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LA CIUDAD ILUSTRADA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Los milagros y Don Bosco

El santo recordaba en sus memorias que llegó a Barcelona desde Turín el viernes 9 de abril de 1886. A partir del siguiente lunes fue un diario baño de multitudes

Parque de atracciones del Tibidabo.
Parque de atracciones del Tibidabo. carles ribas

El templo del Sagrado Corazón forma parte del horizonte barcelonés, como una versión autóctona del Sacré Coeur parisino, haciendo del Tibidabo nuestro Montmartre particular. La fachada es presidida por la figura de san Juan Bosco, el monje benedictino que vio en sueños este santuario, y al cual está dedicado. En la cima del monte, una placa de granito negro y mármol blanco recuerda que esta fantasmagoría gótica fue profetizada por el santo italiano durante su visita a Barcelona en 1886.

Juan Bosco —más conocido por Don Bosco— fue el fundador de la orden salesiana, destinada a formar laboralmente a los niños más pobres y desarraigados. Cuando estuvo aquí ya se le consideraba un santo en vida, y algunos le llamaban “El apostol de la juventud”. Hacía apenas dos años que los salesianos se habían instalado en Sarrià, entonces todavía un municipio independiente. De aquella primera casa surgió la conocida “manzana salesiana” del paseo de Sant Joan Bosco, que acoge las Escuelas Profesionales Salesianas, la editorial Edebé (también de la orden), la parroquia de María Auxiliadora y la Escuela Universitaria Salesiana de Sarriá. En 1885, la capital catalana sufrió una epidemia de cólera, mientras Sarrià se libró del mal. Mucha gente piadosa lo atribuyó a la protección de Don Bosco.

La fachada del Tibidabo está dedicada a san Juan Bosco

En sus memorias, el santo recordaba que llegó a Barcelona desde Turín el viernes 9 de abril de 1886 y que allí le esperaba Dorotea de Chopitea, una dama chilena de la alta sociedad, protectora de la orden y mecenas de asilos, iglesias, colegios y hospitales (como el del Sagrado Corazón). Según parece, ella fue quien le pidió que viniera, y quien organizó su estancia. Señoras de lo más granado de la sociedad barcelonesa se congregaron en una junta de unas treinta voluntarias, que colaboraban con donaciones y realizando tareas como coser o lavar. Ellas fueron las primeras con quien se entrevistó, pero a partir del siguiente lunes fue un diario baño de multitudes.

Su primer milagro en nuestra ciudad fue la curación de un niño que no podía mover el brazo, al que bendijo y ordenó que juntara las manos en oración, curando así al pequeño. Aquel mismo día también sanó a otro infante pobre de un dedo gangrenado. Cuando se corrió la voz, en la misa del domingo había miles de personas, tuvieron que poner un cartelito con el horario de bendiciones. El martes llegó un telegrama desde París, la moribunda vizcondesa de Cessac le rogaba una oración. Mientras escribía una respuesta, Don Bosco recibió un segundo telegrama: sólo con pensar en ella la vizcondesa había sanado. El miércoles vino a verle el obispo de Vic, que fue recibido a los acordes de la Marcha Real. Almorzaron juntos, y entorno a la mesa recibieron al gobernador civil, al obispo de Barcelona y a muchas familias importantes. También le visitó el abad mitrado de la Trapa de Santa María del Desierto, de Toulouse. Esa tarde celebró una misa en el palacio Moja de la Rambla esquina con Portaferrissa, donde había sido confesor el poeta y sacerdote Jacint Verdaguer. Al salir de allí le trajeron a una endemoniad que al verle se echó al suelo, soltando espumarajos y reptando como una serpiente. Don Bosco la bendijo y los diablos se fueron.

Las obras acabaron en 1965 y congrega aún a nostálgicos franquistas
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El santo italiano pasó aquí la Semana Santa, y después celebró misa en la iglesia de Betlem. Por las mismas fechas la policía detuvo a los llamados “apóstoles”, unos estafadores que aseguraban hacer curaciones milagrosas como las suyas. También visitó la basílica de la Mercè, donde una comisión le hizo entrega de unos terrenos en la cima del Tibidabo. Según contaba hace unos años el ultra-católico ministro de Interior Jorge Fernández Díaz, en una entrevista: “Interpretó el sonido rítmico del tren que le trajo, decía tibi dabo, tibi dabo. (...) Juan Bosco se mostró maravillado de la premonición” y salió precipitadamente a ver la futura ubicación del templo. Y poco después abandonaba la ciudad a la que nunca regresó. Antes de terminar aquel año ya se había construido una capilla, donde a partir de 1902 se edificó el Sagrado Corazón. En 1911 fue declarado “expiatorio y nacional”, lo cual justificó que fuese atacado durante la Semana Trágica y la Guerra Civil. Las obras se terminaron en 1965 y desde entonces ha congregado a los nostálgicos del franquismo, quizás a la espera de un exorcismo definitivo.

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