El festival Bachcelona llena el Petit Palau en su inauguración
El clavecinista Ton Koopman mostró la faceta más festiva y jovial del gran compositor
Un derroche de fresca imaginación, de originalidad, de atrevimiento programador, de buen aprovechamiento de los recursos, ha permitido al fin poner en pie la tercera edición de Bachcelona, el Festival Bach de Barcelona, que llenará la ciudad de música del Cantor de Leipzig hasta el próximo martes.
Nacido como derivación del proyecto Bach zum Mitsingen, iniciado en 2011, destinado a interpretar de manera participativa la integral de las cantatas del compositor —otra locura genial— Bachcelona se desmarca de otras propuestas de "música clásica" por la originalidad de los formatos con, por ejemplo, música en domicilios particulares (Bach Domèstic) o en patios de museos (Bachmosferes). Otra característica del festival es la falta de fronteras que conduce a mezclar Bach con el jazz (JzBach), con el flamenco (Bach Flamenc), con el baile (Balla Bach!) o, incluso, verlo en la pantalla grande (en la filmoteca d ela Generalitat, una película, un documental presentado por Sir John Elliot Gardiner y una película muda con música de Bach en directo).
La inauguración de Bachcelona 2015 tuvo lugar en un Petit Palau del Palau de la Música Catalana que se ocupó en su totalidad por un público insólitamente ejemplar que no tosió, paró los teléfonos móviles, no aplaudió a destiempo, e incluso, escuchó con atención lo que tenía que contarles un intérprete de intachable reputación bachiana: Ton Koopman.
El célebre clavecinista, organista y director holandés propuso para la primera de sus dos actuaciones en el festival la interpretación de los Conciertos para 2, 3 y 4 clavicémbalos de Bach y los arreglos para 4 clavicémbalos hechos por el propio Bach de conciertos de Vivaldi, así como arreglos del propio Koopman, también para 4 clavicémbalos, de otros conciertos del músico veneciano.
Los arreglos hechos por Koopman siguiendo el estilo bachiano, inéditos hasta ahora, se interpretaron por primera vez en este concierto.
Koopman contó con la participación de Tini Mathot, Gerard de Wit y Patrizia Marisaldi en los otros clavicémbalos solistas y con los miembros de la Amsterdam Baroque Orchestra reducida a la mínima expresión, quizá demasiado mínima (un único intérprete por parte) como acompañamiento orquestal.
Si el primer concierto de Koopman estaba dedicado al Bach más festivo y jovial, el segundo, programado para el día siguiente, centraba su atención en el Bach más sabio y enjundioso representado por la célebre Ofrenda Musical, uno de los mayores monumentos jamas creados del arte del contrapunto.
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