Adiós a Marcel·lí Maneja, el pionero del ‘showtime’ europeo

En 1940 un joven desgarbado se presentaba en la cancha de baloncesto con un pañuelo en la cabeza y unas alpargatas. Le tachaban de excéntrico, pero no por su estilo transgresor, sino por las maravillas nunca vistas que hacía con el balón. Era Marcel·lí Maneja (L’Hospitalet; 1921-2015).

El base comenzó su carrera en el Atlétic Bàsquet de L’Hospitalet con 15 años. Tras la Guerra Civil, sus pases sin mirar, su control del balón con ambas manos y su dribling, insólitos en aquella época hasta el punto de que muchos lo señalan ahora como el pionero del showtime, llamaron la atención de la selección española, que lo convocó para un amistoso en Toulouse en 1943. Su actuación ante Francia fue tan llamativa que lo bautizaron con el nombre de La Flecha. Admirado en todo el continente, fue considerado como el mejor base europeo de la época, a pesar de jugar solo cuatro partidos como internacional.

Maneja militó en el Español y en el Círculo Católica de L’Hospitalet, pero el equipo de su vida fue el Joventut, donde desarrolló su mejor versión, coincidiendo además con la etapa de oro del club catalán. Con Marcel·lí a la cabeza, junto a Andreu Oller y Eduardo Kucharski, el equipo de Badalona se ganó el nombre de Huracán Verde, por la velocidad de sus jugadas, capaz de frenar contra todo pronóstico al Madrid en la final de Copa de Burgos en 1948.

Una lesión de menisco acabó con la carrera deportiva del base, que presumía de haberse medido a los Harlem Globetrotters sin que le quitasen ni un balón. Fue en 1952, en el antiguo Palau del Deporte de Barcelona. Un año después, con dos Ligas españolas y tres catalanas, se retiró, también con la Medalla de Honor de la Federación Española de Baloncesto (FEB) y la Medalla al Mérito de la Federación Catalana. El pasado martes, a los 94 años, el Pequeño Globetrotter falleció.