Mucho más que una debutante

Es Natalie Prass una debutante solo en apariencia. Cierto que su primer disco salió a principios de año y que antes no se había oído hablar de ella. Pero ese disco llevaba grabado tres años y ella había pasado varios más componiendo para otros y actuando en Nashville, la capital estadounidense de los sonidos de raíz. Su primer paso por Madrid, en el auditorio del Reina Sofía, supo a poco. Vino acompañada solo por un guitarrista, Michael Libramento, que el martes en Siroco ocupaba el puesto de bajista del trío que acompañaba a la cantante de Virginia. Y teniendo en cuenta que lo que más ha llamado la atención de su debut ha sido la instrumentación, ese formato quedaba corto.

Tampoco se sabía muy bien cómo iba a funcionar el del martes: bajo, guitarra y batería, sin las cuerdas ni los metales que hacen de escuchar su álbum una experiencia embriagadora. Pero Prass traía un arma secreta: aunque ha sido Matthew E. White quien se ha llevado el mérito de la producción del disco, ha sido un trabajo conjunto con Trey Pollard, que era el guitarrista que ocupaba el centro del escenario en Madrid. Arreglista y productor, Pollard ha sido capaz de jazzificar las canciones de Prass. Y juntos hacen un tándem que en Madrid funcionó muy bien casi siempre y perfecto en sus mejores momentos. Prass tiene una voz dúctil y dulce y parece que no se va a quedar aquí. Lo mejor de la noche es que algunas de sus nuevas canciones supieron a gloria.