27-S, ¿votos o escaños?
La idea de interpretar el resultado en función de los escaños destila oportunismo político
Desde que se plantearon las elecciones del 27-S como plebiscitarias, existe la incertidumbre de si el éxito del independentismo debe contarse en votos o en escaños. La cuestión no es trivial, pues las encuestas sugieren que no debemos descartar un escenario en el que el bloque soberanista obtenga la mayoría absoluta de diputados pero no de votos. Por este motivo sería bueno cerrar este debate antes de que se produzcan las elecciones. Déjenme que exponga mi opinión sobre cómo deberíamos interpretar el mandato de los catalanes en el 27-S.
En las elecciones al Parlament están convocados más de tres millones de catalanes que deberán escoger a 135 diputados. Las papeletas depositadas en las urnas deben traducirse en unas pocas decenas de parlamentarios para lo que es necesario emplear alguna regla de reparto. ¿Cuál debemos utilizar? A priori podría pensarse que el criterio de asignación más justo es que cada partido obtenga exactamente el mismo porcentaje de escaños que de votos. Sin embargo, en la realidad, nunca es así. Todos los sistemas electorales contienen algún elemento corrector de la proporcionalidad para —normalmente— beneficiar a los partidos grandes a costa de los pequeños. Algunos consideran por ello que los sistemas electorales son una especie de anti-Robin Hood, que se dedican a saquear escaños a los partidos pobres para dárselos a los ricos.
En realidad, existen motivos más o menos convincentes para limitar la proporcionalidad. Algunos consideran que es oportuno dar mayor representación a las zonas rurales y menos pobladas, pues de otro modo sus intereses serían sistemáticamente desatendidos. Otros señalan los beneficios de circunscripciones a la británica, en las que se elige a un solo diputado, pues, aunque limita mucho la proporcionalidad, fomenta que el diputado sea más conocido y cercano. Pero quizás el argumento más usado es el de la gobernabilidad: es deseable renunciar a parte de la proporcionalidad para facilitar mayorías parlamentarias amplias y gobiernos estables.
El sistema electoral jugará a favor de la candidatura Junts pel Sí
Si bien estos argumentos pueden resultar convincentes a la hora de escoger gobernantes, pierden todo su sentido cuando se trata de un plebiscito. En los referéndums no es necesario que se incluyan los mecanismos distorsionadores propios de los sistemas electorales, pues no se está eligiendo a diputados, sino que se está planteando una consulta sobre una materia determinada. Por este motivo, en los referéndums debe cumplirse un criterio de estricta proporcionalidad: cada voto debe contar exactamente lo mismo. En este caso, no hay correcciones que valgan. Cualquier alteración de la proporcionalidad constituye una vulneración injustificada del principio de igualdad y una adulteración interesada del mandato de los ciudadanos en las urnas.
La idea de interpretar el resultado en función de los escaños destila oportunismo político
Es cierto que el 27-S no es un referéndum, sino unas elecciones parlamentarias. Debido a ello, el sistema electoral debe operar inevitablemente para transformar los votos en escaños. Sin embargo, se trata de un grave error interpretar la opinión de los ciudadanos con respecto a la independencia teniendo en cuenta la distorsión que genera el sistema electoral. Si se quiere leer el 27-S en clave de plebiscito, debe medirse la adhesión al independentismo en votos y no en escaños.
Los políticos oportunistas intentan confeccionar un sistema electoral a medida para que beneficie a su partido. Los curiosos sólo deben buscar en Google la palabra "gerrymandering" para observar algunos ejemplos grotescos de manipulación interesada del sistema electoral en Estados Unidos. La propuesta de algunos dirigentes soberanistas de tener en cuenta los escaños en lugar de los votos desprende tintes de oportunismo político. Sabemos que el sistema electoral jugará a favor de la candidatura Junts pel Sí, al igual que en el pasado lo hizo a favor de CiU. En los últimos años, el sistema electoral ha beneficiado a Convergència en alrededor de 9 escaños a costa de partidos menores como Ciutadans, CUP o, muy especialmente, Plataforma per Cataluña.
No es descartable que la candidatura soberanista no consiga alcanzar la mayoría absoluta de los votos. Ante este escenario, edulcorar el mandato de los ciudadanos con el efecto distorsionador del sistema electoral puede resultar tentador, pero esta lectura será interpretada como oportunista por cualquier observador mínimamente independiente. ¿Quieren realmente que el 27-S sea interpretado en clave plebiscitaria? Entonces cuenten votos y no escaños.
Lluís Orriols es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid
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