Pastel, regalos e invitados para la Fundación Miró

Una fiesta de cumpleaños no es completa si no hay pastel, invitados y regalos; tres elementos fundamentales para que el rito de cumplir años sea un éxito. Y mucho más si la cifra es redonda, como le ocurre a la Fundación Joan Miró de Barcelona que este año celebra 40 años desde que abrió sus puertas al público el 10 de junio de 1975. Por eso, los responsables del centro situado en la montaña de Montjuïc han previsto una serie de actos para celebrarlo durante todo un año.

El primero es una jornada festiva que se celebrará el próximo miércoles, cuando se cumplen exactamente las cuatro décadas de apertura al público, en la que todo el mundo podrá participar, gratis, en los actos y actividades programados entre las 17 y las 23 horas, cuando se podrá recorrer la fundación y visitar las exposiciones temporales programadas en la actualidad. “Es una forma de agradecer el apoyo a lo largo de estos años”, explicó ayer la directora de la Fundación, Rosa María Malet.

Un ambiente festivo que los responsables del centro quieren que esté presente en los siguientes 365 días y que concluirá en la primavera de 2016 con una nueva presentación de la rica colección permanente, formada por más de 14.000 piezas, entre ellas 217 pinturas, 178 esculturas, además de 8.000 dibujos y 10.000 documentos del artista. El cambio más espectacular será ver esta magnífica colección permanente en la planta baja del edificio, mientras que las exposiciones temporales subirán al primer piso del magnífico edificio que creó Josep Lluís Sert para su gran amigo Miró en 1975.

Papel del objeto

En este cumpleaños habrá dos regalos fundamentales para este centro de referencia internacional de la conservación y la investigación de la obra de Joan Miró: Por un lado la incorporación con carácter indefinido de 20 excepcionales obras cedidas en depósito por la familia del pintor, tras un acuerdo con la institución. Por otro, la integración dentro de la colección del también importante fondo de Kazumasa Katsuta que desde 2000 se exhibe en una sala específica, la Sala K, y que el empresario japonés ha tenido a bien integrar dentro del recorrido. “Algo que ayudará a cubrir algunas lagunas de nuestros fondos”, explicó la directora en uno de los bellos patios del edificio desde el que se domina, por la altura, toda la ciudad.

La nueva disposición de la colección y las incorporaciones permitirán, explican desde la fundación, un nuevo diálogo entre las obras y el edificio, y una nueva aproximación al artista.

Durante este año habrá, sin duda invitados. Unos serán obras de arte. Como las 125 piezas —entre pinturas, collages, objetos, cerámicas y esculturas— que formarán parte de la exposición Miró y el objeto que viajarán de diferentes centros europeos y americanos para estar en Barcelona a partir del 28 de octubre. Según explicó Teresa Montaner, responsable de conservación del centro, “será la primera vez que una muestra investiga de forma específica el papel del objeto en la obra del artista”. Estará comisariada por William Jeffet, de la Fundación Dalí de San Petersburgo, en Estados Unidos, y permitirá comprobar cómo Miró “evolucionó desde la representación pictórica del objeto de comienzos, hasta su incorporación física en la obra, pasando por el collage”, explicó Montaner, que remarcó que permitirá “poner de relieve que Miró fue más que un pintor, y experimentó con materiales artísticos poco convencionales”, alertando de que sus experimentos provocaron en la época un cambio trascendental en la concepción del arte.

Otros invitados serán de carne y hueso. Como el artista Ignasi Aballí, ganador de la quinta edición del Premio Internacional Joan Miró que, a partir del 16 de junio, mostrará obras de los últimos años y algunas del principio de su carrera; una exposición que mostrará la metodología de trabajo de este “maestro de la deconstrucción analítica de la práctica artística”. El segundo será otro artista, Alfons Borrell que a partir de 200 de sus obras mostrará durante todo el verano por qué es uno de los máximos representantes de la abstracción pictórica en Cataluña desde los años cincuenta.

Estas tres exposiciones, junto al nuevo ciclo el Espai 13 Quan les línies són Temps, que comisaria uno de los comisarios más solicitados en la actualidad, Martí Manen, se reflexionará sobre la temporalidad y la producción artística emergente a partir de la obra de Rubén Grilo, Sofia Hultén, Renata Lucas y Rosana Antolí. La pequeña exposición de 11 fotografías situada en el hall de entrada de Joaquim Gomís (primer presidente de la Fundación) en la que se muestra parte de la construcción del edificio entre 1973 y 1975, y el homenaje que la Fundación rendirá a Alexandre Cirici con dos artistas de la escena emergente como son David Bestué y Antoni Hervàs que revisitarán los happenings y perfomances de los años sesenta y setenta.

Todas conforman la temporada 2105 y 2016 que ayer se presentó, a grandes líneas. Un acto que terminó, como no podía ser de otra forma, con un pastel que reproducía los dos dígitos que este año serán omnipresentes en la Miró en chocolate negro.