El acusado de matar a una cajera alega que los ‘pinchazos’ son ilegales
La Audiencia aplaza el juicio hasta el lunes para decidir sobre la petición de la defensa
Manuel Álvarez Villar, el presunto atracador de bancos al que la policía bautizó como Bravo, se ha sentado este jueves en el banco de los acusados de la Audiencia de Tarragona para responder del asesinato de Estela Calduch, la cajera de 25 años que murió tiroteada durante un atraco a la sucursal del Banco Santander de Cambrils. Casi cinco años después de los hechos, Álvarez alega que el juicio no se puede celebrar, porque los pinchazos telefónicos ordenados en su día por el juez instructor de Reus, y que fueron claves para su detención, se practicaron de manera ilegal. Según su abogada, después del crimen de Cambrils la policía y el juez, presionados por la necesidad de desarticular una banda a la que se atribuyen al menos 20 atracos a bancos, se saltaron la legalidad al pinchar el teléfono del acusado y poner un micrófono en su coche. Los magistrados de la Audiencia han aplazado hasta el lunes las sesiones del juicio La Audiencia aplaza el juicio hasta el lunes para decidir sobre la petición de la defensa.
La Fiscalía se opone a más dilaciones sobre unos hechos que considera constitutivos de asesinato, robo con intimidación y tenencia de armas, por los que pide una condena de 25 años de cárcel para el acusado. Álvarez, vecino de Castro Urdiales, regentaba el bar Aritz de Bilbao. Supuestamente, llevaba una vida paralela al ser miembro de una peligrosa banda que entre 2008 y 2010 atracó al menos 23 bancos del norte de España, principalmente Euskadi. La policía seguía la pista del grupo desde hacía tiempo, a algunos de sus miembros les tenía fichados desde 2006, cuando en Navarra se practicaron media docena de detenciones en la llamada Operación Retardo.
Los investigadores no dudaron en señalar al clan de Bravo cuando la mañana del 25 de octubre de 2010 dos hombres armados asaltaron una sucursal bancaria de Cambrils, a una veintena de kilómetros de Tarragona. El lugar del atraco quedaba fuera de su radio de acción más habitual, pero la forma de operar era prácticamente idéntica, según valoró entonces la policía y ha ratificado hoy el fiscal. Durante el asalto, Estela Calduch, una joven de 25 años que trabajaba de cajera en la oficina, murió víctima de un disparo en el cuello. Álvarez, presunto autor del disparo, y su cómplice, que jamás ha sido identificado, escaparon del lugar del crimen sin llevarse ningún botín. A Bravo le detuvieron cinco meses más tarde, junto con otros supuestos miembros de la banda, en la llamada Operación Cornisa. La policía informó entonces de que daba por desmantelado el grupo criminal español especializado en atracos más importante de los que habían operado hasta la fecha en España.
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