El edificio desplomado pasó la inspección en 2012
Los vecinos de dos inmuebles de la calle Duquesa de Tamames habían sido evacuados esta madrugada por las grietas que aparecieron en sus casas.
En mayo una familia que habitaba en el segundo de una finca en la calle Duquesa de Tamanes del barrio de Carabanchel Alto alertó al administrador de una grieta descomunal que cruzaba una pared en diagonal, pero un arquitecto retrasó a septiembre la reparación y hoy del inmueble, que había pasado la inspección técnica en 2012, no queda nada. En la madrugada del domingo al lunes los pilares de su casa, de 1964, cedieron y 40 viviendas —también las del inmueble colindante— fueron desalojadas con las primera grietas y entre cascotes. Cuatro horas después la trasera se derrumbó. El Ayuntamieno les proporcionará un techo.
La preocupación surgió en mayo cuando al ir a pintar su piso alquilado José Luis, en paro tras cerrar su tienda de cortinas, y Anabel, que trabaja en telefonía, descubrieron al mover un mueble y el televisor que lo que había empezado siendo una pequeña raja —“parecía un desconchón de pintura”— se había convertido en una grieta que en diagonal cruzaba la pared. “Desplazó el muro. En los sitios que más, unos dos centímetros”, asegura Anabel. Un perito y un arquitecto del seguro, según su relato, restaron importancia al desperfecto y retrasaron a septiembre las obras.
“Firmaba esta semana con el banco la dación en pago”
Cuenta el ecuatoriano Edgar Napoleón Calle Castro (“sí, ha oído bien mi nombre”, explica con una media sonrisa) que esta semana iba a firmar con el banco la dación en pago de su piso de Duquesa de Tamames ahora hecho escombros. Había llegado a un acuerdo con la entidad tras llevar dos años sin abonar las letras de su hipoteca. Hace una década su familia compró el piso por 84.000 euros. Por entonces Edgar contaba con dos empleos que le reportaban en total 1.500 euros y su mujer aportaba otros 800. Pero tras estallar la crisis, él apenas gana como manipulador de alimentos 800 euros y su pareja consigue solo trabajos esporádicos por horas. “Con eso no puedo alimentar a mis cuatro hijos, mi suegra de 75 años... Así que le dije al banco que se quedase con la casa, que yo no podía pagar”.
Edgar argumenta aguantando las lágrimas que duda que la entidad quiera ahora llegar a un acuerdo con él. Por lo pronto el Ayuntamiento se ha comprometido a buscarles un techo.
A Edgar solo le acompaña un familiar y a Nerea, una peluquera de 20 años que paga 450 euros de alquiler, nadie. Se puso una falda, agarró el bolso y salió de madrugada por ultima vez del piso en el cuarto que arrendó hace un año. Antes de que se derrumbase el inmueble, Nerea se fue a trabajar. “Este mes somos tres en la peluquería y no podía faltar. Ahora he venido porque me ha llamado el marido de la dueña a decirme que se había caído”, relataba junto a los cascotes vestida con el uniforme negro de trabajo. Hoy los vecinos se reúnen con el Ayuntamiento, pero no irá: “Soy inquilina y no hace falta. Tengo que ir a trabajar”.
José Manuel Calvo, concejal de Desarrollo Urbano Sostenible del Ayuntamiento de Madrid, explicó este lunes que los responsables municipales, sin embargo, no tenían constancia de que los vecinos ya habían avisado a las compañías de seguros. Especificó que el derrumbe del edificio se produjo por el colapso de uno de los pilares y que el inmueble pasó la Inspección Técnica de Edificios (ITE) en 2012: resultó que había defectos por subsanar en la fachada, pero ningún problema estructural.
El edil aclaró que todos los indicios que hubieran podido anticipar el colapso “se concentraban en un local de la planta baja, que estaba cerrado desde hace varios años. Los pilares, además, estaban revestidos, así que hubiese sido imposible enterarse de la formación de grietas”, añadió.
Los bomberos se dieron cuenta durante la operación que llevaron a cabo para rescatar a los vecinos de que el derrumbe estaba a punto de ocurrir: “Tratamos de entrar en el edificio lo menos posible, pero pudimos observar que un pilar estaba reventado. Estaba claro que el edificio se iba a caer”, aseguró ayer el jefe de los bomberos madrileños, Carlos Arribas.
A Nerea, peluquera de 20 años, la despertó el lloro de su vecina de 19 años que, como ella, se encontraba sola en su piso del cuarto. “Le pregunté qué le pasaba y me dijo que se estaba cayendo su balcón. No podía abrir la puerta y de ventana a ventana con un recogedor —porque no llegábamos, claro— me pasó sus llaves, pero era imposible abrir. Al final, la han sacado los bomberos”, recordaba Nerea, alquilada. Anabel, que tampoco podía salir, trepó por el conducto del gas hasta el patio del primero y por la ventana del vecino los bomberos sacaron a sus dos hijos, de cuatro y seis años, y a buena parte de sus vecinos. Como a los presidentes de la comunidad, Florencio y María José, con sus dos perritos. La pareja pagó 19 millones de pesetas por su piso hace 13 años y les queda 10 años de hipoteca. “Pensábamos que se habían caído cuatro azulejos que estaban despegados, pero en nada en el pasillo había una grieta diagonal de lado a lado”. Solo cuatro vecinos estaban de vacaciones.
Los bomberos desalojaron 40 viviendas, 20 en el bloque que colapsó y 20 en el edificio colindante, al número 7, aunque no haya sufrido daños. Se trata en total de 57 vecinos, 36 del número 5 —de los que 20 han tenido que salir por las ventanas del edificio con la ayuda de los bomberos— y 21 en el bloque al número 7. “Una treintena ya están en plazas hoteleras, como primera solución de emergencia”, explicó la concejala de Vivienda, Marta Higueras.
El Ayuntamiento habilitará un espacio donde se depositarán durante 15 días los escombros derrumbados del inmueble y los del resto del edificio, que se demolerá en los próximos días, para que los vecinos puedan intentar recuperar sus enseres y sus pertenencias.
“Hay muchos vecinos preocupados por el valor afectivo de lo que perdieron, fotografías, objetos personales... Vamos a hacer todo lo que podamos para que los recuperen”, aseguró ayer el concejal de Salud, Seguridad y Emergencia del Ayuntamiento de Madrid, Javier Barbero.
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