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Fallece Romà Vallès, pintor de la cosmogonía

El 4 de junio se inauguró en Terrassa el Espai Romà Vallès con una selección de 600 obras que había donado

El pintor Romà Vallès, delante de una de sus obras, en 1998.
El pintor Romà Vallès, delante de una de sus obras, en 1998.joan guerrero

El pintor Romà Vallès i Simplicio (Barcelona, 1923) fallecido este lunes en Barcelona era el último de los informalistas catalanes que seguía al pie del cañón. Sus series de cosmogonías de los años cincuenta y primeros sesenta, muy celebradas por el crítico de arte Juan Eduardo Cirlot, se sitúan entre las grandes aportaciones a la pintura abstracta de la época. Y se exhibieron por Europa y América obteniendo un merecido reconocimiento. Inspiradas en el origen del mundo, alcanzaron una gran maestría en el dominio del gesto, el color y la textura. Son obras majestuosas, difíciles de reproducir por medio de la fotografía o la imprenta, tan sólo contempladas al natural alcanzan su impacto y su grandeza.

La irrupción del Pop Art, inglés y americano, a mediados de los años sesenta, que arremetió contra la abstracción informal, incidió en el arte de Vallès que quiso combinar el gesto puro con la imagen, a partir de collage con recortes de prensa, uniendo sus visiones panteístas del cosmos con las de la actualidad más inmediata, en violento contraste. De esta nueva etapa, la serie más lograda sería la que tituló “El mundo roto”. Después, sus desavenencias con Antoni Tàpies y su posición al margen de la política le relegaron a un segundo plano en la escena artística catalana, pero él siguió trabajando en silencio y para sí hasta el final. En sus largas estancias en Calaceite, en la provincia de Teruel, en donde adquirió una casa, encontró un buen retiro y también desde allá se empezó a reconocer, de nuevo, su figura.

Una retrospectiva en Barcelona que abrazaba toda su trayectoria hasta el momento, comisariada por Conxita Oliver y textos de Pepe Corredor-Matheos, organizada en la Pia Almoina en 1998 con el soporte del Departament de Cultura de la Generalitat, le devolvió la identidad que había tenido en la capital catalana. Un tiempo después era el Museo de Teruel quién cogía el relevo en la vindicación de Vallès. Más tarde, en 2012, era la Fundació Vila Casas que lo reivindicaba en su repaso exhaustivo e indiscriminado al arte catalán moderno y contemporáneo. Y hace apenas un año, lo hacía la Fundació Antiga Caixa Terrassa, de nuevo con otra retrospectiva, en su Centre Cultural. El artista quedó tan agradecido de esta última exposición que decidió dar a la entidad todo su fondo de cuadros –más de seiscientos–, junto con dibujos, catálogos y demás documentación con el objetivo de que su obra fuera estudiada y difundida. El pasado 4 de junio se inauguraba el Espai Romà Vallès en el Centre Cultural de la Fundació Antiga Caixa Terrassa, con una exposición de sus Cosmogonías de los años 1955 a 1963. El artista ya no pudo asistir debido a su delicado estado de salud.

Esta exposición es la primera entrega de un amplio ciclo dedicado a dar a conocer toda la producción de Vallès, y que en conjunto formará su primer catálogo razonado. Desde la entidad egarense se ha adquirido el compromiso de velar y difundir este importante patrimonio y hacer cesiones y depósitos a otras instituciones y museos, así como fomentar estudios monográficos y organizar exposiciones itinerantes. Por de pronto, el MNAC, cuyo director Pepe Serra asistió a la reciente inauguración de Terrassa, ya ha pedido varios lienzo para la exposición sobre los años cuarenta y cincuenta que presentará el próximo mes de julio.

Romà Vallès –o Román Vallés como solía firmar sus cuadros– estudió en las Écoles Françaises de Barcelona, entre 1928 i 1936. Terminada la Guerra Civil española, asistió a las clases de pintura de la Acadèmia Baixas, en 1944, y al año siguiente ingresó en la Escola Superior de Belles Arts de Sant Jordi. A partir de 1950 empieza a viajar por Europa, y entre 1952 y 1953, es pensionado en la Residencia de Pintores de la Alhambra de Granada y la de Santa María del Paular, en la Comunidad de Madrid. En la misma época entraba de profesor de dibujo en el Institut Ferran Casablancas de Sabadell, del que acabaría siendo director, y en el que permanecería durante décadas. En la ciudad vallesana contribuyó en gran medida a la difusión del arte moderno y también desde allá, teorizó profundamente sobre el dibujo infantil. Viajó a París, sin beca alguna, en 1954 y esta estancia le abrió los ojos a la modernidad, a partir de este momento se inició en la abstracción, un camino que ya no abandonaría nunca. En 1959, con Alexandre Cirici y Antoni Cumella fundaba la Escola d’Art del FAD (Foment de les Arts Decoratives), y de 1965 a 1969, pasaba a ser profesor de la Escola Massana, ambas en Barcelona. Fue uno de los impulsores del Museu d’Art Contemporani instalado en la Cúpula del Coliseum. El MACBA tiene los cuadros que él depositó a tal efecto y que descansan, olvidados, en el almacén del presumido museo del Raval a la espera de ser, algún día, debidamente redescubiertos.

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