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El imperio de la sonrisa, un reinado popular

Calle 13 hicieron disfrutar a una multitud en el Poble Espanyol

Un momento del concierto de Calle 13 en el Poble Espanyol.
Un momento del concierto de Calle 13 en el Poble Espanyol.Juan Barbosa

Pregunta: ¿cuánto tiempo se puede sonreír de manera continuada sin que el gesto se convierta en una mueca congelada? Respuesta: lo que dure un concierto de Calle 13. Si ya por lo general el público suele ser lo mejor de un concierto, en el Poble Espanyol la afirmación tomó carta de naturaleza. Luego de aguardar pacientemente un retraso de 45 minutos, anunciado aunque no por ello justificable todo y que la Cursa dels Bombers colapsó los accesos al recinto, la multitud se entregó al grupo desde el minuto uno hasta el final, manteniendo una alegría participativa de efectos contagiosos. Sí, puede que alguien estuviese allí por error, pero seguro que no pudo sustraerse a la celebración de un público que para sí quisiera cualquier artista.

Precio de la entrada: 18 euros. Resultado: una multitud de corte popular reconocible por instaurar el imperio de la camiseta, el reinado del tabaco de liar previo destierro del cigarrillo e instauración del principado del tatuaje. Más consecuencias del precio, presencia de colonia latinoamericana, todo y que en absoluto dominante dado que Calle 13 ya tienen mucho público local. En el cielo, una especie de corona marcada por los haces de luz de las fuentes que estampaban enormes lunares blancos en las nubes. Una noche realmente plebeya. Para estar allí sin dejar de sonreír pese a un sonido bastante cuestionable que mató matices.

Debe ser porque Calle 13 ya no hacen pensar a la antigua usanza, con gesto circunspecto, frases elocuentes, citas literarias y ceñuda asunción de la pesada carga del poeta ante un pueblo inconsciente abandonado al yo y al consumo. No. Calle 13 hacen pensar bailando, haciendo hip-hop, cumbia y reggaetón, y así reflexionan sobre la emigración, cuestionan la industria discográfica, el imperialismo, el machismo, la manipulación, la injusticia y el racismo, y sueltan "nos creemos la mentira/ y nadie aguanta la verdad" y persona alguna responde con un gesto de sesuda aprobación, sino que la multitud —5.200 asistentes— baila y alza los brazos.

Y la sensación de francachela y celebración aumentaba al pasear entre la multitud, moteada por alguna bandera mexicana y hondureña en un ambiente poco cargado de autoafirmaciones patrias. De hecho no había ninguna de Puerto Rico, país de Calle 13, y si la había era ondeada por alguien muy tímido. Gran momento de la noche, pasear mientras sonaba No hay nadie como tú buscando una mirada que coincidiese con el estribillo. Y en las barras los camareros bailaban, termómetro infalible para tomar la temperatura a una noche en la que todos cantaban.

Entre la multitud la alcaldesa Colau en la víspera de su investidura, bailando entre los ciudadanos de una de las muchas Barcelonas que ella ha prometido defender. Invitada por el mismo grupo y citada desde el escenario ante el beneplácito de la multitud, remató simbólicamente una semana que se inauguraba con Xavier Trias en los Jardines de Pedralbes. Algo nuevo se está cociendo, y el viernes por la noche lo cocinó Calle 13.

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