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Muchas ventas para menos presupuesto

El Espanyol cobró unos 22 millones de euros en traspasos pero rebajó los sueldos de un equipo totalmente remozado

Jordi Quixano
Héctor Moreno, con Pepe, en el partido contra el Madrid de la tercera jornada de Liga.
Héctor Moreno, con Pepe, en el partido contra el Madrid de la tercera jornada de Liga.Joan Valls

No hubo forma de retener a ninguno. A ninguno de los mejores. Por un lado, al Espanyol le interesaba vender a futbolistas para paliar la mastodóntica deuda pendiente (unos 130 millones); y por el otro, los jugadores forzaban la situación porque las ofertas salariales eran mucho más generosas de lo que podía plantearse el club blanquiazul. Así, el trasiego de futbolistas, la salida en manada, desvertebró al equipo de sus principales figuras. “Son demasiadas bajas importantes que no nos esperábamos”, se lamentan desde las oficinas del Power8 Stadium. “Se ha tenido que rehacer el grupo con 12 caras nuevas, lo que supone el 50% del equipo. Pero, a pesar de ello, se ha formado un grupo digno”, exponen desde las altas esferas de la entidad. Aunque de momento no acaba de funcionar. “Cuestión de tiempo”, defienden desde el Espanyol.

Cambio de planes

Al inicio del verano, el presidente Joan Collet explicó a sus allegados que el club no tenía una necesidad imperiosa de vender a las estrellas del equipo, si acaso a una y nada más. Un discurso que estaba en consonancia con el entonado al final del curso anterior tras la última jornada ante el Celta. “Vamos a vender a Sergio García regalado, no vamos a comprar a Lucas Vázquez, vamos a venderlo todo… ¡Todo lo que se dice es mentira!”, resolvió Collet un tanto colorado por el enfado; “y tampoco vamos a reducir el presupuesto”. Mensajes que entusiasmaban al área deportiva —finalmente incumplidos— porque consideraba que con un par de retoques confeccionaría un equipo de lo más competitivo, al menos para pelear por Europa. Así, el director deportivo Óscar Perarnau anunció en público que rastreaba el mercado en busca de un central y un jugador de banda, también quería un delantero en el caso de que Sergio García hiciera las maletas. La realidad, en cualquier caso, fue bien distinta, hasta el punto de que se debió tirar de imaginación para reconfigurar un equipo desvencijado.

Uno a uno desfilaron los futbolistas por el trampolín de Cornellà para emigrar a equipos con mejor chequera. Fue un varapalo deportivo pero también una evidencia de la capacidad de ingresos del club en la ventana de traspasos, donde facturó unos 22 millones de euros: cinco por Héctor Moreno (PSV); dos por Lucas Vázquez y seis por Casilla (repescados por el Madrid); dos por Sergio García (Al-Rayyan); tres por Stuani (Middlesbrough); 1,2 por la venta de Sergi Darder —exblanquiazul en el Málaga— al Olympique de Lyon; 1,6 que recibirán cuando Thievy dispute 400 minutos o 10 partidos con el Granada; y cerca de otro millón con los traspasos del fútbol base. “No ingresamos todo ese dinero”, protestan desde la entidad; “porque, por ejemplo, de Stuani se cobró un millón y medio y 1,25 fue a parar a la Reggina, su exclub”. Más que nada, para reducir el endeudamiento como también se hizo con Sergio García, al que se le debía bastante dinero.

“No hemos rebajado el presupuesto del primer equipo”, persistió Collet hace poco más de un mes. Una especie de aforismo que no acaba de encajar. Entre otras cosas, porque cinco de los jugadores que se marcharon cobraban por encima del millón (Sergio, Stuani y Casilla, además de Colotto, que se marchó al Pune City indio, y Mationi, al Deportivo) y sólo Gerard Moreno —se pagó 1,3 y se hizo después de que lo pidiera el técnico al presidente— supera la cifra de todos los que han llegado. Unos salarios que le han hecho perder a futbolistas en beneficio del mismo Depor o Rayo, por ejemplo. Unos salarios que, definitivamente, son más bajos.

El toque de atención de Sergio

El Madrid tambaleó el Power8 Stadium con seis goles y una victoria sin remisión. “La culpa es mía. No me he equivocado en el esquema, pero sí en los hombres”, expresó tras el correctivo el técnico Sergio González. O, lo que es lo mismo, alguno no había rendido al nivel esperado. Pero al entrenador, sobre todo, le preocupaba la actitud del equipo porque consideraba que no alcanzaba ni siquiera unos mínimos de compromiso y competitividad. Así se lo transmitió al grupo, aunque no de manera severa sino con buenas palabras. “Pero no hay mayor castigo que sentarlos en el siguiente partido”, cuentan desde el club. Y así lo ha hecho Sergio, que para el duelo a domicilio ante la Real Sociedad (22.00 horas, TVE 1) ha dado todo un vuelco a la lista de convocados.

Duarte, Montañés, Mamadou, Ciani y Jordán, además del lesionado Arbilla, se caen para dar paso a los fichajes Asensio, Bardi, Roco, Hernán Pérez y Diop, junto al canterano Rober Correa. “Es bueno generar competencia”, resolvió Sergio, que admitió el bajón anímico del equipo y comparó la derrota ante el Madrid con la sufrida en el ejercicio pasado en la semifinal copera frente al Athletic. “No hay para tanto”, defienden desde el vestuario; “la derrota es algo que está en el fútbol y ya somos mayorcitos. El primer día fue difícil, pero ahora tenemos muchas ganas de jugar”. Ocurre, sin embargo, que en la ciudad deportiva se respira un ambiente negativo. “Sabemos que Sergio, trabajador y alegre, lo cambiará”, exponen desde el club. Y para eso está el toque de atención. “Muchas veces el boxeador se cae a la lona, se levanta y gana el combate”, advirtió el técnico. “Se trata de recuperar nuestra actitud. Y, de paso, así, dosificar al equipo porque el martes hay otro partido”, añaden desde el Espanyol.

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