“La oferta cultural de Madrid es independiente de cambios políticos”
El director de la Fundación March, Javier Gomá, defiende la autonomía de las instituciones
Después de 30 años de reflexión sobre la ejemplaridad, incluida la política, el filósofo Javier Gomá afirma con gusto “no tener ni idea” sobre el cambio que supondrá para la cultura madrileña la nueva composición del Ayuntamiento. Sí tiene una certeza: la oferta cultural de Madrid es independiente de transformaciones políticas. “Ya nadie piensa, afortunadamente, que por cambiar un gobierno tenga que cesar el director del Prado, del Reina Sofía, del Thyssen. La tendencia general va por ir dotando a estas instituciones de una mayor autonomía respecto a los cambios políticos”, afirma el director de la Fundación Juan March.
Convencido de la importancia de que la cultura sea independiente también de subvenciones o inversiones privadas, Gomá lleva 12 años al frente de un pequeño oasis institucional. “No dependemos de la banca March, ni de las ayudas públicas, sino de la familia March que tiene un patrimonio invertido para la Fundación que nos permite hacer planes a largo plazo”, explica, “por eso no nos ha afectado tanto la crisis”. Esta constante les ha permitido encontrar su hueco en la cultura madrileña: “Somos una fundación clásica que revisa constantemente las necesidades culturales de la ciudad para darles respuesta”.
Este ensayista dejó su Bilbao natal para afincarse con ocho años en una ciudad que reconoce como abierta, hospitalaria: “Nadie es de Madrid porque Madrid es de todos”. Han pasado 42 años desde entonces, ha escrito cuatro obras recogidas en la Tetralogía de la ejemplaridad, ha sido nombrado entre los 50 intelectuales iberoamericanos más influyentes por la revista Foreign Policy y se ha instalado en él que cree que es “el centro cultural”.
“Madrid ha pasado de ser una ciudad de funcionarios, a una de empresarios. De 50 años a aquí, casi todas las multinacionales han puesto aquí su sede social. Eso la ha hecho , considera. La abstracción en sus ensayos no le impide reconocer que Madrid ha acusado “muy duramente” el golpe de la crisis que la convirtió en una ciudad “un poco mustia culturalmente”. Sin embargo, para este filósofo los madrileños han sabido hacer de la necesidad, virtud. “Ha sido admirable ver cómo había una gran iniciativa sin gran gasto. Y aparecían microteatros o tertulias, ciclos de conferencias o conciertos sin apenas gasto”. La razón: “El deseo de crear, el deseo de promover la cultura nunca ha quedado apagado por la falta de fondos”, asegura.
“El deseo de crear y promover la cultura nunca ha quedado apagado por la falta de fondos
Si tuviera que hacer un reproche a la capital sería una excesiva concentración. “Es quizás, demasiado. Todas las importantes editoriales, instituciones culturales, están en Madrid. Da la sensación de que si vives en una ciudad de provincias, culturalmente ya seas algo marginal”, describe Gomá, “cuando curiosamente las nuevas tecnologías ya hacen indiferente de donde seas”.
La llegada de Internet, para este filósofo, ha permitido romper los límites del espacio y del tiempo, ha hecho más universal la cultura. “Internet solo tiene ventajas para la oferta cultural. Hay una resistencia de los intelectuales a las nuevas tecnologías, no es mi caso. Se desprecia lo que se ignora, muchas veces. Podrá uno decir que hay elementos distorsionantes para la vida privada, en el exceso de información que no está filtrada por el conocimiento, pero desde el punto de vista de la difusión de contenidos es todo ventajas. Es el bien sin mezcla de mal”, sentencia.
Con la fundación que dirige ha decidido utilizar todas estas posibilidades de apertura al mundo virtual. Los actos son retransmitidos por streaming, el audio de las actividades y los resultados de las investigaciones de su centro de sociología están disponibles online y algunas de las plataformas están diseñadas ya solo para la web. “Muchas de las actividades de la Fundación aspiran a ser universales y hemos estado condicionados muchas veces espacio-temporalmente porque nuestro centro estaba en Madrid. Las nuevas tecnologías han cambiado eso”. Y añade: “Ahora somos una fundación tan madrileña como de Arkansas”.
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