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Más inmóvil que el escarabajo de Kafka

Manuel Baixauli gana el premio Crexells por ‘La cinquena planta’, novela sobre sus 42 días de parálisis total por una enfermedad neurológica

Carles Geli
El escritor y pintor Manuel Bauxali.
El escritor y pintor Manuel Bauxali.JESÚS CISCAR

“Como mínimo el escarabajo se podía mover; yo, ni eso: el cuerpo se rebela contra ti y se detiene, todo”, contrapone Manuel Baixauli la situación del Gregor Samsa de La transformación de su admirado Kafka a la que padeció él fruto del cruel síndrome de Guillain-Barré, 42 días de parálisis total que empezaron en febrero de 2005, habla incluida, de la que sólo se libró el pensar. De aquella experiencia y la durísima recuperación surgió La cinquena planta (Proa), libro a caballo entre la terapia y el exorcismo que, como es habitual en la escasa pero elogiadísima obra del autor valenciano, está dando sus réditos en forma de galardones: hace 15 días obtuvo el Premio de la Crítica de los Escritores Valencianos y, hoy, el 44º Joan Crexells de novela catalana, que reconoce la mejor obra publicada en catalán el año anterior.

El galardón, que concede el Ateneu Barcelonès tras una curiosa combinación de selección de calidad (un jurado escoge las tres mejores obras publicadas al año anterior) y de aceptación popular (los socios de la entidad y 30 clubs de lectura de bibliotecas públicas catalanas votan la ganadora de entre aquellas finalistas), es de los más prestigiosos que pueden otorgarse hoy en las letras catalanas y de los pocos que tienen incidencia directa en las ventas, que suelen repuntar con la concesión. Es de lo escaso que, en lo material, podrá sacar Baixauli pues el Crexells, fruto de los ajustes, se ha quedado precisamente este año sin su dotación económica de 4.000 euros.

No parece importarle ese contratiempo a Baixauli: primero porque aquella experiencia le ha hecho apreciar la vida en lo esencial y desprenderse de lo superfluo, como hace el propio protagonista dela novela-autobiografía; y luego porque se siente íntimamente agradecido a esa novela más allá de lo literario en tanto “me permite hablar hoy de todo aquello, mirar a la enfermedad a los ojos y no estar acojonado; tardé un año en dejar de ser un mueble y recuperarme… Y psicológicamente no sé si seré nunca más normal: cuando me pongo enfermo, ni que sea por un resfriado, o se me duerme una mano o un pie, ya tiemblo”, admite con un hilo de voz de corte reflexivo que nunca pierde pero que no está exento de cierto humor.

Psicológicamente no sé si seré nunca más normal: cuando me pongo enfermo, ni que sea por un resfriado, o se me duerme una mano o un pie, ya tiemblo"

La obra de Baixauli (Sueca, 1963) se impuso con el 60% de los escasos votos (participaron un total de 356 personas) a la finalista, Mars del Carib, de Sergi Pons Codina (Edicions de 1984), después de que Valentí Puig declinara formar parte de los finalistas con La vida és estranya (Proa). El ganador sigue mostrando su sorpresa por el interés que despierta su obra, exigente como pocas hoy en la literatura catalana. “Me impresiona que la gente lea y valore cosas que creo que sólo me interesan a mí”. Lo tiene claro: “Nunca escribiré un best-seller, lo sé, pero es cierto que quien lee un libro mío lee retrospectivamente después los otros”, admite el autor de L’home manuscrit (que coleccionó cinco galardones) y de dos libros más, siempre reconocidos al menos con algún premio: Espiral (Ciutat de Badalona, 1998) y Verso (Ciutat d’Alzira, 2001).

No le fue fácil enfrentarse a La cinquena planta. Quien se considera un pintor (“desde los 12 años quería serlo, es mi obsesión, mi religión y de eso vivo, de dar clases de dibujo”) salió de esa enfermedad neuronal y el proceso posterior (una estancia en un sanatorio del siglo XIX con una misteriosa quinta planta de acceso prohibido y aspecto fantasmal, metáfora en el libro también de lo que la gente quiere voluntariamente ignorar de sí misma) con “una experiencia vital un tanto confusa y empecé a escribir sin nada claro; el resultado, obvio, fue una primera redacción caótica e incomprensible, lo que me llevó a hacer un esquema posterior en la paret de cuatro metros de mi estudio, donde empecé a plasmar esquemas, flechas , protagonistas que luego introducía al papel y al revés: lo que salía de allí lo ponía en ese mural… Era como estar en una ciudad que desconoces”, deja caer lentamente hoy.

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Como entiende Baixauli que “un libro ha de ser una obra de arte, profunda y compleja, pero debe ser algo placentero” y como se considera más “un reescritor que escritor”, a pesar de que es amante de “mirar hacia adentro, de tender a lo claustrofóbico y lo kafkiano”, acabó dando forma a una novela “muy exigente y muy bien escrita”, a tenor del jurado. “Para mí, la literatura es arte y cada frase y cada párrafo se ha de aguantar por sí mismo y luego por su conjunto”. Quizá por ello pasan casi cuatro años entre libro y libro. “Tengo poquísimo tiempo para escribir entre las clases de pintura, los hijos y la madre paralítica… Cuando escribo lo hago por una necesidad angustiante y porque ya no puedo más; o eso o me pongo a pegar a los niños o lo que sea”, vuelve a ironizar.

Ahora está Baixauli con novela nueva, pero en una primera versión, “por las que suelo ir a ciegas, lo paso mal, con la sensación de estar al borde de un precipicio”. Dice que si deja pasar un tiempo, la angustia afloja y luego puede retomar ese primer redactado “y la cosa ya fluye”. Dándose ese tiempo, ultima ahora una selección de sus artículos aparecidos en el Quadern de El País en su edición valenciana, que publicará Edicions del Periscopi. Apasionante, por cierto, la situación sociopolítica que vive Valencia con el asalto al poder de las fuerzas de izquierda, ¿no? “Sí, se sigue con mucha ilusión, todos quieren que pasen tantas cosas… Lo que ocurre es que hay que actuar con inteligencia y ver de dónde saldrá el dinero para hacer todo lo que se proponen”. Y, tras una leve pausa, contrapone de manera casi inaudible tras sus pequeñas gafas: “Claro que es el mismo pueblo que hace cuatro días votó otra cosa totalmente contraria”. Puro Bauxauli.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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