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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Lágrimas de oro de 24 quilates

Diego el Cigala hizo estremecer al Grec al desgarrarse en cada momento apropiado, bien acompañado al piano por Yumitus

Diego El Cigala y Barcelona siempre han tenido una inmejorable relación. Cuando el cantaor está en forma, la afición se vuelca. Así sucedió en la noche del viernes: Cigala estaba pletórico, ofreció un concierto magnífico de principio a final y el público barcelonés, su público, que prácticamente llenaba el anfiteatro de Montjuïc, se volcó como pocas veces, también de principio a final. Hasta la meteorología decidió jugar a favor dulcificando sus calores para convertir la velada en un auténtico acontecimiento.

El cantaor (esa noche en realidad más cantante que cantaor) del Rastro madrileño se presentó en el Grec como quien dice a cara descubierta: sentado en su taburete con un vaso en la mano y la sola ayuda de un piano de cola perdidos en la inmensidad de un escenario cuyas rocas de fondo viraban del rojo intenso al azul más sugerente.

Claro que decir a cara descubierta cuando el pianista que se sentaba a su lado era Yumitus es faltar a la verdad. El barcelonés tiene un toque poderoso, de lo más sutil al ritmo caribeño más contagioso, sabe acompañar con mimo las palabras del cantaor y llenar los espacios libre con tremenda sensibilidad. Además, se compenetran a la perfección: son muchos años juntos. Yumitus tuvo gran parte de responsabilidad en el éxito de la velada.

Diego El Cigala y Jaume Calabuig 'Yumitus'

FESTIVAL GREC

Teatre Grec. Barcelona

10 de julio de 2015

Voz y piano se bastaron para llenarlo todo de duende. Y Cigala sonreía constantemente, se le veía disfrutar de un momento mágico, tanto o más que el público que se ponía en pie tras cada interpretación. Te quiero, te quiero abrió la velada y siguió un tango de Gardel para sacar pecho y dejar claro el camino. Cigala en su salsa: ni bolero, ni tango, ni flamenco... simplemente Cigala, lo que quiere decir todo en uno.

El concierto fue subiendo de tono y se desbordó totalmente cuando, hacia la mitad, el dúo atacó primero Lágrimas negras --esa noche lágrimas de auténtico oro de 24 quilates-- e, inmediatamente, Amor loco. Cigala sabe decir todas esa canciones que hablan de sentimientos desgarrados y sabe desgarrase a su vez en cada momento apropiado y el Grec se estremecía una vez tras otra. Una versión pletórica de La bien pagá coronó una noche grande.

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