Los valores de Europa
La actuación de la UE ante la crisis griega y los refugiados crea gran desencanto y cuestiona seriamente el futuro de la UE y sus importantes logros
Durante estos meses, la convicción y el orgullo europeístas, tan arraigados en muchísimos ciudadanos, han sufrido un fuerte retroceso. Ya se habían resentido al experimentar las consecuencias de las políticas de austeridad impuestas a las clases populares de muchos de nuestros países, mientras se rescataba el sistema financiero con gran magnanimidad. Pero el tratamiento de la crisis griega, y más recientemente la incomprensible actuación frente al problema de los emigrantes y los refugiados, han sido dos golpes de un gran efecto negativo. Hay un creciente desencanto y un clamor importante: ¡ésta no es la Europa que queríamos, por la que tanto hemos luchado, y que tanto hemos defendido! Creo que la reacción ha llegado a un punto en que se pone en peligro el futuro de la UE, y sus importantes logros. Pero no veo que se aborde seriamente el problema…
Los valores fundacionales de la construcción europea fueron: la paz, la democracia, el progreso económico y la solidaridad. Nadie puede poner en duda que, en el primero, los progresos han sido espectaculares durante este medio siglo. En el segundo, se ha avanzado mucho en la democratización de las instituciones en todos los Estados miembros, aunque muy poco en las de la propia Unión, que sigue con procedimientos intergubernamentales y burocráticos. En economía, también hubo avances continuados durante tres décadas, pero se han interrumpido después. Pero el cuarto ha sido descaradamente olvidado o dejado de lado, desde hace ya bastantes años. A él quiero referirme.
Solidaridad interior. El crecimiento constante de las desigualdades durante los últimos años se opone claramente al objetivo de la equidad y la cohesión social. Las recetas utilizadas para resolver los problemas de la crisis han puesto totalmente en cuestión la solidaridad interior, mientras que las recientes actuaciones frente al problema de la inmigración y el asilo demuestran un bajísimo grado de solidaridad exterior. ¿Por qué ha ocurrido esto? ¿Se quiere reconducir?
Hay un cierto acuerdo en que las dificultades son, en buena parte, fruto de una implementación fragmentada, errónea y desdibujada de los ambiciosos objetivos que se establecieron a finales de siglo y que se recogieron en el tratado de Maastricht y supusieron la creación del euro. Ello se ha agravado con la acelerada ampliación del número de Estados miembros, que ha contribuido a poner incluso en cuestión dichos objetivos.
Va siendo evidente que una unión monetaria sin una unión fiscal no solamente no puede funcionar bien, sino que se convierte en un estorbo a la hora de hacer frente a una crisis económica, ya que los Estados han cedido a la UE las herramientas monetarias para combatirla (tipo de cambio y tipo de interés), y esta no tiene las que necesitaría para una política anticrisis eficaz. Se ha notado a faltar un presupuesto comunitario muy superior al actual (que no llega al 1% del PIB) que permitiera transferencias fiscales de estímulo al crecimiento. Padecemos la falta de una armonización fiscal que incluya algún impuesto federal (por ejemplo, el impuesto de sociedades, que además evitaría la competencia fiscal entre Estados). Y necesitamos una coordinación estrecha de todas las políticas económicas (laborales, energéticas, educativas…).
No hay que disimular que las progresivas cesiones de soberanía que esto supondrá conducen inevitablemente a una mayor unión política, que puede tener un carácter muy distinto a la de los Estados unitarios, y tomar como modelo el de las constituciones federales. Los Estados que forman actualmente la Unión, así como los que han solicitado su ingreso, deben ser muy conscientes de las consecuencias del proceso, para poder decidir democráticamente si mantienen su voluntad de ingreso o incluso si se plantean la posibilidad de optar por la salida. Debemos saber quiénes estamos dispuestos a avanzar a más velocidad…
Solidaridad exterior. El vergonzoso espectáculo con relación a los refugiados, con rechazos, desacuerdos y acusaciones cruzadas entre Estados, aunque se está corrigiendo, fue solo la otra cara del espectáculo de las negociaciones sobre el rescate de Grecia. Ni la UE llegará a buen fin sin dejar un espacio importante a la solidaridad interior, ni el papel de Europa en la globalización tiene futuro si no es el líder de la solidaridad a nivel mundial.
Joan Majó es ingeniero y exministro
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