Verdi de ‘baix’
Fue una de las calles pioneras en engalanarse para la fiesta mayor de Gràcia
Es una cerámica de tema religioso empotrada en una ventana tapiada, con un marco de un intenso azul marino. Según parece, representa la Asunción, una imagen íntimamente ligada a la fiesta mayor del barrio de Gràcia. Esta concretamente fue colocada en 1952 por la Comisión de Fiestas Verdi de Baix (el tramo entre las calles Perla y Or), seguramente para recordar esta festividad que se celebra cada 15 de agosto. Aunque en esto del patronazgo hay dos bandos amistosamente enfrentados, pues mientras unos consideran a la Asunción su patrona, otros honran como patrón a San Roque, que tiene una hornacina en la esquina de Fraternitat con Llibertat. Allí, frente al emblemático bar Casa Pagés, en el corazón del barrio gitano de Gràcia, al lado mismo de donde nació Antonio González el Pescailla, comenzaron a engalanarse las aceras con enramadas de pino a los pies del santo. Y más arriba, en la confluencia de Fraternitat con la calle Tordera sobrevive otra hornacina también dedicada a San Roque.
Durante sus primeros años, las fiestas de Gràcia consistieron en romerías, bailes tradicionales y rogativas
La fuente más antigua que nos habla de estos festejos es Francesc Curet, quien escribía en el Diario de Barcelona que su origen había que buscarlo en la destrucción napoleónica (en 1816) del convento franciscano de Jesús, que estaba situado en el actual paseo de Gràcia. Un año después, la gente que acudía hasta allí para celebrar la Asunción se trasladó a la plaza de la Trilla. Durante sus primeros años, las fiestas de Gràcia consistieron en romerías, bailes tradicionales y rogativas. Pero a mediados del siglo XIX cada vez era mayor el número de entoldados; y a medida que la industria modificaba su vecindario, se fueron incorporando nuevas tradiciones.
El diario La Imprenta informaba de que las principales diversiones en las fiestas de 1876 fueron (aparte de los diversos pasatiempos callejeros): “Las iluminaciones, las torres de los Xiquets de Valls, el baile dels bastons y los dados en el Centro Graciense, entoldados en las sociedades Hortensia, Antigua de la Amistad y Tívoli Graciense, Salon de Roch, otro improvisado en la calle de Santa Madrona, etc, etc…” Por aquellas fechas, los saraos más concurridos se habían desplazado a los entoldados de las distintas sociedades recreativas, que ofrecían a sus socios una gran variedad de actividades. Sociedades con nombres tan peculiares como la Adonis, la Ninfa Graciense o la Bella Hortensia, que organizaban lucidas galas. De esta última sociedad, una nota de La Imprenta señalaba que en 1875 promovió (“por ser la fiesta mayor de esta villa”), tres bailes extraordinarios en su local de la plaza del Diamant. En 1877, el mismo periódico informaba de que la Ninfa Graciense, desde su entoldado en la plaza de Oriente (después Rius i Taulet, y hoy de la Vila), advertía a las demás sociedades de la presencia de individuos que sin ser socios intentaban acceder a los entoldados, y recomendaba que “deben ser expulsados de la sala inmediatamente”. Entre estos “bailes de sociedad” destacaba el de máscaras del Centro Graciense, una entidad que en 1882 advertía que sus actividades eran: “Eminentemente familiares, de manera que las más recatadas y distinguidas señoritas de Gràcia no se desdeñen de asistir a los mismos”. De toda aquella atmósfera decimonónica aún queda en pie el caserón de Can Pioc (que también fue sociedad), en la esquina de la calle Santa Magdalena con Trilla, una antigua fonda que disponía de un gran salón de baile en el primer piso.
En la década de 1890 la decoración de las calles pasó a un primer plano
En la década de 1890 aparecieron nuevos tipos de sociedades, más próximas al republicanismo y al catalanismo; la fiesta adquirió un tono más cívico que religioso; y la decoración de las calles pasó a un primer plano. La Vanguardia en 1895 explicaba la programación de aquel año, que incluía el reparto de alimentos a los pobres, iluminación de aceras y fachadas, y el adorno de vías como la Culebra (hoy Francesc Giner) en estilo árabe, o Monjas (hoy Verdi) con ramaje y flores. Por entonces, Verdi ya era una de las calles pioneras en engalanar sus aceras, y una de las que ha ganado más veces el concurso desde entonces. Luego vendrían las decoraciones de fantasía, que a partir de los años veinte coparon todo el protagonismo, y que han llegado hasta nuestros días. La fiesta en el corazón del verano, rito de paso para los jóvenes barceloneses; una larga tradición anual cuyos orígenes parece recordarnos este friso de cerámica.
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