Balance ‘revolucionario’ del Grec
Expansión por los barrios periféricos y más participación de creadores de base, metas para el festival de la nueva comisionada de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Berta Sureda
Juegos de invierno, congelación de las licencias para hoteles… La sacudida que el nuevo Gobierno municipal que encabeza Ada Colau está dando al Consistorio barcelonés tenía que llegar algún día de pleno a la cultura, hasta ahora sólo salpicada por un episodio de memoria histórica (retirada del busto del Rey Juan Carlos y revisión del nomenclátor monárquico de la ciudad) y la renuncia al palco que el Ayuntamiento tiene en el Liceo. El balance del Festival Grec ha propiciado la ocasión. “El modelo funciona pero queremos incorporar cambios: necesitamos reducir la distancia entre la cultura de base y la de las grandes instituciones, por lo que hay que potenciar el tejido creativo de la ciudad y, por otro, hacer una redistribución territorial: el Grec es demasiado céntrico, debe impactar más en los barrios periféricos y facilitar así su acceso a otros públicos”. Esas son las líneas maestras que baraja Berta Sureda, comisionada de Cultura desde hace 11 días, a las que añadió que convocará un concurso público para elegir director del Grec en 2017, prorrogado el contrato del actual, Ramon Simó, para el año que viene.
Teatro: El triunfo de la (falsa) modestia
En un primer arrebato nos podríamos doler de no haber hallado en este Grec ese espectáculo que con los años servirá de hito mnemotécnico. ¿Pasa algo si dejamos pasar un ángel y no vemos un montaje digno del club de la añoranza? Quizá no, sobre todo si a cambio contamos con notables producciones que comparten la (falsa) modestia. Falsa porque tras su aparente austeridad se percibe la complejidad del planteamiento y compromiso artístico. Son monólogos como los de Halina Reijn (La voix humaine) y Mercè Arànega (Un cel de plom), o el encadenamiento de monólogos de Karim Bel Kacem, Sara De Bosschere, Sébastien Foucaul y Johan Leysen (The Civil Wars), o las palabras recopiladas en Federico García por Pep Tosar para dialogar con el cante y el baile; o el dietario interrumpido de Fina Rius en Penso en Yu, o el despertar de la primavera orquestado por Didier Ruiz con adolescentes del Raval y el Poble Sec (2015 com a possibilitat). Todas propuestas esenciales, sin atisbo de parafernalia para epatar al espectador, excepto por su calidad. Con una excepción: En avant, marche!, la increíble sinfonía con solista (Wim Opbrouck) de Alain Platel.
“Las políticas culturales de los últimos años se han basado mucho en la construcción de grandes equipamientos y ya no es necesaria tanta inversión y sí potenciar y conectar más la cultura que se hace en la ciudad; el Instituto de Cultura de Barcelona debe acercarse más a creadores y artistas”, amplió Sureda, cuya estrategia de “revitalización de políticas culturales” se traduciría, por lo que respecta al Grec, en mesas sectoriales con los principales agentes culturales para diseñar el futuro modelo del festival” y, para la nueva cultura municipal, “un plan estratégico para definirlo bien todo”, cerró la comisionada.
En ese contexto, el preámbulo de Simó a las cifras del Grec parecía la presentación de su currículo para 2017. “Tengo trabajo aún por hacer, o sea que si puedo asumir el modelo de futuro que quiere el nuevo equipo me presentaré; es más, en el programa del año que viene ya habrá incorporaciones en esa línea”, apuntó un director que lleva ya cuatro años al frente del festival y al que Sureda le reconoció que "hace milagros" con el presupuesto (tres millones de euros).
A falta de los tres últimos días, el Grec cerrará con 89.687 espectadores para la oferta de pago, de los cuales 75.959 habrían pasado por caja, lo que significaría un 12% de incremento sobre 2014. La ocupación rondará el 71,7%, cifra que alegró especialmente a Simó porque está “por encima de la media del sector en Barcelona, que ha llegado en algún espectáculo a estar por debajo del 45%. Venimos de momentos difíciles y estas cifras estimulan”. Si se suman los asistentes a todos los espectáculos que cobija el Grec (MésGrec, gratuitos, actividades profesionales…) serían 141. 841 personas.
Los números, mejores que en 2014, se explican también por la confluencia de dos guarismos: este año se han programado 15 espectáculos más, llegando a 94, si bien la oferta de aforo era menor: unos 124.000 localidades frente a las 141.000 de 2014. En cualquier caso, 16 espectáculos (el musical Una nit a Brodway, Joan Manuel Serrat, À louer, de la compañía belga de danza Peeping Tom…) agotaron localidades, mientras que 11 llegaron al 90% (la danza de Sol Picó y la de Mal Pelo; la obra teatral 2015 com a possibilitat; Guerra, de Albert Pla…) y 14 tuvieron el 80% del aforo.
Música: La indefinición por bandera
Indefinición es la palabra que caracteriza la programación musical del Grec 2015. Indefinición que, enarbolada como bandera, significa llegar a una franja muy amplia de público pero también puede despistar al personal. El Grec musical es una sucesión de actuaciones irregulares que coinciden en una época determinada. Una por una, la mayor parte de las propuestas ofrecen interés pero —y esa es la pregunta del millón desde hace ya demasiados años— muchas, las más significativas, ¿no pasarían igual por Barcelona sin el amparo del Ayuntamiento? Otra pregunta millonaria: ¿una institución no debería apostar por la originalidad, por aquello que los promotores privados no pueden permitirse? Mientras eso se resuelve, destacar que el Grec 2015 ha tenido alguna apuesta notable (la Celebration Ensemble de Agustí Fernández), éxitos de artistas que suelen tocar por aquí (Serrat, Cigala...) y la posibilidad de que pequeños escenarios como el Jambore abran sus puertas a propuestas jóvenes o de reducido formato. Un año más se ha gozado con buenos conciertos pero ninguno pondrá Barcelona en el candelero internacional. Lástima.
De un modelo que Simó cree “más que implantado”, siguió destacando que el Grec es un festival de creación (se han visto 36 estrenos), “exigente en lo estético y que habla del presente, que trabaja mucho los espectáculos de lenguajes híbridos, incentiva a los creadores jóvenes y da apoyo al tejido creativo de Barcelona”, resumió. Y dejó caer que “cuando se abre una sala nueva en Barcelona, el Grec está detrás por si podemos promocionarlo”, lo cual debió sonarle agradablemente a Sureda.
La oferta musical de este año es la que mejor comportamiento ha tenido del programa en relación a la venta de localidades por géneros, con un 75,2%, muy por encima de la danza (60,8%) o el teatro (50,9%), superado este incluso por los tres únicos espectáculos de circo (57,1%).El arte dramático, con 43 ofertas, atrajo a 38.330 personas, seguido por la música (35 espectáculos, con 36.228 personas), la danza (13 propuestas y 10.818 asistentes) y el circo (4.311 personas). “Hemos producido música, cosa que antes el Grec no hacía y hemos incorporado conciertos de formatos medianos y de club”, apuntaló el tema musical Simó.
Entre lo más vistos, no hubo sorpresas: las cinco actuaciones de Joan Manuel Serrat congregaron a 10.497 personas, mientras la obra Sócrates. Juicio y muerte de un ciudadano, del dúo Mario Gas-Josep Maria Pou, fue el segundo con 7.000; la también propuesta dramática Amor y Shakespeare cierra el podio con 5.230 espectadores. Serrat no sería quizá el modelo de jóvenes creadores que propugnarían las nuevas líneas del Grec… “Sería un error dejar que la cadena de transmisión del saber de las artes escénicas se rompa; esa también es nuestra labor”, cree Simó. “Hemos de ir construyendo público; tampoco todo ha de ser masivo”, terció Sureda. Aires revolucionarios, sin duda.
Danza: Pocas sorpresas y algún espacio inadecuado
Se ha mantenido la apuesta por grupos de danza contemporánea catalanes (8) y una destacada representación de compañías internacionales (4): mezcolanza con sabor local muy práctica en momentos de crisis sin que baje la calidad, si bien los montajes no han sido tan rompedores y se han añorado los de flamenco. El Grec se inauguró, como en 2014, con danza. La Veronal estrenó Vorònia, que se verá en el Mercat de les Flors. Al igual que el dúo de Mal Pelo, El cinquè hivern. Eso, comprensible a nivel económico, resta expectación: al público le gusta conocer a nuevos creadores, difíciles de ver a lo largo del año. El mejor espectáculo ha sido el del francés Peeping Tom: À Louer. La perla inesperada, Jordí Cortés y su Fuck-in-progress. Imaginativos los dos espectáculos de la compañía francesa de Adrien Mondot y Claire Bardainne, Hakanaï y Cinématique, hermanando danza con artes digitales y circo. En contraste, el mágico El secret de les medusas, de Sabine Dahrendorf y Josep Sanou, no halló su lugar en el Museo de Arqueología, como el Group La Bolsa con la Mesura del Desordre, de Thomas Hauert, se perdió en el Lliure. No todo vale.
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