas de la galería “que se ha eliminado porque funcionalmente tenía sentido en una galería para crear espacios pero no en un comercio normal”. La reforma ha supuesto levantar un tabique que no estaba en una de las salas interiores “para instalar los probadores”. Por lo demás, la configuración de los espacios, los cantos redondeados de algunos tabiques y las ventanas abiertas en las paredes de las salas siguen ahí.
“Nos gustaba el local precisamente por cómo era y no teníamos ninguna intención de modificarlo en profundidad. Sí se tuvo que abrir techos y columnas para que cumplieran las normativas vigentes en materia de incendios y de suministros. Lo mismo con los escalones de la entrada que se han cambiado por una rampa porque así obligan las normas de accesibilidad de hoy en día”, insiste el arquitecto enseñando los planos de la entrada del proyecto en las oficinas municipales.
“No hemos introducido ningún cambio después de que saltara la polémica, nos hemos limitado a realizar lo que ya habíamos proyectado”, apunta al ser preguntado sobre si habían decidido recuperar parte de la estructura del interior al hacerse públicas fotografías el pasado mes de agosto que reflejaban los devastadores efectos de la piqueta.
Las obras de adecuación del local se paralizaron durante dos días a primeros de agosto por orden del Ayuntamiento que quiso comprobar que todo estuviera en orden. Y los servicios de Patrimonio emitieron un dictamen favorable y se reanudaron los trabajos.
Abajo, en el sótano —que se destinará a dependencias no abiertas al público— está el armario que sí que está protegido —cabe suponer que solo por el hecho de que procedía de la antigua sombrerería Prats de la calle de Ferran— en el catálogo de Protección de los Establecimientos Emblemáticos de la ciudad, junto con los elementos del exterior, el frontis de granito negro con el nombre del establecimiento y los plafones de vidrio.
Fue el criterio de los especialistas que realizaron ese catálogo el que determinó que no se protegiera el interior que diseñó Sert —autor de edificios tan emblemáticos como la Fundació Joan Miró de Barcelona— para el local cuando dejó de ser sombrerería para convertirse en la galería Joan Prats.
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