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Cantando con Pablo Alborán

El cantante malagueño presenta su último disco, 'Terral' en dos conciertos en un Palau Sant Jordi a reventar

Pablo Alborán en el concierto de inicio de su gira.
Pablo Alborán en el concierto de inicio de su gira.SAMUEL SÁNCHEZ

Pocos artistas, muy pocos, tienen actualmente el tirón de Pablo Alborán, como mínimo en Barcelona. Agotar las localidades para dos Sant Jordis seguidos (el primero ayer, esta noche el segundo a las 21,30) y llevar un buen ritmo de ventas para un tercer concierto programado en el mismo local para el 23 de octubre, no es una hazaña al alcance de cualquiera.

El malagueño presentaba su último disco Terral y, según fuentes de la organización, unas 16.200 personas se agolparon anoche en el polideportivo olímpico más para exteriorizar su entusiasmo que para escucharle. Una vez más se produjo el fenómeno curioso de que, a pesar de no quedar entradas a la venta, la pista se veía tan solo medio llena; la causa era la altísima densidad de fans ante el escenario mientras que la parte posterior estaba desértica. Densidad realmente asfixiante: ya antes de comenzar el concierto los servicios médicos tuvieron que evacuar algún desmayo.

Con doce minutos de retraso las luces se apagaron y un inmenso griterío casi tapó el sonido de una road movie con final galáctico que precedió a la salida de Alborán recibido por centenares de móviles apuntándole. Comenzó directamente con su último disco y esas más de 16.000 gargantas cantaron con él Está permitido. Ya desde esa primera canción el Sant Jordi entró en movimiento. Nada de ir calentando poco a poco, Pablo Alborán comenzó arriba del todo y ahí se quedó.

Vestido con un discreto polo azul, la barba perfectamente recortada y una sonrisa de oreja a oreja, Alborán se sentó ante un piano de cola en su tercer tema y ahí se quedó un rato cantando con su público. Esa fue la constante: más que un concierto fue eso que los anglosajones llaman un sing-along, es decir que la gente acude no para ver u oír sino para cantar y a Pablo Alborán eso le gusta porque no paró de animar al personal a que cantaran con él.

Un concierto relativamente previsible que tuvo su sorpresa inesperada cuando Zaz apareció en el escenario. La joven diva francesa es uno de esos nombres a seguir y perseguir (atención: el próximo 25 de julio estará en el Poble Espanyol). Primero compartieron juntos un tema del último disco de Alborán y después la francesita se lo llevó a su terreno para retomar un viejo hit de Edith Piaff, Sous le ciel de Paris, y Alborán se defendió la mar de bien jugando en campo ajeno. Fue el único momento de la velada en el que el público estuvo callado.

Alborán continuó mezclando temas recientes con otros más antiguos acompañado de una buena banda, una magnífica realización videográfica y los continuados gritos de ¡Pablo! ¡Pablo! El malagueño bordó un concierto redondo sin salirse nunca del guión, cada canción es un himno a compartir y los ligeros toques flamencos o latinos tienen una importancia menor. Tocó también la guitarra y el cajón y, sobre todo, animó al personal a mover brazos y cantar. Y lo consiguió totalmente: en el Sant Jordi se cantó, se bailó y, al final, todo el mundo entusiasmado se llevó algunos alboranes en el móvil (las cámaras tampoco pararon en toda la noche) para seguirlo disfrutando en casa.

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