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Decepción barroca

El brío de Vespres d’Arnadí salva el gris debút de Max Emanuel Cencic en Peralada

Una imagen del contratenor de Max Emanuel Cencic.
Una imagen del contratenor de Max Emanuel Cencic.

Aunque el único repertorio que un contratenor puede reivindicar como propio es el que fue escrito originalmente para los castrati, Max Emanuel Cencic lleva años rompiendo moldes. Sus incursiones en Rossini y la música contemporánea dan idea de su insaciable curiosidad. Pero la curiosidad no basta para salvar un concierto y, a pesar del interés de las piezas que articulaban un austero programa consagrado precisamente al repertorio más ligado a los castrati, el debút del contratenor croata el lunes en el Festival Castell de Peralada (Girona) fue decepcionante: faltó brillo vocal y su fría y distante actitud en el escenario no mejoró las cosas en una gris y anodina velada

Cencic, que no llenó ni de lejos la pequeña iglesia del Carme de Peralada, consagró el programa al barroco italiano con una interesante selección de cantatas espirituales y motetes que interpretó acompañado por el conjunto Vespres d’Arnadí bajo la impecable dirección del organista y clavicembalista catalán Dani Espasa. Dado su prestigio, se espera un éxito personal, pero, cosa rara, al final fue mucho más interesante la actuación de la formación barroca catalana, mucho más motivada que el solista vocal.

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Sin levantar la vista de la partitura, Cencic fue resolviendo sus intervenciones con una voz de indudable atractivo, pero de volumen muy limitado. Cantó dos motetes de Nicola Porpora —piezas de gran virtuosismo que el contratenor sacó adelante con una ornamentación un tanto artificiosa— y dos curiosas cantatas espirituales de Leonardo Leo, cuya ópera Artaserse es uno de los éxitos discográficos de Cencic. Se disfrutaron bellos matices, pero faltó brillo vocal; aunque sean piezas de contenido religioso, el arte vocal barroco debe agitar las pasiones tanto en el teatro como en la iglesia.

Vespres d’Arnadí revalidó el éxito obtenido el pasado año acompañando en el mismo escenario al contratenor catalán Xavier Sabata; es un grupo flexible que juega bien con los contrastes barrocos y brilló de forma especial en el Concierto para violín y órgano en re menor de Antonio Vivaldi, con notables actuaciones solistas de la violinista Lina Tur Bonet, solista del grupo, y el propio Espasa al órgano. El conjunto animó la velada con otras dos piezas de Porpora y Vivaldi.

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